Al margen de comenzar la mañana brindando con cava para celebrar su indiscutible triunfo en las elecciones autonómicas del domingo, la cúpula de CiU afrontó el día después haciendo gala del seny del que suelen presumir y sin margen para las sorpresas, puesto que los 62 escaños logrados en el Parlament le permitirán, tal y como confirmó su portavoz en el Congreso, Josep Antoni Duran i LLeida, «gobernar en solitario», de modo que los nacionalistas no suscribirán «un pacto de gobierno estable». No obstante, dado que la coalición no ha logrado la mayoría absoluta, «en algún momento se necesitarán acuerdos con una fuerza política y habrá que ver con cuál o con cuáles». De hecho, hoy mismo Artur Mas abrirá una ronda de contactos con los demás cabezas de lista, para tender «puentes de diálogo» y explorar «vías de colaboración de cara a la próxima legislatura».
Tras dar cuenta de lo obvio, el número dos de CiU aclaró que desde la Ejecutiva de su partido «nunca se pensó en la mayoría absoluta» y consideró que el resultado marca «una vuelta a la moderación y al sentido común».
Precisamente en honor a esa cualidad, Duran evitó hacer sangre y comenzó a preparar el terreno para futuros pactos en Madrid al matizar que la del domingo «no es una derrota del PSOE» y que en Ferraz se está «muy satisfecho de la liquidación del tripartito».
«Yo no haría segundas lecturas y no extrapolaría el resultado de Cataluña al conjunto de España. Aquí se han dado unas singularidades, unas especialidades, que no se dan en otras comunidades autónomas, lo que no implica que en Andalucía se pueda dar el vuelco a las elecciones y que el PP pueda hacer una buena lectura a nivel español del resultado de las catalanas», explicó en un intento por realizar un balance tan salomónico como educado de los comicios.
«Evidentemente, Zapatero pierde estas elecciones. Es el máximo dirigente socialista, de eso no hay duda, pero insisto en que la clave ha sido que la gente estaba harta del tripartito, quería el cambio que, en esta circunstancias, pasaba y solo podía pasar por CiU», resumió Duran i Lleida.
Respecto al hecho de que el PP vuelva a ser la tercera fuerza política en Cataluña, el convergente dijo que «no le preocupa», aunque sí le sorprende, porque, en su opinión, Ciutadans «sintonizaba más con ciertos sectores de la sociedad».
Pero, a diferencia de lo que sostuvo el nacionalista, la efervescencia popular no es en absoluto casual puesto que, al menos de hacer caso al líder de la formación conservadora, Mariano Rajoy, las elecciones de la región mediterránea han puesto de manifiesto que «cada día crece la confianza» en el PP y que, en paralelo, sube el «descrédito de los malos gobernantes», como José Montilla en Cataluña y José Luis Rodríguez Zapatero en el conjunto de España.
El buen resultado logrado, con 18 escaños, cuatro más de los que consiguió en 2006, fue interpretado por Rajoy como «una invitación» a «hacer las cosas mejor» con el fin de alcanzar a una mayoría en España que le permita gobernar para todos «sin ser bisagra de nada».
En opinión del jefe de la oposición, vistos los resultados en Galicia, en el País Vasco, en las elecciones europeas y ahora en Cataluña, el PP ve reafirmada su línea de actuación de los dos últimos años y está en la buena línea para convencer «cada vez a más gente» de que «los principios del Partido Popular son buenos para los ciudadanos y para el país».
«Queremos gobernar en España, en las regiones y los ayuntamientos, pues tenemos vocación mayoritaria», sentenció el líder conservador tras incidir en que está ubicado «en el centro y en la moderación», valores que prometió promover hasta las autonómicas y locales de mayo de 2011.
A Dios rogando, y con los Presupuestos….- En buena demostración de que para los nacionalistas el tactismo político está siempre por encima de las ideologías, pocas horas después de que el líder convergente, Artur Mas, anunciara su buena disposición a respaldar a los socialistas para dotar de legitimidad y estabilidad al Gobierno central, la coalición nacionalista catalana anunciaba que acababa de presentar en el Senado una propuesta de veto a los Presupuestos Generales del Estado para 2011. Por más que el trámite en la Cámara Alta no tenga trascendencia alguna, por cuanto que, aún en el caso de que las cuentas públicas resultaran rechazadas, el proyecto volvería al Congreso para recibir la luz verde definitiva, lo cierto es que el gesto de CiU, que se sumó a los reproches del PP, ERC, ICV y BNG, demuestra que su apoyo al PSOE en Madrid distará mucho de ser gratuito.
Las cinco propuestas de veto se votarán pasado mañana en la Comisión de Presupuestos y el 13 en el Pleno. Para devolver los Presupuestos hacen falta 132 votos, un escenario que no resulta descartable, por cuanto que PP, CiU, ERC, ICV y BNG suman 137 escaños.
No obstante, no parece probable que fuerzas de tan dispar discurso ideológico pongan sus votos al servicio de una causa que, dado lo inoperante del Senado en el ordenamiento español, está perdida de antemano y supondría cierto desgaste político para unos y otros en caso de votar junto a sus enemigos naturales.
