Solidarios el título del libro publicado por Clemente Sanz Blanco en el que explica una historia, única como también modélica, de solidaridad con las personas mayores, donde se dan cita los grandes valores de colaboración y participación, así como la generosidad y la gratitud o la buena vecindad, heredados de los antepasados.
Los inicios de ese gran proyecto social y humano no fueron fáciles, según explica el autor de forma muy detallada. Se carecían de todos los medios necesarios: los económicos, por supuesto, y el censo poblacional, trescientos habitantes, no beneficiaba, más bien era un grave impedimento, si se tenía en cuenta el amplio territorio de Castilla y León con demandas asistenciales muy justificadas para ser atendidas antes que las de una pequeña localidad
Por no tener, según se relata en Solidarios, no había ni dinero para la compra de unos terrenos, donde en el futuro se iba a iniciar una bella historia de compromiso solidario con la participación altruista y ampliamente generosa de vecinos y socios en el más estricto anonimato en lo económico, y de entrega y dedicación a las personas mayores de San Pedro y los pueblos limítrofes en todo lo referente a la atención al estado físico de los residentes como al espíritu, con sus preocupaciones y recuerdos que siempre se hacen presentes
Y siempre con la cercanía y el cariño de familiares, amigos y voluntarios que dedican su tiempo con actuaciones muy variadas: conciertos, teatro, juegos de cartas, para distraer y llevar alegría a los residentes
Un proyecto, sin embargo, que, según explica también el autor en su libro, pudo verse frustrado por intereses partidistas de algunos dirigentes segovianos que, procedentes de la UCD, se afiliaron al PDP de Oscar Alzaga finalizando su vida política en el Centro Democrático de Adolfo Suárez por falta de apoyo popular. Fueron tiempos de desolación según el titular de uno de los capítulos del libro.
Una historia de solidaridad, la que se narra en Solidarios, que tuvo sus principios en la década de los años ochenta del siglo pasado. Desde sus inicios, hace ya más de treinta años, muchos han sido los momentos de gran generosidad y entrega los que han protagonizado este largo viaje en el tiempo, teniendo como únicos y exclusivos receptores a nuestros padres y abuelos.
Los primeros acuerdos de los vecinos reunidos en el salón consistorial un domingo después de misa sobre el modelo de residencia en lo referente a su funcionamiento, así como a la constitución de una asociación sin ánimo de lucro como titular del futuro centro asistencial han sido los pilares sobre los que se ha construido una bella historia de solidaridad y participación. Después las sucesivas asambleas anuales con acuerdos dirigidos al mejor funcionamiento de la residencia como su ampliación y reforma o el referente a la aportación del 30% que la Asociación tenía que aportar para cumplir los requisitos exigidos por la Junta de Castilla y León.
Y muy diversos han sido los actores que también han hecho posible la historia de dedicación a las personas mayores que narra Clemente Sanz Blanco en su libro. Unos porque hicieron posible lo que parecía imposible: Los funcionarios de la Junta de Castilla y León que acompañaron en el primer andar y tramitaron las sucesivas subvenciones, así como los vecinos y socios de una asociación sin ánimo de lucro con sus aportaciones económicas y dedicación para el buen funcionamiento del centro.
Otros, desde sus puestos de máxima responsabilidad apoyando una iniciativa modélica y diferente a los estándares existentes en la atención a las personas mayores en lo económico y también en la asistencia personalizada: José María Aznar, Jesús Posada, Juan José Lucas, Juan Vicente Herrera.
Páginas de profundo agradecimiento dedica también al sacerdote de la parroquia, Teodoro Cuesta, por ser un artífice muy cualificado en el proceso de construcción del centro como en su puesta en funcionamiento, así como a las religiosas Siervas del Corazón de Jesús porque livianas de equipaje quisieron dedicar su vida a personas que no conocían.
Muchos nombres con sus apellidos son nominados. Unos porque ya no están, pero su recuerdo siempre permanecerá por iniciar con voluntad calamorra un camino, entonces incierto.
Otros, siguiendo su ejemplo, contribuyen para que el modelo de residencia con planes para la asistencia, pero también para la existencia sin caminos separados entre ellos y nosotros; como una gran familia con historias compartidas de afectos y sentimientos que une cronología vinculando corazones, continúe siendo un referente en la atención a las personas mayores.
Todo lo acontecido en esa historia de solidaridad y participación que representa la Residencia Los San Pedros ha sido transcendental y de hondo calado humano y espiritual. Nada ha sido baladí. Todo tiene una finalidad: que los residentes se sientan felices y contentos y, también, reconocidos por lo mucho que han hecho en la vida.
Entre los múltiples sucesos que, con mayor preocupación, después con alegría se han vivido en esta prolongada historia de solidaridad ha sido el relativo a la pandemia del coronavirus. Fueron tiempos de zozobra y de mucha angustia los que se vivieron en el interior de los muros de la residencia. El Gobierno de España no facilitaba las cosas, más bien las agravaba por interés partidistas. Era una situación inédita, desconocida, donde las preguntas se amontonaban y las posibles respuestas sólo tenían como consejera la soledad de la propia conciencia,
Como no había guión ni protocolos de actuación la dirección del centro, en sintonía con la Corporación municipal tomaron el acuerdo de cerrar todos los establecimientos de la localidad, así como la residencia con varios días de antelación al 14 de marzo de 2020 .
Los resultados de esas decisiones son los mejores testigos de lo acontecido durante la pandemia: la residencia de ancianos “Los San Predros” permaneció libre del Covid-19 y ello fue notica en todos los medios de comunicación regionales como nacionales. Como también tuvo una gran repercusión el informativo Teleyayos, un noticiero alternativo enfocado hacia el humor donde cuatro residentes, con semblante serio, convertidos en acreditados reporteros, trasmitían con ironía y mucha gracia noticas sobre el coronavirus con la finalidad de aminorar la preocupación y la angustia que se vivía sobre todo en las residencias de ancianos.
Para el autor de SOLIDARIOS la historia de solidaridad, que representa la Residencia, trasciende los límites temporales. Es memoria del pasado y compromiso para el futuro.
