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La ciudad de la chova piquirroja

por Redacción
15 de junio de 2014
en Segovia
Una chova piquirroja

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“¿Cómo? ¿están diciendo que existe una ciudad donde anida la chova piquirroja?”, preguntaban, con cara de incredulidad, los biólogos asistentes al IV Congreso Internacional de esta especie, celebrado el pasado mes de octubre en la localidad portuguesa de Vila Real. Y José Luis González, desde el estrado, afirmaba una y otra vez, revelando que esa ciudad se halla en el centro de la Península Ibérica y tiene por nombre Segovia. “Algunos no daban crédito a lo que estaban escuchando”, recuerda ahora González, con una sonrisa en sus labios, fruto de la satisfacción por haber contribuido a divulgar ese hallazgo científico, el de las chovas piquirrojas ‘urbanas’.

“Segovia es la única ciudad del mundo que la chova piquirroja utiliza de forma continua”, explica ahora González, quien, eso sí, matiza su afirmación advirtiendo que a pocos kilómetros, el Real Sitio de San Ildefonso también cuenta con una pequeña colonia, a modo de apéndice de la capital.

Saber por qué la chova piquirroja anida en Segovia sigue siendo hoy un misterio para los investigadores. Óscar Frías, biólogo técnico del Museo de Ciencias Naturales —uno de los centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)—, sostiene que dos factores pueden influir, “la buena conservación de los pastizales del entorno a Segovia, que proporcionan alimento a la especie” y “la alta disponibilidad de lugares de nidificación, sobre todo edificios históricos”. En cualquier caso, Frías reconoce que ambas son “hipótesis”, todavía no comprobadas.

Para avanzar en el conocimiento de la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), uno de sus principales investigadores, Guillermo Blanco, del Museo de Ciencias Naturales, formó un equipo, en el que participan González y Frías. Se trataba de llevar a cabo una labor de seguimiento de un buen número de nidos, tanto en Segovia como en otras provincias. Y, hasta la fecha, los resultados están siendo “sorprendentes”.

En los meses de marzo y abril, este equipo realiza un censo de parejas reproductoras. Y en mayo se procede a anillar algunos pollos —este año, cerca de 40 en Segovia—. En una de las patas del pájaro se coloca una anilla metálica oficial del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, a modo de ‘carné de identidad’, que permite situar su procedencia si se localiza el animal muerto. En la otra pata, una anilla de PVC, con un código alfanumérico que posibilita su lectura a larga distancia mediante el uso de un telescopio.

Tres campañas de anillamiento en Segovia han proporcionado “muchísima información” sobre la especie. Para empezar, Blanco y su equipo ahora saben que, en contra de los que aparecía en los manuales, la chova piquirroja no es sedentaria. O al menos no lo es durante toda su vida. “Tienen una etapa de dispersión juvenil, en la que llegan a viajar hasta a 200 kilómetros de su nido”, revela González. Pasada esa fase, regresan a su tierra natal. A pesar de ese dato, significativo, González se muestra cauto. “Deben de pasar todavía unos cuantos años para obtener resultados concluyentes”, avisa.

El censo de las parejas reproductoras ha proporcionado una fotografía de la especie en la ciudad de Segovia. La población, a fecha de hoy, supera las 100 parejas. Los dos dormideros más grandes se sitúan en la iglesia de El Salvador y La Catedral. Aunque cerca del 80% de los nidos están en edificios religiosos históricos, la especie también ha colonizado los barrios de más reciente construcción. Así, La Albuera suma ya cinco nidos. Y cerca de Segovia, en el Real Sitio de San Ildefonso, se han contabilizado más de 15.

A pesar de que la especie podría ser considerada como uno de los emblemas de Segovia, González lamenta el desconocimiento general que los segovianos tienen sobre ella. “No se la conoce o se la confunde con otros córvidos y es una pena”, señala González, quien después de años trabajando con ella ha llegado al convencimiento de que “es el pájaro que mejor vuela”. “Al ser de una morfología estilizada, con un pico largo, resulta muy aerodinámica, y eso la permite maniobrar muy bien en el aire, haciendo unas acrobacias muy espectaculares”, agrega Frías. Ese vuelo elegante ha inspirado incluso textos poéticos: “Siempre me ha dado la impresión de que las chovas piquirrojas, más que volar, nadan por el aire”, escribió el biólogo Francisco Sánchez Aguado en el libro “Paseo por la fauna de Segovia”.

Pues bien, a juicio de los investigadores de esta especie, Segovia “es el lugar que, posiblemente, ofrezca las mejores posibilidades para la observación” del espectáculo aéreo que supone ver volar a una chova piquirroja. Tal vez por ello, sus máximos estudiosos hayan decidido que el V Congreso Internacional de la especie tenga lugar, en 2016, en la ciudad de Segovia.

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