Ángel Galindo García
Quizás alguno se extrañe si decimos que el primero que hizo el camino de Santiago fue, según la tradición, el mismo Santiago. ¿Quién fue este personaje que tantos, sin conocerle, le recuerdan en pleno siglo XXI?
Para conocerle habría que situarlo en el contexto y en la devoción sobre él; pero a la vez despojarle de las leyendas y mitos que se ha creado en torno suyo. Una de las leyendas es la de su `presencia en la batalla de Clavijo narrada por juglares y poetas medievales y modernos: “Dice un hombre que ha visto a Santiago / en tropel con doscientos guerreros. / Iban todos cubiertos de luces, / con guirnaldas de verdes luceros, / Y el caballo que monta Santiago / Era un astro de brillos intensos”. Así evoca Lorca en su “Balada ingenua” (1918) el camino mítico de Santiago Campeador por el firmamento, paralelo al de la tierra, que ha marcado indeleblemente los territorios y los confines de las Españas.
Si vas a recorrer el Camino de Santiago, tienes sí o sí que conocer la figura del Apóstol. En la Biblia se alude habitualmente a él bajo el nombre de Jacobo, término que pasó al latín como Iacobus y derivó en nombres como Iago, Tiago y Santiago (sanctus Iacobus). Santiago de Zebedeo o Santiago el Mayor fue uno de los primeros discípulos en derramar su sangre y morir por Jesús. Miembro de una familia de pescadores, hermano de Juan Evangelista -ambos apodados Boanerges (‘Hijos del Trueno’), por sus temperamentos impulsivos-; y uno de los tres discípulos más cercanos a Jesucristo, el apóstol Santiago no solo estuvo presente en dos de los momentos más importantes de la vida del Mesías -la transfiguración en el monte Tabor y la oración en el huerto de los Olivos-, sino que también formó parte del grupo restringido que fue testigo de su último milagro, su aparición ya resucitado a orillas del lago de Tiberíades.
Tras la muerte de Cristo, Santiago, apasionado e impetuoso, formó parte del grupo inicial de la Iglesia primitiva de Jerusalén y, en su labor evangelizadora, se le adjudicó, según las tradiciones medievales, el territorio peninsular español, concretamente la región del noroeste, conocida entonces como Gallaecia. Algunas teorías apuntan a que el actual patrón de España llegó a las tierras del norte por la deshabitada costa de Portugal. Otras, sin embargo, dibujan su camino por el valle del Ebro y la vía romana cantábrica e incluso las hay que aseguran que Santiago llegó a la Península por la actual Cartagena, desde donde enfiló su viaje hasta la esquina occidental del mapa.
Tras reclutar a los siete varones apostólicos, que recibieron la misión de evangelizar en Hispania, el apóstol Santiago regresó a Jerusalén, según los textos apócrifos para, junto a los grandes discípulos de Jesús, acompañar a la Virgen en su lecho de muerte. Allí fue torturado y decapitado en el año 42 por orden de Herodes Agripa I, rey de Judea. Después, la Virgen se le hará presente sobre un pilar de Zaragoza.
Fueron estos siete discípulos, relata la leyenda, los que, tras escaparse aprovechando la oscuridad de la noche, trasladaron el cuerpo del apóstol Santiago en una barca hasta Galicia, adonde arribaron a través del puerto de Iria Flavia (actual Padrón). Los varones depositaron el cuerpo de su maestro en una roca y fueron a visitar a la reina Lupa, que entonces dominaba desde su castillo las tierras donde ahora se asienta Compostela, y solicitarle a la poderosa monarca pagana tierras para sepultar a Santiago.
La autenticidad de los restos del apóstol Santiago ha generado, sin embargo, no pocos y encendidos debates y protagonizado meticulosas investigaciones. El inverosímil traslado del cuerpo del discípulo de Jesús hasta suelo gallego es solo una de las muchas lagunas de una tradición que se mueve entre el rigor histórico y las leyendas mágicas.
Las excavaciones llevadas a cabo a finales del siglo XIX, al perderse la pista de los restos de Santiago, revelaron la existencia de un escondite dentro del ábside, donde se ocultaron, y se perdieron, durante años, los huesos del Apóstol. En 1884 el papa León XIII reconoció oficialmente este evento. Ahora nos toca celebrar su fiesta y visitarlo en Compostela.
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* Profesor emérito.
