Las elecciones parlamentarias en Italia, que se celebraron entre el pasado domingo y ayer, no solo no despejaron la incógnita de quién será el próximo primer ministro en el país, sino que, además, sumieron en más dudas a la tercera economía de la eurozona. Y es que la vuelta a la escena política del expremier Silvio Berlusconi no hizo sino dificultar un Gobierno de centro-izquierda que parecía cantado, al tiempo que la fuerte entrada en la Cámara de Diputados y el Senado por parte del cómico Beppe Grillo siembra el temor fuera de las fronteras de la nación transalpina, que podría haber castigado, de esta manera, a las reformas llevadas a cabo durante un año por el Ejecutivo tecnócrata de Mario Monti.
Al cierre de esta edición, el recuento de los votos para el Parlamento alcanzaba el 75 por ciento, concediendo lo previsto: una victoria del izquierdista Partido Democrático de Pierluigi Bersani. Eso sí, por un margen mucho inferior a lo esperado. Y es que el favorito en las encuestas previas conseguiría un 30,30 por ciento de los apoyos, frente al 28,43 por ciento de la coalición de Berlusconi. Grillo sumaría un sorprendente 25,49 por ciento del respaldo, mientras que Monti se haría con el 10,55 por ciento de los sufragios.
En Italia, el grupo con mayor porcentaje de votos en la Cámara Baja consigue, de manera automática, una mayoría absoluta del 54 por ciento de los diputados.
Por su lado, y con un 88 por ciento de los votos para el Senado escrutado, la coalición de centro-derecha liderada por Il Cavaliere obtendría 123 senadores, una cifra bastante superior a Bersani, quien, con 104 escaños, no podría aliarse con Monti (17 representantes), lo que amenaza la gobernabilidad de Italia, donde es necesario controlar ambas cámaras para hacerse con el Gobierno.
Grillo, con 57 asientos, sería la solución para conseguir una mayoría absoluta en la Cámara Alta, permitiendo, así, la estabilidad.
El regreso del polémico exdirigente, que fue quien motivó la dimisión de Monti y el consiguiente adelanto electoral, se consideró una alternativa para el ramo conservador. Sin embargo, todo apunta a que, en caso de que Berlusconi y su coalición logren un apoyo suficiente como para gobernar (algo, en principio, poco probable), el magnate no se postularía como jefe del Ejecutivo, sino que optaría a la Cartera de Economía, algo que preocupa aún más si cabe a los mercados europeos.
Monti fracasa en su devaneo con la política.- Entró en política de un modo insual, liderando el Gobierno italiano sin participar previamente en unas elecciones. Y, en su debut en las urnas, Mario Monti ha vivido el desencanto de la derrota, con un estrepitoso fracaso de la coalición de centro a la que respaldaba.
El economista, que se vio obligado a presentar su dimisión el pasado mes de noviembre, apenas un año después de tomar el control del Ejecutivo, al dejar de ser respaldado por la formación de su predecesor en el cargo, Silvio Berlusconi, jugó durante varias semanas al juego del me presento, no me presento, desencadenando las críticas, principalmente de los medios de comunicación, y sembrando las dudas entre sus conciudadanos, que han visto con recelo las numerosas reformas que ha ejecutado en apenas 12 meses de gobernanza.
Apoyado públicamente por la Unión Europea, con la canciller alemana, Angela Merkel, a la cabeza, al considerar que otro premier podría romper la tendencia de austeridad impuesta desde que en 2011 Monti tomara las riendas, muchos de los votantes de derecha que critican los hilos con los que mueve Berlín a sus compañeros comunitarios decidieron optar por Beppe Grillo, una alternativa más populista que aboga por la salida del euro.
