A mediados de 2018 la abuela de Antonio había empeorado en su estado de salud. Había que ir pensando ya en dónde se depositarían sus restos.
A Antonio, que era jefe del departamento de Recursos Humanos del Ayuntamiento de Calpe, y a su familia les parecía el lugar más adecuado el nicho que colindaba con el del abuelo, muerto hacía años, en la parte antigua del cementerio. Había un inconveniente, sin embargo, que habría que salvar: en el nicho deseado estaba enterrado un ciudadano alemán muerto en 1973 de nombre Herman August Wilhelm Klatt, cuya familia había pagado por una ocupación “a perpetuidad”.
Entonces contactó con un colega del Ayuntamiento, el Concejal de Deportes y Cementerios, Bernardo, para que le echara una mano.
Mira, Bernardo, que ese hombre lleva enterrado allí muchos años, el nicho está abandonado, su familia ya no se ocupa de adecentar la lápida, ni se sabe de ellos, seguramente ni se van a enterar, y tal y tal.
Bernardo, que sabe que las cosas llevan un trámite, trata de convencer a la administrativa que gestiona los asuntos directos que afectan al cementerio municipal.
Oye, qué te parece si desalojamos ese nicho y se lo adjudicamos a la familia de Antonio, que la pobre abuela está a punto de morir y estaría bien que descansara al lado de su difunto marido. Es cuestión de humanidad, etc., etc.
Pero la administrativa que no tiene un pelo de tonta consulta con la Jefa del área de Régimen Interior, su superiora en el escalafón. Se siente, pero el asunto no es legal, es su respuesta. En el cementerio queda espacio de sobra y, además, el ciudadano Klatt tiene derecho a disfrutar de su nicho hasta que transcurran 99 años, que es el plazo que la administración entiende por “perpetuidad”.
A POR EL NICHO
La abuela de Antonio no se muere todavía. Aún le quedan unos pocos meses más de vida. Su estado se vuelve crítico, sin embargo, a mediados del mes de enero de 2019. En la familia de Antonio entran las prisas y las urgencias. Hay que conseguir ese nicho como sea.
Bernardo, el concejal, vuelve a la carga con la administrativa del cementerio.
Mujer, “hay que hacerlo sí o sí”, “da una orden verbal a los sepultureros y mira para otro lado”, “no hay que ponerle puertas al campo”, argumenta el concejal, alterado y con cierto tono de amenaza, para convencer a la proba empleada de que acceda a sus requerimientos.
Pero la administrativa se mantiene en sus trece: es ilegal y no va dar su brazo a torcer, a no ser que el concejal, como máxima autoridad en la gestión del cementerio, le dé una orden por escrito y firmada de su puño y letra.
No se hable más; Bernardo contacta con Antonio para que redacte una Providencia ya que, como técnico del ayuntamiento, está acostumbrado a hacer este tipo de documentos. Y la firma él mismo después de su envío urgente por correo electrónico. La Providencia, dirigida a los sepultureros, ordena el desalojo del nicho ubicado en el Grupo 07, Fila 02, Número 05 del Cementerio de Calpe, donde está enterrado Klatt el alemán, y que los restos se trasladen a un osario común.
A partir de entonces se desencadena una actividad frenética. La abuela muere el 22 de enero y los sepultureros reciben la orden de desalojo del nicho en la mañana del 23 de enero. Desmontan la lápida que contiene nombre y fecha del fallecimiento del alemán, rompen la pared de yeso que cierra el nicho, extraen el féretro, recogen sus huesos, los envuelven en un sudario que etiquetan con sus datos, y lo trasladan a un osario. La caja de madera la tiran a un contenedor de basura.
El nicho ya está vacío, dispuesto para recibir en medio de las manifestaciones de duelo y pésames, esa misma tarde, los restos de la abuela de Antonio. Justo a tiempo, por los pelos. La finada ya está pared con pared con su marido, juntos para gozar de la Gloria eterna.
TRAMPOSOS
Pero a la oposición del Ayuntamiento de Calpe le llegó el soplo de los tejemanejes del concejal, del PP, y de su colega de Recursos Humanos.
Al secretario del PSOE en Calpe, y actual concejal, Marco Bittner, le avisaron de que se iba “a cometer una irregularidad” en el cementerio y aprovechó que fue a un entierro para hacer fotografías la misma mañana de la exhumación. A los enterradores todo aquello les escamó, pero continuaron su trabajo porque ignoraban que la exhumación era ilegal y contaban con la orden escrita del concejal.
Desde hacía unos años andaban con pies de plomo después del expediente disciplinario que el ayuntamiento les había incoado por cobrar presuntamente por las exhumaciones a particulares y funerarias, ya que decían que eso no formaba parte de sus obligaciones. Así pues, los sepultureros pidieron que las exhumaciones se ordenasen siempre por escrito pero, aunque se les denegó tal petición, con la orden de Bernardo, en su calidad de Concejal delegado del Cementerio, consideraron que en este caso su responsabilidad estaba cubierta.
Bittner presentó tres escritos en el Ayuntamiento solicitando explicaciones y Bernardo le contestó solo a uno de ellos para afirmar que la actuación “estaba bien y cumplía las normas”.
Realmente la actuación contravenía la normativa vigente: inobservancia de los presupuestos legales y procedimientos administrativos, y sobre todo no haber dado traslado previo ni informar a los familiares de Klatt, a quienes no se intentó localizar ni informar de dicha exhumación, ni siquiera mediante un edicto, con anterioridad a su ejecución.
PROVIDENCIA FAKE
Además de todo ello la Providencia redactada en Recursos Humanos y firmada por el concejal era pura chapuza administrativa. Se le había dado un número de registro igual al de otra Providencia anterior del mismo servicio, PERS 2017/OFINOT/01314, que en realidad se correspondía con un expediente administrativo en materia de personal que no tenía relación alguna con el cementerio.
Se trataba obviamente de emitir una orden con apariencia de legalidad desde un departamento ajeno y encabezado por un número de registro falso. En ella se decía que “se proceda a la exhumación y reducción de restos de Herman August Wilhelm Klatt, fallecido el 12/04/1973, para su traslado al nicho común”, apareciendo como funcionario ordenante Bernardo, en calidad de Concejal Delegado del Cementerio del Ayuntamiento de Calpe, y como destinatarios de las órdenes en ella contenidas los sepultureros del cementerio.
El asunto afloró en la prensa casi inmediatamente y se organizó un pequeño escándalo a nivel local.
FALTA DE NICHOS
La ciudad de Calpe está situada al norte de la costa alicantina, en la comarca de la Marina Alta. Sus playas y su clima atraen a un aluvión de turistas y a muchos residentes extranjeros. Actualmente registra una población de cerca de 26.00 habitantes de los que casi la mitad son foráneos -británicos, rumanos y alemanes en su mayoría. En fechas anteriores su población era mayor y la proporción de extranjeros ascendía a más del 62%.
Los extranjeros también se morían en Calpe e iban a parar a su cementerio.
Su sección antigua registraba un número importante de lápidas en las que figuraban nombres de ciudadanos cuyo origen era claramente foráneo. Tumbas en su mayoría compradas a perpetuidad.
Parece que la situación desde principios de este siglo era bastante agobiante por falta de lugares de enterramiento, lo que había motivado que, según denuncia aparecida en la prensa local, se hubieran producido exhumaciones ilegales de al menos 18 tumbas, en su mayoría de extranjeros, cantidad que podría ser superior.
Pese a que en el año 2012 se incorporaron dos zonas más de enterramientos, en la parte antigua del cementerio se pueden observar lápidas de inhumaciones más o menos recientes que no habían ido a parar a las nuevas hileras de nichos, lo que es indicio de que se practicaron abundantes exhumaciones cuya legalidad podría ser dudosa. Las “okupaciones” no son solo cosas de vivos.
Con el fin de acabar con la saturación, el Ayuntamiento de Calpe aprobó en 2017 una nueva normativa del cementerio que restringía la antigua perpetuidad a 99 años en los enterramientos anteriores a 1986 –el caso de Klatt- y disponía además que los nuevos tuvieran un plazo de ocupación de veinte años.
Según la administrativa del cementerio, a raíz de esta nueva normativa, el propio Bernardo le pidió que hiciera un listado de los nichos con plazo de 99 años, de extranjeros sobre todo, con el fin de maniobrar de alguna manera para que el Ayuntamiento pudiera recuperar su titularidad. De nuevo la Jefa del área de Régimen Interior advirtió de la ilegalidad de la pretensión y nunca se llegó a efectuar el listado.
La gente se muere, ha vuelto a haber escasez de espacio en el cementerio de Calpe, y ya se contempla una nueva ampliación del recinto.
A CONTAR GAVIOTAS
El enfrentamiento con Bernardo acarreó un estado de estrés y de ansiedad con una subida de tensión a la administrativa del cementerio que la mantuvo de baja por incapacidad temporal por espacio de dos meses.
Con categoría de auxiliar administrativa, la mujer trabajaba en una dependencia fuera del edificio del Consistorio. En su oficina era la única empleada y se encargaba de los temas administrativos en la gestión del cementerio: registraba los fallecimientos y asignaba las inhumaciones en los nichos correspondientes, hacía los listados de fallecidos, cobraba las tasas, etc. Jubilada en la actualidad, había trabajado para el Ayuntamiento entre 1993 y 2023.
Bernardo se enfadó mucho cuando la prensa aireó el asunto del nicho usurpado y achacó la filtración a la administrativa. A partir de entonces fueron constantes sus descalificaciones en contra de la empleada, a la que trataba de vilipendiar sembrando dudas sobre su competencia profesional.
“Voy a ir a por ella”, “es una incompetente”, “no sé si podré despedirla pero la pondré en la terraza a contar gaviotas”, “a ver cómo puedo putear a esa tía”, fueron frases que muchos compañeros del Ayuntamiento oyeron en boca de Bernardo refiriéndose a la empleada. Un acoso laboral en toda regla, según la denuncia que puso la mujer contra el concejal.
ANTE LA JUSTICIA
El asunto del truqueo del nicho donde fue enterrada la abuela de Antonio llegó a los Tribunales. La sección segunda de la Audiencia Provincial de Alicante estudió el caso en febrero de este año. Ejercía la acusación particular la administrativa del cementerio contra Bernardo y Antonio por los delitos de prevaricación administrativa, acoso laboral y un delito de falsedad en documento oficial.
Para la Fiscalía los hechos que se iban a juzgar constituían además de los delitos anteriores otro “relativo al ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas” en su modalidad de “delito contra el respeto a los difuntos”.
Los acusados habían actuado “con plena consciencia de la ilicitud de los actos que realizaban al ser sobradamente conocedores de que no estaban amparados por la normativa vigente, con total inobservancia de los presupuestos legales para la ejecución de tales prácticas funerarias, sin seguir los protocolos en materia de exhumación ni adoptar las medidas necesarias para garantizar la salud pública y la debida consideración y respeto que merecen los restos humanos y con el más absoluto desprecio hacia la memoria del difunto Herman August Wilhelm Klatt y los derechos funerarios de sus parientes y familiares”.
Solicitaba además la reparación del daño causado, debiendo reponerse a la situación anterior a la comisión del delito los restos mortales de Katt, y debiendo asumir los acusados los gastos íntegros de la reposición.
Para las defensas, como cabe esperar, se trataba todo de un “montaje político”.
La sentencia, emitida el pasado 16 de julio, fue bastante benigna con los encausados. A Bernardo le cayó una condena de nueve años de inhabilitación especial para empleo o cargo público por prevaricación administrativa y a Antonio dos años, tres meses y un día de inhabilitación por complicidad en el mismo delito. Los magistrados absolvieron a ambos del delito contra el respeto a los difuntos, y a Bernardo le absolvieron también de los de acoso laboral y de falsedad documental.
Por último, la sentencia no obligaba a los condenados a la reparación del daño que pedía la Fiscalía: no tendrán que reponer los huesos de Katt a su morada original desalojando a la abuela de Antonio. Ambos difuntos podrán descansar en paz.
