Juan Manuel Santamaría (*)
Continuando con esta serie de artículos “Segovia inspira”, vamos hoy con la segunda y última parte de esta recopilación de “retratos” de la Puerta Puerta de Santiago.
13. Los años centrales del siglo XIX conocieron un gran desarrollo de la pintura de paisaje. Señalada fue la desarrollada por Adelina Labrador, madrileña pero viajera por todo el centro de la península. En una exposición montada en el madrileño Salón Cano presentó paisajes de Madrid, Toledo, Ávila y Segovia, todos buen ejemplo del quehacer -”simplemente impresionista”- de esta mujer formada con profesores como Eduardo Martínez Vázquez.

14. Francisco Núñez Losada, salmantino y otro de los grandes paisajistas castellanos, fue director del Curso de Pintura de Paisaje de Segovia el año 1956 . Y por entonces tuvo que ser cuando, recorriendo la ciudad, conoció la Puerta de Santiago y la pintó. Subiendo desde el valle, envuelta en ramaje y confundida toda ella con luces suaves, colores también suaves de media mañana agosteña y emociones de historia ya lejana.

15. Por los años del despegue del turismo proliferaron las guías para viajeros y en la de Segovia escrita por Juan de Contreras, se lee esta recomendación: “Los que tengan tiempo y resistencia para disgresiones de este itinerario, pueden aventurarse por una calle que desciende hacia el noroeste. Costeando el huerto de los Capuchinos en un breve paseo podrán admirar la fachada renaciente del Hospital de la Misericordia, la reconstruida iglesia de San Pedro de los Picos y la puerta morisca de Santiago, en la muralla, con una de las más bellas vistas sobre el Alcázar”. Los becarios del Paular solían leer esas guías.

16. Antonio Moragón dominaba el lápiz, la tinta china, el temple, el óleo… Y cualquiera que fuese la técnica que usase podía moverse siguiendo tendencias realistas o creando fantasías que podían ser órficas o cubistas si de jugar con la luz se trataba. En esta línea hizo una serie de dibujos para ilustrar su libro “Segovia. Ecos de una tarde”, adornado con estampas de evocaciones románticas y bella literatura, editado por una Caja de Ahorros que, por aquellos momentos, se enorgullecía de dar altura a las producciones de su Obra Cultural.

17. El historiador local, Mariano Sáez y Romero, escribía sobre esta puerta en su libro Las calles de Segovia, publicado en 1918: “Es una construcción de planta rectangular, con un arco de herradura y otro almohadillado, fuertes defensas para las guerras de otras épocas, y conserva restos de una pintura barroca representando al Apóstol. Estos arcos se cerraban de noche con fuertes planchas de hierro, que subían por una escotadura, y con puertas gruesas de madera, y se defendían por saeteras y matacanes”. El garabato expresionista de Marina Guillén Marcos quita reciedumbre a la fortaleza.

18. Juan José Llovet, poeta, dramaturgo y periodista fue miembro de la tertulia segoviana de Antonio Machado. No mucho tiempo pues como escribió uno de los contertulios “se nos perdió en tierras americanas”. En la revista madrileña La Esfera, año 1917, publicó un largo poema dedicado a dos puertas de nuestras murallas. Sólo le tomo los seis últimos versos: Arcos de San Cebrián y de Santiago / en las noches serenas, / entre el murmullo de los chopos verdes, / bajo el temblor de la luz de las estrellas, / con otros tiempos y con otras noches / los viejos arcos sueñan. Aquí, en el óleo de Inmaculada Díaz Benito, más que soñando, soñado está el viejo torreón de la Puerta de Santiago.

19. Diré, para los amantes de los pequeños detalles históricos, que esta puerta se llamó de Rodrigo Ordóñez y que pasó a llamarse de Santiago, como hemos dicho antes, por dar acceso desde la ciudad a una iglesia dedicada al Apóstol que se levantaba en sus proximidades. El Patrimonio Provincial de Turismo, el año 1990, editó unas pequeñas guías destinadas a divulgar los atractivos de algunos lugares de Segovia, capital y provincia. Sin alardes, pues las guías eran gratuitas, pero cuidadas. La que llevaba por título Intramuros I tenía la portada ilustrada con esta acuarela de Carlos Costa, ligera y de colores suaves pero atractiva en su sencillez.

20. En la iglesia dedicada al Apóstol próxima a la Puerta de Santiago había un Crucificado que tenía un brazo desclavado. Una leyenda que se venía contando desde muy atrás, y que en 1610 llevó a un libro Lorenzo Calvete (seudónimo con el que firmaba un monje del Parral) decía que lo tenía así desde el día que juró en favor de una muchacha que se había entregado a un soldado bajo promesa de matrimonio que el soldado no quería cumplir. Un día, llegó a Segovia el poeta José Zorrilla, supo del relato y lo reescribió con el título de” A buen juez, mejor testigo”, pero localizándolo en Toledo. ¡Cuántas cosas hemos perdido! Obras de arte, leyendas, gentes…

21. Antonio Moragón incluyó su dibujo de la Puerta de Santiago hecho en 1995 entre las ilustraciones de su libro Segovia “Puertas de silencio”, en el que también incluyó una descripción: “Tiene una estructura general que pudiera pertenecer a una edificación del siglo XIII, con detalles mudéjares. Tres arcos sencillos, de ladrillo, sin doblar de medio punto, y las jambas adosadas al muro en el interior de la puerta. En la cara exterior, un arco de herradura de grandes proporciones, con alfiz y dovelas radiadas”. Fue la descripción de su dibujo.

22. Segovia, cuyos paisajes pintaron en el pasado acuarelistas como José María Avrial, Martín Rico, Ricardo de Madrazo y Pedro Pérez de Castro, tiene, entre los artistas del momento, un numeroso grupo de especializados en dicha técnica. Uno de ellos, Regidor, pintó con ella esta vista de la Puerta de Santiago, bisagra entre dos lienzos de muralla y entrada a la ciudad para quienes accedían a ella cruzando el Eresma por la Puente Castellana. Original la libertad de la que hizo gala el artista en el uso del color. ¿En Segovia o delante de L´Alhamra?

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(*) Juan Manuel Santamaría
Académico de San Quirce
porunasegoviamasverde.wordpress.com
