Inés Morencia/EFE
Ana Zamora, dramaturga y directora escénica, es uno de los referentes del teatro clásico español por su pasión y valentía al afrontar retos, en este caso el de abordar el Barroco de la mano de “El castillo de Lindabridis”, de Calderón de la Barca, que este domingo ofrecerá en el festival Olmedo Clásico.
Cada proyecto implica un año de documentación e investigación y después encerrarse en Segovia, su ciudad, para disponer de dos meses de convivencia con los miembros de su compañía, Nao D’Amores, con el fin de afianzar esa familia teatral, de ampliar el conocimiento y crecer mientras preparan la obra.
Con esta pieza calderoniana tuvo que “empezar de cero” porque el teatro barroco era un terreno desconocido para ella y tuvo que “remangarse”, ponerse al día para ver “qué era y qué es Calderón”, pero resultó gozoso pese a ser “un estudio contrarreloj, duro”, ha explicado este sábado en una entrevista con EFE.
Esta obra también circula por el Renacimiento y el Medievo, por lo que halló cierta zona de confort durante su análisis, y ha descubierto que sigue sintiéndose “más cerca de repertorios prebarrocos” y de esa perspectiva más estética de las piezas.
La música
Como suele ser habitual en sus trabajos, la música adquiere un especial protagonismo en “El castillo de Lindabridis”, más si cabe en esta creación de modalidad cortesana pero con el condicionante de no poder contar con la que ha sido la directora musical de la compañía durante veinte años, Alicia Lázaro, fallecida en 2022.
Pero Miguel Ángel López y María Alejandra Saturno han sabido coger el testigo para desarrollar el código que Ana Zamora y Alicia Lázaro habían establecido “sin repetir fórmulas”, lo que ha aportado el enfoque adecuado a las necesidades del texto.
En esta pieza de Calderón se fusionan la realidad y lo imaginario, con elementos novelescos y caballerescos, y ese lenguaje poético tan característico de esta agrupación segoviana que protagoniza una princesa, Lindabridis, viajera en un castillo volador en busca de un caballero que le permita hacerse con el reino.
Sin prejuicios
En un mundo en el que se defiende el feminismo, la dramaturgia de este trabajo puede entenderse de una forma o de otra, “pero lo más importante es adecuarlo a su contexto y aparcar espacios preconcebidos y, no tener miedo a contar ciertas historias, ni a prescindir de personajes maravillosos porque no actúen acorde a determinados patrones”, ha aclarado.
Al estar enmarcada en un mundo de fantasía, “El castillo de Lindabridis” se convierte en “un juguete del teatro cortesano e ilusionante porque permite romper con la idea de un Calderón misógino o aburrido, para adentrarse en lo imaginario, lo que permite poner en marcha la maquinaria de la relojería teatral”, ha proseguido.
Para ello se hace valer de un elenco y de unos músicos de gran nivel, lo que añadido a la escenografía y a la dirección le han procurado buenas críticas de medios y público desde su estreno en la sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico: cuarenta funciones antes de pasar por los festivales Almagro y Cáceres.
Tras subirse al escenario de la Corrala del Palacio del Caballero de Olmedo, visitará el de Alcántara (Cáceres) y Niebla (Huelva) y la Feria de Teatro de Castilla y León, en Ciudad Rodrigo (Salamanca), que aportará “una proyección más allá de los festivales de verano”, y ya tiene garantizada una “buena gira” para el otoño.
Después de hacerse con el Premio Nacional de Teatro el pasado año, ha aumentado la “popularidad” de Nao D’Amores y “aunque da un poco de vértigo”, Zamora lo ve como “un apoyo para seguir trabajando con rigor y mantener las señas de identidad”.
Autocrítica
Ejerce también como una especie de pomada para curar esa severa autocrítica a la que se somete la directora teatral, y que le lleva a ir a cada uno de los “bolos”, ya que es una obra “que es fácil que se desmadre” por todos los componentes que contiene, si bien los actores la van haciendo suya “sin escaparse de los parámetros de partida”, lo cual la va enriqueciendo con el tiempo.
Un año más, forma parte de la programación del festival olmedano “uno de los puntales para el desarrollo del teatro clásico en Castilla y León y que se ha convertido en un gran apoyo para la compañía, al igual que sus jornadas, que potencian la faceta investigadora, para seguir dando viveza al rico patrimonio teatral”, ha concluido.
