Suficientemente conocido es que nuestro gran historiador y clérigo, Diego de Colmenares, nació en la calle de Escuderos y falleció en otra casa situada en la plaza que lleva su nombre; en ambos edificios, restaurados, se exhiben placas con referencia a estas efemérides. Su ingente obra, entre otras varias que escribió, es, como se sabe, HISTORIA DE LA INSIGNE CIUDAD DE SEGOVIA, Y COMPENDIO DE LAS HISTORIAS DE CASTILLA, muy divulgada, estudiada y consultada, aunque no todos los expertos estén de acuerdo con algunas de sus manifestaciones. Colmenares publicó la historia en dos tomos, de los que recojo referencia de una nueva edición anotada y aparecida en 1971, iniciativa de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.
En las últimas líneas de su obra, Colmenares escribe: Reconociendo nuestra insuficiencia para reducir a compendio los sucesos del gobierno desde el año 1621 hasta el presente de 37, nos pareció poner aquí fin a nuestra Historia, habiéndola continuado tres mil y doscientos años. Sólo deseamos escribir y publicar las genealogías y varones ilustres en santidad, letras y armas de nuestra ciudad.”. Y, en efecto, hay un tercer tomo donde Colmenares recoge vidas y biografías.
En la última página de su Historia manifiesta que al obispo Alonso Márquez, visitando lugares para celebrar un sínodo, precisamente en Aguilafuente le sobrevino una grave enfermedad y falleció en la capital el domingo siete de noviembre de este año 1621, final de nuestra Historia, en edad de sesenta y cuatro años.
Pero, la Historia de Colmenares continúa, y no firmada por él, naturalmente, sino como obra de Marcelo Lainez y bajo el título de APUNTES HISTÓRICOS DE SEGOVIA. El señor Lainez y Ortiz de Paz fue un segoviano nacido en 1841 que empezó a escribir desde muy joven, según podemos leer en el número 46 de “Estudios Segovianos”. En la introducción a su extensa obra de 437 páginas dice que al no haber continuado la Historia de Colmenares ninguna otra persona, se decide a hacerlo apoyándose en numerosos escritos y documentos. Y en efecto, parte del comienzo del reinado de Felipe IV, sucesor de su padre Felipe III, que comenzó a gobernar a los 16 años, apuntando que el nuevo monarca “depositó” toda su confianza sin reserva en el conde duque de Olivares, suplantando al duque de Uceda.
El señor Lainez reunió numerosos documentos de todo tipo, pues aparte de los meramente históricos, y de seguir “el paso” de distintos monarcas por Segovia, también recopiló datos de tema religioso –muy especialmente recoge subidas y bajadas a la Catedral de la imagen de la Virgen de la Fuencisla, y asimismo otros muy curiosos sobre determinados sucesos acaecidos en la ciudad, entre los que asombra y llama la atención por su excepcionalidad y destrozos causados, es el capítulo del año 1733 que titula: “Gran crecida del arroyo Clamores”. Ocurrió en la tarde del 23 de junio. Dice: “A las cinco de la tarde de este día se formó un horroroso nublado sobre la ciudad, con temibles relámpagos y truenos, descarando granizo y agua de un modo torrencial”. Añade que acumulando agua, el arroyo Clamores se convirtió de pronto en caudaloso río, que desde La Dehesa al entrar por el Puente de Valdevilla pasó desbordado a la calle de Cantarranas, anegando muchos pisos bajos de viviendas a las que entró por las ventanas, y asimismo llenó de agua muchas bodegas, destruyendo casas y telares y todo lo que encontraba a su paso. La plaza de Santa Eulalia se convirtió en un lago. El torrente de agua produjo algunas víctimas mortales, monjes de conventos del camino recogieron personas para que en ellos pudieran dormir a salvo. Todo el barrio de San Millán se vió afectado por la terrible inundación, que también entró y destrozó varias viviendas, continuando anegando a su paso huertas, más telares, derribando puentes y muros, hasta desembocar en el Eresma, que asimismo creció desbordado hasta llegar a dañar tierras del llamado Molino de los Señores.
El relato, que quiere ser continuación de la Historia de Colmenares, llega hasta el reinado de Felipe V, en 1441.
