El derrocamiento del presidente egipcio elegido democráticamente Mohamed Mursi por parte del Ejército anteayer, tal y como pedían los miles de manifestantes, ha ocasionado una fractura en la sociedad civil entre los islamistas moderados de los Hermanos musulmanes y el resto de la ciudadanía.
El hasta ahora presidente de la Corte Constitucional egipcia, Adly Mansur, juró ayer el cargo de presidente interino del país, mientras las autoridades lanzaban una campaña de arrestos contra varios líderes del grupo islamista.
Pese al llamamiento de Mansur a que los Hermanos Musulmanes formen parte de un amplio diálogo nacional, las autoridades detuvieron a su líder espiritual, Mohamed Badie, que fue arrestado bajo los cargos de incitar a la violencia, informó un funcionario del grupo islamista. Las autoridades judiciales egipcias emitieron una orden de arresto también contra el segundo de Badie, Jayrat al Shater, acusado de los mismos cargos.
Otros líderes de los Hermanos Musulmanes también se encuentran bajo arresto domiciliario y su canal de televisión Misr25 fue cerrado, al igual que otras televisiones de este colectivo.
Por su parte, el hasta ahora presidente Mohamed Mursi, depuesto el pasado miércoles por el Ejército tras masivas protestas sin precedentes para que renunciase, se encuentra retenido en el Ministerio de Defensa.
Procedente de las filas de los Hermanos Musulmanes, Mursi, elegido hace un año en elecciones democráticas, habló de un «claro golpe de Estado militar», pero la cúpula castrense justificó su acción alegando su rechazo por millones de ciudadanos.
«Los Hermanos Musulmanes están invitados a participar en la vida política y no serán excluidos. Si ellos responden, serán bienvenidos», apuntó Mansur, de 67 años.
El nuevo presidente prestó juramento ante los magistrados del Tribunal Constitucional y en su discurso saludó las masivas manifestaciones que precedieron a la decisión del Ejército de suspender la Constitución y derrocar a Mursi.
Mansur encabezará un Gobierno de transición sin adscripción partidista cuya composición no se conoce aún. El Gabinete tendrá que preparar el camino para la celebración de nuevas elecciones tanto a la Presidencia como al Parlamento, así como reformar la Constitución. Todavía no se conoce el calendario para la transición.
Los últimos acontecimientos en Egipto despertaron reacciones dispares entre líderes de Próximo Oriente y Europa. Así, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, dejó en claro que no estaba satisfecho con el rol desempeñado por los militares egipcios. Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, instó a las Fuerzas Armadas del país a «devolver la autoridad a un Gobierno civil lo antes posible», al tiempo que reveló que ha ordenado revisar la ayuda estadounidense. Asimismo, España solicitó la celebración de elecciones «sin tardanza».
Mientras tanto, tras los incidentes entre seguidores y detractores del depuesto presidente Mursi se registraron al menos seis muertos en el bastión islamista en el norte Marsa Matrouh.
Por el contrario, decenas de miles de opositores de Mursi, que llevan realizando protestas masivas desde el domingo para exigir su dimisión, celebraron en la plaza Tahrir el derrocamiento.
Nada contentos con la nueva situación política del país, la coalición islamista que encabezan los Hermanos Musulmanes llamaron a los egipcios a que se manifiesten hoy en todo el país en un Viernes del rechazo contra el golpe de Estado militar que ha derrocado al presidente electo Mohamed Mursi.
La Coalición Nacional en Apoyo a la Legitimidad «llama a los egipcios a echarse a las calles y movilizarse pacíficamente» tras la oración del viernes para «decir no a las detenciones militares, no al golpe militar». El llamamiento fue emitido en una mezquita en los suburbios de El Cairo, donde partidarios de Mursi han realizado una semana de apoyo al político.
