Sebúlcor se ha ganado el sobrenombre de pueblo de los brujos por acompañarle la fama de sus curanderos o sanadores, una figura que existió en casi todos los pueblos, aunque no con tanta abundancia como en Sebúlcor, donde además de numerosos fueron muy reconocidos.
A ello se une el que se hayan encontrado restos arqueológicos que revelan que en esta comarca existió vida humana desde la época neolítica a la visigoda. Las numerosas cuevas de los cortados del río Duratón han servido para conservar estos restos hasta la época moderna. La cueva de la Nogaleda es uno de estos ejemplos, donde se encontró un yacimiento de carácter funerario y de época neolítica, con restos de cerámica y otras piezas como hachas de piedra. En otras oquedades, como la cueva de la Solapa del Águila se han hallado pinturas rupestres de la Edad del Bronce.

En los últimos años se ha detenido la sangría demográfica experimentada por su población desde el siglo pasado. La creación de nuevos negocios en torno al turismo rural y la facilidad de acceso a la vivienda han contribuido a esta estabilidad. Uno de los principales pilares con que cuenta Sebúlcor es su proximidad a las Hoces del Duratón, declaradas Parque Natural en 1991. Desde entonces la economía del pueblo también se ha transformado y ha pasado de basarse casi exclusivamente en la agricultura y ganadería familiares, o la explotación forestal, a diversificarse con la producción intensiva ganadera, se han implantado nuevos cultivos agrícolas, y sobre todo han brotado negocios vinculados al turismo rural. En ello también ha pesado su proximidad a Cantalejo, que brinda oportunidades de empleo y de ocio.
La actual trama urbana revela que ha crecido con nuevas viviendas, ha aumentado el suelo urbano y se han levantado algunos edificios como las escuelas en la zona de Marinilla. También se han recuperado algunos viejos edificios y mejorado diversos servicios.
En el entorno existieron junto a Sebúlcor algunas aldeas, hoy vacías, pero con restos que dan cuenta de una nutrida comunidad humana en la zona. La más destacada es San Miguel de Neguera, donde se conservan aún algunos muros. En el año 1.632 su parroquia se incorpora a Sebúlcor. En la misma zona se situaban Negueruela, Hontanar o Casa Blanca. A toda esa zona, hasta incluso el paraje del Duratón donde existen algunos quioscos se la conoce como El Barrio, lugar donde los vecinos de Sebúlcor y la comarca han aprovechado para bañarse y disfrutar del agua y el frescor que brinda la zona.

Convento de la Hoz, ruinas en espera
Si hay un monumento que identifica a Sebúlcor es el Convento de Nuestra Señora de la Hoz. Aunque en ruinas y de propiedad privada, los vecinos de Sebúlcor se sienten muy vinculados a este lugar, que espera desde hace años su restauración. Situado en el vértice de la hoz más cerrada de todo el Parque Natural, fue declarado BIC en 2012. Su origen se remonta al año 1231 por la orden franciscana, que lo ocupó hasta su abandono en 1835 debido a la desamortización de Mendizábal. En su interior se rendía culto a la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz. Los escasos muros que quedan en pie dan idea de la majestuosidad y relevancias social, económica y religiosa que tuvo. La reina Isabel la Católica lo visitó y tuvo su propio aposento. Los desprendimientos de rocas y el expolio han contribuido a un progresivo deterioro que no evita que reciba numerosas visitas en la época en la que el nivel del río está bajo. Este antiguo convento franciscano asombra a quienes lo visitan, tanto desde lo alto de los cortados, como desde las piraguas que surcan las aguas del Duratón.
Oquedades con historia
En las proximidades del Convento de la Hoz y del paraje denominado Vallejo Ancho, se encuentran algunas de las cuevas más destacadas del lado izquierdo del río Duratón. La Cueva Cuadrada es una profunda oquedad a la que sólo puede accederse escalando. Responde el nombre a la forma que tiene la oquedad, aunque por su difícil acceso se desconoce la profundidad que tiene.

La Cueva rota
La denominada Cueva Rota tiene forma de puente. En ella permanece una longeva higuera. Se dice que en este lugar caían las ovejas y no lograban salir. Al lado de esta cueva está una calera, un horno donde se cocían las piedras calizas para hacer la cal que usaban los frailes. Al parecer este material se empleó para construir el convento. Según relata Manuel Matesanz, de Sebúlcor, los frailes del convento bajaban la cal y la arena de las Carrascadas, y la leña del monte y de las viñas por la zona conocida como el Portillo de Pedraza, que era por donde únicamente se podía acceder al río.
El antiguo salto eléctrico de Molinilla
Junto al río Duratón se encuentra la finca Molinilla, a kilómetro y medio aguas abajo del puente de Villaseca. En ella funcionaba un molino al que posteriormente se le añadió un salto de luz que construyó Fausto de Miguel Yagüe, vecino de Cabezuela, para suministrar energía a la fábrica de resinas que gestionaba en su pueblo. Gracias a las líneas de alta tensión que instaló llegó la luz eléctrica en 1925 a las viviendas e industrias de Cantalejo, Cabezuela, Sebúlcor, Fuenterrebollo o Aldeonsancho, entre otros municipios que se fueron incorporando luego. Pero con el recrecido del pantano de Burgomillodo, que se inauguró en 1959, el salto dejó de ser operativo y pasó a propiedad de Fenosa. El resto de la finca sigue en manos de los descendientes del antiguo empresario. En esta zona quiso el Ayuntamiento de Sebúlcor, a comienzos del siglo XXI, construir un puente sobre el río para habilitar nuevas rutas y hacer más corto el trayecto hasta el Priorato.

Pila bautismal característica
La iglesia alberga una pila bautismal característica, muy trabajada y labrada con gallones que terminan con cabezas femeninas y masculinas, doce en total. Con forma de copa, se encuentra sobre una base redondeada, y se supone que es una de las piezas más antiguas que alberga el templo. Existe además otra pila más pequeña, adosada a la pared que tiene una inscripción: ‘Ofrenda a San Antonio’ y las iniciales del matrimonio que la donó, cuando volvió al pueblo después de batallar en la Tercera Guerra Carlista y sobrevivir gracias a un canje de prisioneros.
Pioneros en turismo rural
A la vez que se declaró Parque Natural a las Hoces del Río Duratón, surgieron nuevos negocios para aprovechar el creciente turismo rural que se demandaba en el municipio. Aquí nacieron algunas de las primeras casas y hoteles rurales, así como empresas de deportes de aventura, con rutas a caballo, en piragua o de senderismo. La mayoría de los establecimientos han sabido mantener el estilo tradicional de las construcciones, pero con las comodidades de la vida actual.

Lavaderos recuperados
En la zona exterior del pueblo, cerca del complejo deportivo, se encuentran los antiguos lavaderos, que dejaron de usarse como tal con la llegada del agua canalizada a las viviendas. Se trata de un edificio remozado que sirve para acoger diversas actividades culturales que se organizan en el pueblo. Para este edificio se han programado distintos usos, como hacer un museo–etnográfico, o un Museo del Agua, que incluía un itinerario por el pueblo. Este proyecto permitió cerrar el inmueble siendo alcaldesa Carmen Ortiz, con la colocación de paredes y ventanales.
Molino moderno
Como en otros municipios, tras la progresiva desaparición de los molinos situados junto a los ríos, se pusieron en marcha otros aprovechando la disponibilidad de luz eléctrica dentro de los pueblos. Es el caso del Molino de Cayetano Casado, un edificio de dos plantas destinado a la molienda, y que se levantó en 1955, Cesó su actividad entrados ya los años 90 del siglo XX. La edificación cuenta con protección en la legislación urbanística municipal.

San Miguel de Neguera
Este despoblado, conocido también como El Barrio, ya figura en 1247 con el nombre de ‘Sant Nicholas de Neguera’. Un escudo en unas de las paredes da cuenta de la relevancia que tuvo en otro tiempo, en concreto lo que fue el palacio de los González de Sepúlveda. Situado junto a las carreteras que se dirigen al Villar de Sobrepeña y a Villaseca, a unos 200 m. de la bifurcación de ambas, muestra aún algunas casas derruidas. Neguera deriva del latín “necaria” que significa necrópolis, a su vez del griego “nekros” que significa muerto. Entre sus paredes abandonadas se ha criado ganado y también se han encontrado numerosos restos arqueológicos.

Casa Blanca
Varios muros de piedra quedan como testimonio de lo que fue una de las aldeas de la zona. Se encuentra próxima a la confluencia de los ríos Duratón y San Juan. En 1845 ya estaba despoblado. Según narra Manuel Matesanz, antiguamente existía un molino y se conserva la pared de la casa donde habitaban los propietarios. Además permanece la cueva donde tenían las cuadras de los borricos con los que transportaban los costales del grano que molían para hacer el pan (al dueño le llamaban el Tío Dieciocho, porque llevaba 18 burras para la faena de carga).
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Extraido del libro:
El Ochavo de Cantalejo. Recorrido visual por un territorio histórico (2022).
Editado: Enrique del Barrio
www.enriquedelbarrio.es
