La mayor operación contra el tráfico de drogas de Castilla y León finalizó con la detención de 28 personas en cuatro provincias y el desmantelamiento del mayor laboratorio de speed descubierto en la Comunidad, situado en Roa de Duero (Burgos) .
En esta macrorredada se produjeron 25 registros domiciliarios en Palencia, Valladolid, León y Burgos y se incautaron 229.200 euros en efectivo —parte falsificado—, 170 kilos de hachís, 24 kilos de speed, dos de ketamina, 1,8 kilos de cocaína y diversas cantidades de MDMA, heroína y LSD, una docena de vehículos y diversas armas, además de grilletes, pistolas de descarga eléctrica y munición.
Además, se descubrió que desde el laboratorio ahora desmantelado se proveía de droga a compradores de Valladolid, León, Palencia, la localidad leonesa de Sahagún y las vallisoletanas de Medina del Campo, Pedrajas, Mojados o la palentina Villamuriel, entre otras.
Así lo aseguró el delegado del Gobierno en Castilla y León, Juan Carlos Suárez-Quiñones, quien explicó algunos detalles de la operación, que aún continúa abierta, acompañado del comisario jefe de la Brigada de Policía Judicial de Valladolid, Jesús del Amo, y el comisario jefe provincial, Francisco López Canedo.
Todos ellos informaron de que, actualmente, once de los 28 detenidos (15 en Valladolid, seis en Palencia, cuatro en León y tres en Burgos) ya están en prisión y los últimos arrestados pasaron a disposición del Juzgado de Instrucción número 5 de Valladolid, que se hizo cargo de la investigación de esta operación, en la que participaron cerca de 100 agentes.
Nuevas aulas
Los ahora arrestados dividían su organización entre las diferentes provincias. Así, en Palencia existía un grupo que lideraba y era “muy fuerte” pero que no tenía en su poder droga pero coordinaba y gestionaba la organización, mientras que en Valladolid existía un punto de almacenaje muy importante desde donde se distribuía.
Las primeras pesquisas se iniciaron en enero, cuando se descubrió a varias personas que se prostituían y vendían droga ‘al menudeo’, lo que permitió llegar al punto de partida de la droga, ubicado en un chalé de lujo de Roa de Duero (Burgos), en cuya bodega se localizaba el foco principal de producción de droga.
En este sentido, el comisario Jesús del Amo incidió en que el grupo contaba con éter, acetona o alcohol, que no forman parte de las sustancias de corte, sino que sirven para la elaboración de procesos químicos relacionados con las drogas. Precisamente en esta localidad burgalesa es donde se intervinieron 13 kilogramos de ‘speed’ y más de 30 kilos de precursores para la elaboración de la sustancia estupefaciente, arcones, prensas y envasadoras de vacío, termoselladoras, mascarillas y otros útiles.
Los indicios apuntaron a la existencia de una estructura criminal dedicada al tráfico de estupefacientes y ramificada en cuatro provincias en las que operaba un grupo con un meticuloso reparto de tareas entre sus integrantes que funcionaba con una jerarquía muy definida y utilizaba medidas de seguridad y costosos dispositivos para tratar de dificultad su detención.
De esta forma, tras localizar el laboratorio, se detectó que la droga era ocultada en las poblaciones de Aranda de Duero (Burgos) y Valladolid para su distribución final en Valladolid, León y Palencia, además de en las localidades vallisoletanas de Medina del Campo, Pedrajas de San Esteban y Mojados, las leonesas de Sahagún, Galleguillos de Campos o Saelices y la palentina de Villamuriel de Cerrato, entre otras.
En estas localidades los miembros más violentos de la organización llevaban a cabo presuntas agresiones y amenazas con supuestas armas de fuego e incluso usaban moneda falsa para conseguir el control de la venta.
A pesar de todo, sólo se detectó en una ocasión el empleo de la violencia, según Del Amo, quien destacó el hecho de que contaran con diversas armas, entre ellas una simulada que habían manipulado para convertirla en real, otras cuatro simuladas, grilletes como los utilizados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o pistolas de descarga eléctrica.
El comisario incidió en que uno de los “síntomas de sofisticación” es que llegaron a utilizar moneda falsa incluso para pagar la droga, lo que suponía un “riesgo” de enfrentamiento entre bandas.
