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Los arrieros de Sangarcía

por Félix García de Pablos
28 de julio de 2024
en Segovia
Los arrieros de Sangarcia.

Los arrieros de Sangarcia.

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En la cara oeste de Peñalara (II)

En la cara oeste de Peñalara (I)

Siguiendo la estela de la Cañada Real Soriana

El municipio de Sangarcía fue fundado por castellanos procedentes de la Abadía de San Pedro de Arlanza en Burgos, poniendo el nombre de su población en honor a San García, Abad de dicho Monasterio. Sangarcía se funda en la segunda mitad del siglo XI, quedando integrada rápidamente bajo la jurisdicción de la Abadía de Párraces, mientras que su población se dedica a la agricultura y la ganadería, construyendo su Iglesia de San Bartolomé en el año 1570. Se sabe que el lugar de Párraces estuvo habitado en la antigüedad, al mismo tiempo que existen vestigios visigodos. No obstante con la invasión musulmana en el año 711 estas tierras quedaron abandonadas hasta que con la Reconquista comenzaron a ser habitadas, No hay documentos anteriores al año 1148 y los autores difieren sobre la fecha de la fundación de la Abadía, lo que se ha demostrado es que el cabildo de la Catedral de Segovia era dueño de una iglesia a comienzos del siglo XII en Párraces, bien por propia construcción o por donación civil o como dicen algunos autores por donación del Caballero Blasco Galindo y su mujer de la iglesia, castillo y su término a la Iglesia de Segovia, que eran Canónigos Reglares de San Agustín. Sin embargo, con posterioridad se convirtieron en canónigos seglares, de manera que algunos de sus miembros no quisieron dejar la vida regular, por lo que pidieron al Obispo, Deán y Cabildo de Segovia a través del principal de ellos el maestro Navarrón, que se les diera el lugar de Párraces a propósito de preservar su vida regular. Este fue el origen de la Abadía de Párraces quedando Sangarcía incorporada a la Abadía, como quedó reflejado en un documento de 1168, donde el Arzobispo de Toledo confirma las donaciones del Obispo y Canónigos de la Catedral de Segovia a la Abadía de Párraces. Los vecinos de nuestra localidad vivían de la agricultura y ganadería debiendo acercarse a la Abadía para recibir los Sacramentos, hasta que se autorizó la construcción de una iglesia a través de una concordia de mediados del siglo XVI.

Sin embargo, la mitad del término municipal de Sangarcía pertenecía al propietario de Velagómez, mientras otra parte importante a la propia Abadía de Párraces y al Obispo de Segovia, por lo que sus habitantes debieron dedicarse a la arriería, el transporte de grano y harina a Madrid, aprovechándose de la mejora del Camino Real y del Puerto de los Leones en dirección a la capital de España.

LOS ARRIEROS DE SANGARCÍA

Estos arrieros segovianos atendieron la necesidad de abastecimiento de harina de la capital de España. En efecto, en el año 1561 se instaló la Corte en Madrid, lo que generó un aumento de la población debido al traslado del aparato político y burocrático, lo que determinó un incremento de las necesidades de abastecimiento de carne y de compra de trigo y harina, consecuencia derivada de que la población madrileña subiera también hasta los 130.000 habitantes en el año 1620.

Las autoridades locales de Madrid eran las encargadas de asegurar el aprovisionamiento de pan, mientras que el Pósito suministraba trigo a los panaderos, un trigo que procedía del alfoz de Madrid, o bien era comprado en la campiña de Alcalá de Henares o en la comarca de la Sagra toledana. Sin embargo, entre los años 1561 y 1630 se incrementó fuertemente el consumo de pan, un consumo que aumentó de las 280.000 fanegas de trigo en 1584 a 550.000 fanegas anuales en el año 1630, de modo que el Ayuntamiento de Madrid se vio obligado a comprar trigo para el Pósito, donde se almacenaban las reservas de grano y harina a disposición de los panaderos. Unas compras que se extendieron a la Meseta Norte, de modo que el cereal se remitía directamente a Madrid, o bien se mantenía en los depósitos de El Espinar o en las paneras de Navas de San Antonio, para ser molido en los molinos de la Sierra del Guadarrama y ser enviada la harina resultante a la capital.

A mediados del siglo XVII, este abastecimiento de grano se estabilizó, de modo que los arrieros de Sangarcía van a asegurar el abastecimiento de grano a Madrid, aprovechándose de la cercanía de esta localidad con la Tierra de Arévalo y la Tierra de Campos, así como su cercanía a la ruta que comunicaba Castilla La Vieja con Madrid.

La cercanía a los mercados de cereal permitía un ahorro de costes, al mismo tiempo que esa localidad estaba situada en el camino hacia Madrid, circunstancias que determinaron el nacimiento de empresas arrieras en Sangarcía, formadas por el arriero empresario, las recuas de caballerías y sus conocimientos comerciales. El arriero de Sangarcía era un empresario dedicado al tráfico mercantil, compra trigo, ajusta la molienda y posteriormente se asegura del envío de la harina a Madrid. Una gestión empresarial de forma corporativa, dado que muchas veces esos arrieros contratan conjuntamente, y muchos de ellos actuaron de fiadores de otros.

Se amplía el caserío de Sangarcía sobre la base de viviendas, que al mismo tiempo son vivienda y almacén, con amplios establos para el descanso del ganado y con un almacén de reserva de grano, como actualmente puede contemplarse en el conjunto de portadas de las casas con dinteles de piedra y su Iglesia parroquial de Sangarcía, declarada bien de interés cultural.

Los arrieros de Sangarcía unas veces se limitan a trasportar el trigo comprado por el Pósito de Madrid y otras veces compran directamente el grano que era almacenado en paneras con destino a Madrid. Arrieros que consiguieron crear una red empresarial, especializada en el comercio de grano con destino a Madrid, de modo que conducen el grano a los molinos de ambas vertientes de la Sierra de Guadarrama para su molienda y lo entregan finalmente en Madrid.

Una actividad arriera que desarrolló la población del municipio de Sangarcía que pasa a contar con 241 vecinos a mediados del siglo XVIII, un proceso que culmina con la Pragmática del año 1765 que permitía el libre comercio de granos. Los arrieros de Sangarcia se convierten así en los protagonistas indiscutibles del tráfico de cereal entre la Meseta norte y Madrid, son la garantía de suministro de grano a la capital, contando con 111 arrieros profesionales y 1.425 bestias de carga.

En definitiva, con un servicio semanal a Madrid, transportaban en un año 200.000 fanegas, más de un 25% del consumo estimado de Madrid a mediados del siglo XVIII. La mitad de la población vivía de la arriería, los arrieros de Sangarcía se profesionalizan y aseguran el suministro de pan a Madrid, en los meses de invierno trabajaban exclusivamente para el Pósito de Madrid, mientras que el resto del año trabajaban por su cuenta en su actividad de compra, transporte y venta de grano para los panaderos de Madrid. Una actividad arriera que fue decayendo a finales del siglo XVIII por las epidemias y guerras a partir del año 1803, los créditos incobrables, los embargos y requisas de medios de transporte durante la Guerra de la Independencia, dieron la puntilla a esa actividad de los arrieros de Sangarcía.
Sin embargo, esa actividad arriera trascendió a otros ámbitos, como el aumento del nivel cultural de sus habitantes y que tuvo su reflejo en los diversos personajes ilustres, originarios de esta localidad, como Bartolomé Montalvo (1768-1846), Académico de número en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y pintor de Cámara del rey Fernando VII. Discípulo de Zacarías González Velázquez, estudió en dicha Academia y participó de la etapa de transición hacia la pintura romántica, primero pintó bodegones y posteriormente destacó como paisajista, paisajes muy ricos en pormenores, aunque con toques de sentido romántico. Sus cuadros cuelgan de las paredes del Museo del Prado, del Palacio Real de Madrid y en el Monasterio del Escorial. En la Iglesia parroquial de Sangarcía podemos contemplar dos cuadros del pintor, el Martirio de San Bartolomé y la Divina Pastora, mientras que en Museo Provincial de Segovia se encuentra el cuadro titulado la Liebre, depósito del Museo del Prado.

IGLESIA DE SAN BARTOLOMÉ

El resultado de aquel auge económico determinó la construcción de la Iglesia de San Bartolomé entre los años 1684-1690 sobre los cimientos de la anterior, declarada Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León. Constituye un magnífico ejemplo del Barroco de finales del siglo XVII, con su planta de Cruz Latina y una sola nave, cubierta por bóvedas tabicadas decoradas de yeserías. Destaca su portada principal y sus retablos barrocos, pero sobresale el Retablo del Altar Mayor de estilo churrigueresco, formado por columnas salomónicas que flanquean la calle central, del año 1700, financiado por donaciones de los vecinos, al igual que la propia fábrica de la iglesia. En el cuerpo superior de la iglesia también hay que destacar el órgano barroco del año 1725, obra del organero Francisco Ortega, que se utiliza para recitales musicales y ciclos del conciertos como el reciente dentro del festival MUSEG de 2024. También hay que destacar la ermita de San Roque del año 1733 a las afueras de la localidad, conectada con el pueblo a través de un imponente calvario formado por un conjunto significativo de cruces de piedra.

Arquitectura de Sangarcía

La arquitectura de Sangarcía destaca por el trazado de sus calles y plazas, sobresaliendo la imponente espadaña de la Iglesia de San Bartolomé junto con la plaza de la Constitución y la plaza de los novillos, así como sus casas arrieras. La estructura y la distribución de la vivienda es sumamente funcional, adaptada a la arriería, el transporte y el almacenamiento de grano, lo que da origen a un tipo de vivienda en la que se incorpora un Sobrado como almacén. Sobresalen las portadas de las viviendas arrieras, algunas con arcos de ladrillo, destacando sobre todo los arcos de medio punto. Sin embargo, las portadas más conocidas son las adinteladas de piedra labrada, con ménsulas y generalmente con inscripciones que incluyen, además de la fecha de la construcción, advocaciones piadosas, como: “Ave María Purísima. De este umbral nadie pasa. Sin antes decir con Fe. Habiten en esta casa. Jesús, María y José”; “Ave María Purísima sin pecado concebida”; “Ave María Purísima. Nadie pase de este umbral sin decir fervoroso. Dios todo poderoso”.

Dentro del patrimonio industrial de Sangarcía, habría que destacar el molino de chocolate del siglo XVIII de la antigua fábrica de chocolate y el molino harinero de finales del siglo XIX, uno de los primeros en ser movido por energía eléctrica, junto con la antigua farmacia también del siglo XIX.

Trazado urbano

El caserío está formado por las indicadas casas arrieras, destacando la vivienda de la calle Ayuntamiento 5, con dos plantas y muros entramados de madera, tapial y fábrica de ladrillo, del año 1816. Junto con la casa de la misma calle en el número 2 y del año 1799, con su fachada, sobre un portal de piedra labrada, pintada en la parte superior con motivos vegetales de tradición clasicista custodiando una figura central de guirnaldas y lazos que, a su vez, encierra un jarrón con azucenas, tema alusivo a la Vieren y que Sangarcía adoptó como emblema, como consta también en la portada de la Iglesia. Mientras que en el cuerpo inferior de la fachada destaca una cruz elevada sobre peana y custodiada a ambos lados por las representaciones humanizadas del sol y la luna, junto con otros elementos decorativos barroquizantes.

Innumerables casas arrieras entorno a las amplias calles que comunican sus plazas, como la plaza de Eleuterio Delgado. Hijo de un zapatero de la localidad, realizó sus estudios en Segovia para acabar licenciándose en Derecho Civil y Canónico. Es nombrado Director General de Tabacalera y obtiene el escaño en el Congreso de los Diputados en varias legislaturas dentro del partido liberal, hasta ser nombrado Ministro de Hacienda el 30 de noviembre de 1906. Su sobrino, Wenceslao Delgado también obtuvo escaño en el Congreso, ocupó el cargo de consejero de la Caja Postal y presidente honorario de la Cámara de Comercio y de la Industrial de Segovia, y la calle real que divide el pueblo en dos lleva ahora su nombre. Precisamente en esa calle está colocada la placa de otro hijo ilustre de la localidad, Francisco Javier Mateos Montalvo, que ingresó en el Banco de España el 1 de mayo de 1885 como escribiente con un sueldo de 1.250 pesetas anuales, pero que con su esfuerzo consigue su nombramiento como Subgobernador Primero del Banco de España el 24 de enero de 1931.

Plaza de los Novillos

Los encierros y capeas en Sangarcía están documentados desde finales del siglo XVII, como lo acredita la actual plaza de los Novillos, encierros que han sido reconocidos como “Encierros Taurinos Tradicionales” por la Junta de Castilla y León, habiéndose recuperado los encierros camperos el pasado año. Los encierros se han realizado de forma continuada en las fiestas patronales en honor de San Bartolomé entre los días del 24 al 26 de agosto, a pesar de las prohibiciones como la Real Cédula de S.M. y Señores del Consejo, de 10 de febrero de 1805, por la que se prohíben absolutamente en todo el Reyno, sin excepción de la Corte, las Fiestas de Toros y Novillos de Muerte, y que se conserva en el Ayuntamiento. Una Real Cédula que nunca se cumplió dado que hablar de las fiestas de Sangarcía es participar en sus encierros y bailar al son de su jota, “la rebolada de Sangarcía”, y que ha sido inmortalizada por el Nuevo Mester de Juglaría al incluirla en su magnífico repertorio.

En resumen, resulta obligada una visita a Sangarcía y contemplar su magnífico patrimonio histórico artístico, revivir su pasado arriero y compartir la idiosincrasia de sus gentes.

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