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Pío Baroja ‘bautiza’ a los españoles

por José María Martín Sánchez
26 de junio de 2024
en Tribuna
JOSE MARIA MARTIN (DEPORTES)

JOSE MARIA MARTIN (DEPORTES)

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Justificación, si falta hiciere. Sucede que ‘me encontré de frente con Pío Baroja y una de sus muchas frases míticas. Creyendo ver en ella similitudes suficientes  para bien ‘engrasar’ la comida de hoy, aquí se la transmito por si entienden que la pueden compatibilizar con el aire – a veces irrespirable-, que se mantiene sobre nuestras cabezas. Lean:

Lugar: Café de Levante de la calle del Arenal (Madrid). Mitad siglo XIX. En el referido se inventó una tertulia de ‘gran altura intelectual’ D. Ramón del Valle Inclán, donde al olor intenso del café se reunían Azorín, Rusiñol, Romero de Torres, hermanos Baroja (Pío y Ricardo), Gutiérrez Solana, Vivanco, Azorín…. Pura generación del 98.

Noche del 13 de mayo de 1904. Baroja, cuando se mantenía entre los contertulios el análisis concienzudo sobre el ser y estar de los españoles, sorprende a sus compañeros de ‘viaje’ emitiendo un docto dictamen  de las distintas clases de ‘españolitos’. Fue ese momento cuando el novelista vasco de Donostia, no sin sorpresa  de los componentes del ‘corrillo’, dijo:
‘La verdad es que en España hay siete clases de españoles… sí, como los
siete pecados capitales. A saber:   

  1. 1. Los que no saben;
  2. Los que no quieren saber;
  3. Los que odian el saber;
  4. Los que sufren por no saber;
  5. Los que aparentan que saben;
  6. Los que triunfan sin saber y
  7. Los que viven gracias a que los demás no saben.

Estos últimos se llaman a sí mismos políticos y a veces hasta intelectuales’.

¡Qué síntesis!

Baroja, sencillamente genial. Su frase es merecedora de ser grabada en mármol y que por los siglos de los siglos estuviera visible al paso de generación en generación

Las ordenanzas de los Zurzidores

Siendo las 11 horas del día 31 de mayo de 1609; teniendo como lugar de reunión uno de los salones del Palacio de las Plagas, junto a la iglesia de los santos Justo y Pastor, se juntaron maestros y oficiales del oficio de Zurzir y Apuntar o Gremio de Zurcidores segovianos, con el escribano de su Majestad, Juan de Herrera y el alguacil mayor, Gonzalo Rodríguez de la Coba, para tratar y hablar sobre las ordenanzas que pretendían hacer. En total de reunidos medio centenar, todos trabajadores del ‘sector’.

No plasmo aquí todo lo acordado, pero sí cuestiones interesantes, cuando menos para aquella época.

El primer punto, en el que no hubo debate alguno, fue el llevar a efecto una fiesta cada año en la iglesia/ermita de Santa Lucia, ‘con su misa y vísperas cantadas’. La ermita era jurisdicción de la parroquia –entonces-, de San Justo.

Otro punto de acuerdo fue el de contratar y pagar salario a médico y barbero, ‘para curar a enfermos de la Hermandad’. Donde se concretaba: ‘cuando un hermano caiga enfermo es nuestro deseo que sea curado a costa de la Hermandad, y cada ocho días el médico de parte (zédula), para que se pague al enfermo 8 reales cada semana’.

Con el fin de llevar un control sobre el enfermo, dos diputados de la Hermandad visitaban y veían hasta cuándo se le podía dar la limosna, al tiempo que comprobaban las fechas de las zédulas firmadas por el médico (1), y estudiaban la situación de los convivientes con el enfermo: ‘Ordenamos que si alguna mujer de los hermanos de la Hermandad, estando bajo (literal) su marido cayese mala, se la dé médico y botica. Si tal mujer enviudase se la ayude y si se casare de nuevo con hombre que no sea de los citados oficios, no se la dé nada’.

¿Ideas de otros tiempos?

Recuerde quien leyere que se está haciendo referencia a los inicios del siglo XVII y que algunos de aquellos acuerdos han llegado y mantenido en la práctica hasta nuestros días. Fueron pioneros con ideas muy claras. Un ejemplo de su particular legislación social’:

‘Si la mujer de un hermano cayese enferma estando su marido enfermo, se la dé médico, botica, barbero y cuatro reales cada semana, de más de los ocho que recibiera su marido, y que todos los pagos vayan firmados por dos diputados de la Hermandad’. En ese sentido ampliaban o delimitaban servicios. Como ejemplo: ‘Si fueran los hijos los enfermos, la Hermandad no estará obligada a dar nada. Ello quedará a la voluntad de los diputados’. Y si alguna mujer quedara viuda con hijos también será al albedrio de los diputados socorrerles.’

Al leer el texto reparé en un pasaje que consideré muy interesante. Vean: ‘si la Hermandad tuviera dineros sobrados y con pocos enfermos, es nuestra voluntad que en tres pascuas del año se repartan entre todos ellos 60 reales, 20 entre oficiales del oficio que fuere, viejos que no puedan trabajar o viudas que hayan sido hermanas de trabajadores’.

De hermanos y cuotas

¿Cómo se mantenía la Hermandad? Sepan. Cada uno de los hermanos se obligaba a pagar una limosna (cuota) de 16 maravedís cada semana y para siempre. La referida limosna se recogía todos los domingos al salir de misa a través de los hermanos nombrados para ello, con una apostilla: ‘aquellos aprendices que ‘actúen’ como oficiales en los obradores y quieran entrar en la Hermandad, también tienen que abonar la referida cantidad, y si no la pagan que se la descuenten de su trabajo’.

Todas y cada una de las actuaciones de los diputados y ‘visitadores’, obligado era que se ‘asentaran’ en un libro abierto a tal fin, con día, mes y año de su entrada. Se dejó clara constancia de que en la Hermandad no podría entrar ‘ninguno que no fuera del oficio’

Los referidos Estatutos fueron aprobados y tuvieron vigencia desde 12 de julio de 1609. El primer  tesorero de la Hermandad, puesto clave, fue el zurcidor Gaspar Crespo. Firmaron las ordenanzas Juan de San Martín, Diego Sánchez Espinosa, Diego Salazar y Juan de Turégano. (2). De aquello se han superado cuatro siglos

__________

(1)El médico estaba obligado a entregar una zédula cada ocho días.

(2)Juan de Vera. Estudios Segovianos. Nº 16-18.

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