Para hacer bueno ese axioma de que a perro flaco todo son pulgas, la hasta ahora indiscutida autoridad de José Luis Rodríguez Zapatero en el PSOE comienza también a resquebrajarse. Y lo hace a pasos agigantados, con el líder del PSM, Tomás Gómez, como adalid de la insumisión. De hecho, el ex alcalde de Parla, que está decidido a hacer valer su fortaleza en la federación de la región capitalina para repetir como el candidato que se enfrente a Esperanza Aguirre, finalmente ni siquiera se entrevistó ayer como estaba previsto con el secretario general que, pese a que había anunciado una cita con Gómez para tratar de imponerle a la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, como la contendiente para la Comunidad madrileña, canceló la reunión a última hora sin siquiera dar explicaciones al respecto.
Según algunas versiones, la ruptura de la cita fue decidida por Zapatero, muy enfadado ante la filtración del encuentro a la prensa, presuntamente obra del entorno del jefe del PSM.
No obstante, en lo que parece una interpretación más objetiva del incidente, varios analistas explicaron que no se trata tanto de evitar los focos como de que Gómez no estaba dispuesto a atender las exigencias del secretario general del PSOE para que se quitara de enmedio y que, ante una casi segura negativa, el leonés prefirió evitarse el mal trago de verse abiertamente desafiado.
Ahora ambas partes podrán aprovechar el fin de semana para serenar los ánimos y, en contactos de sus delfines, consensuar algún tipo de postura común pactada que permita salvar la cara al partido y evitar un escándalo que promete ser de proporciones considerables.
Por supuesto, el entendimiento no será fácil, puesto que, tal y como dejó traslucir el propio Gómez, las posiciones están muy enquistadas. El líder del PSM, con semblante contrariado, ni siquiera quiso atender ayer a los informadores cuando fue sorprendido a la salida de una cafetería madrileña una vez que ya se había confirmado la desconvocatoria de su cita con Zapatero.
«No es el momento» de hablar, fueron las únicas palabras que pronunció Gómez antes de huir de los periodistas casi a la carrera.
Sí habló sin embargo el presidente de la Comisión de Justicia del Congreso y miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE, Álvaro Cuesta. Y lo hizo para posicionarse con el jefe del socialismo madrileño y, por extensión, en contra de Trinidad Jiménez.
A la hora de elegir un aspirante, explicó, hay que tener en cuenta que «los mirlos blancos, cuando pierden, tienen la tentación de levantar el vuelo», y en Madrid, dijo, «hay que garantizar un trabajo permanente».
Además, quiso expresar su «reconocimiento» al «trabajo y la figura» de Gómez y recordó que si hoy existe una «percepción de desgaste» de Esperanza Aguirre, se debe al actual secretario general del Partido Socialista de Madrid.
Haciéndose eco, no sin ironía de las palabras de varios miembros de la cúpula de Ferraz que han declarado que la ministra de Sanidad es «la mejor candidata», Cuesta argumentó que, en efecto, «hay que buscar lo mejor», pero que las encuestas «no son las que definen a los aspirantes de un partido». Son, dijo, «alarmas tempranas» que «ilustran y complementan un análisis», pero «la decisión» de quién es el cabeza de la lista «la toman los afiliados», proclamó en un claro ataque a las pretensiones dedocráticas de Zapatero.
Para elevar incluso un poco más la temperatura de la disputa interna, Cuesta expresó su malestar por las «filtraciones» y las «especulaciones» que se han producido en torno a los posibles candidatos.
«No me parece el mejor método el de retransmitir las jugadas», exclamó antes de recordar que la posibilidad de que Trinidad Jiménez sea aspirante se enmarca en esas «especulaciones mediáticas», y precisó que él no ha escuchado decir a la titular de Sanidad que se postule para luchar por la región madrileña.
En lo que supuso una nueva puñalada al establishment de Ferraz, Cuesta parafraseó al propio Zapatero cuando afirmó que «no son buenos los fundamentalismos», y dijo estar de acuerdo por entender que «se refería tanto a quienes quieren separar a Tomás de la carrera y de su legítima condición de candidato como a los que se cierran y no ven otras posibilidades», apostilló.
