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Venezuela desde España

por El Adelantado de Segovia
27 de agosto de 2024
en Tribuna
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Tiempos líquidos

Camilo Manrique

Según el Democratic Index 2022 Venezuela es un “Régimen autoritario. Desde cuándo lo es y hasta cuándo lo será es discutible. El chavismo llegó democráticamente al poder y se fue haciendo autoritario poco a poco hasta aferrarse al poder con inusitada violencia ahora mismo. Una fecha crucial en este proceso fue sin duda el 24 de diciembre de 2015, cuando el gobierno maniobró para desconocer el triunfo de 2/3 de la oposición en las elecciones legislativas. Por otro lado, hablar de autoritarismo hoy no es fácil ya que el opuesto se llama “democracia plena” y la democracia liberal, esa versión de gobierno que instituyó el estado del bienestar tras la segunda guerra mundial (y que llamábamos simplemente democracia) se ha transformado definitivamente: hoy los partidos políticos de nuestro entorno ofrecen proteger a sus votantes de los desmanes de sus oponentes y no mejorar sus vidas. Las democracias del presente ofrecen defensa y no bienestar: a esto se le llama ahora “post-democracia”, y nosotros lo llamaremos “democracia siglo XXI”.

Venezuela se hace más turbia vista desde una democracia siglo XXI como la española. Entender su situación desde la polarización política es un error: en Venezuela no hay polarización, hay un pueblo que ya no quiere la “revolución bonita”, eso es todo. ¿Cómo han cambiado tan drásticamente esas mismas gentes que renovaron la utopía en tiempos depresivos para la izquierda? Esto también es complejo de responder, pero seguro tiene relación con los centenares de denuncias (casi mil) contra el gobierno de Maduro ante la Corte Penal Internacional por delitos de tortura, persecución, violencia sexual, privación arbitraria de la libertad, entre otros. El caso es que el cambio de opinión en Venezuela produce un shock en la mentalidad progresista española actual.

Sin embargo, no debería causar tanta sorpresa este cambio de opinión de los venezolanos cuando una decena de países occidentales están siendo invadidos por el mayor éxodo de la historia: más de 8 millones (y creciendo) han escapado del infierno-paraíso revolucionario bolivariano. La equidistancia frente a lo que pasa en Venezuela, como sucede con una parte importante de la opinión pública española, tiene algo de sadomasoquismo que habría que estudiar con detenimiento: hay 4 millones más preparando sus maletas por si no se resuelve el impase.

El experimento del socialismo del siglo XXI ha terminado exactamente igual como terminó el del XX, en terror, represión y miseria. Hay que reconocer que Chávez tenía carisma y que su revolución fue original en un par de puntos: logró incorporar a la clase media entre sus votantes (gracias a ofrecerles protección frente a los pobres) y logró convencer a los suyos para que se convirtieran en colonia de un país más débil y pequeño, con lo cual prolongó un cuarto de siglo la farsa de la revolución cubana. Nada de todo esto es poca cosa en términos políticos. Para Marx, la colaboración de la burguesía en su revolución proletaria siempre fue un problema sin resolver, y para la progresía occidental el balón de oxígeno caribeño tras la caída del muro de Berlín fue un alivio. Poco importó que Fidel le dijese en persona y públicamente a Hugo Rafael que su modelo había fracasado, que se equivocaba. El “comandante eterno” dispuso de la mayor riqueza en metálico de la historia para financiar su sueño mesiánico: ningún Zar, ningún Cesar, ningún revolucionario disfrutó de mayor respaldo económico. Ese dinero lo debe ahora el pueblo venezolano en su conjunto y por eso huye, no por las sanciones personalizadas de la comunidad internacional, aunque en la mayoría de las tertulias de la televisión española se prefiera hablar de los venezolanos del barrio de Salamanca.

La gente se hartó en Venezuela. En las recientes elecciones presidenciales la oposición, liderada por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, ha logrado ilusionar al pueblo una vez más. Hace un mes hubo personas allí que fueron a hacer cola en su centro de votación la noche anterior: ¿es posible imaginar un fervor democrático mayor? Ahora toca primero que nada detener el sangriento “terrorismo de estado” (CIDH, 15/08/2024) y apoyar una transición pacífica y democrática. El apoyo de España es indispensable para la resistencia pacífica, pero no débil, como dice con coraje María Corina Machado desde la clandestinidad. Si bien es inédito todo lo que está pasando en Venezuela, sí que existe un manual y se llama De la dictadura a la democracia, es de Gene Sharp y se puede bajar gratuitamente de internet. ¡Viva Venezuela libre!

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