Han pasado dos semanas y media desde que se celebraran las elecciones europeas y el cabeza de lista del partido ganador, el conservador Jean-Claude Juncker, no ha encontrado más que piedras en el camino para conseguir la Presidencia de la Comisión. Por ello, y en vistas de los desacuerdos entre los Estados miembros e, incluso, en el seno de los populares comunitarios, el luxemburgués se mostró dispuesto a claudicar en su objetivo de dirigir la CE.
La gota que, al parecer, colmó el vaso de la paciencia del exjefe del Eurogrupo fue la reunión mantenida el pasado lunes entre la cancillera alemana, Angela Merkel, y el primer ministro británico, David Cameron, en la que el premier mostró su desacuerdo con la postulación de Juncker.
Según informó ayer la prensa germana, fue el propio candidato quien manifestó su «renuncia voluntaria» a Merkel.
Por ello, la preocupación ahora dentro del Partido Popular Europeo es encontrar un nuevo aspirante. El sonado nombre de Christine Lagarde, directora del FMI, se descartó el pasado viernes, siendo ella misma la encargada de desmentir cualquier opción. Ahora, los conservadores sopesan los nombres de los jefes de Gobierno de Irlanda, Finlandia o Dinamarca.
