En la provincia de Segovia hay 27 monumentos en la Lista Roja de patrimonio amenazado con la ruina o la desaparición, según la asociación en defensa del patrimonio Hispania Nostra. Para algunos de estos testigos de la historia no hay esperanza alguna y pasarán a la lista negra, que incluye los monumentos ya perdidos o sin posibilidad de recuperación. Es el caso del Palacio de Valsaín, antiguo pabellón de caza de los Trastámara, que Felipe II convirtió en un fastuoso palacio, donde celebró su boda con Ana de Austria y donde nació su hija Isabel Clara Eugenia, que llegó a ser soberana de los Paises Bajos. En el CENEAM de Valsaín se puede ver una maqueta que reproduce cómo era este magnífico palacio. Hoy apenas queda una torre en pie y algunos restos que se mezclan con construcciones posteriores. Pese a ser un Bien de Interés Cultural su estado actual es de ruina y abandono, y los tímidos intentos de consolidar al menos lo que queda no han fructificado.
Riqueza oculta
“Este ejemplo es uno más del basto patrimonio abandonado que no encuentra un modo de perdurar. La escasez de recursos, que existe, no debiera ser óbice para que la defensa del patrimonio no fuera una prioridad, no solo para los poderes públicos y para los políticos, sino también para la base de la sociedad. Hasta una ruina puede ser una esperanza, y debemos transmitir esa idea a la sociedad y que vea en el patrimonio una posibilidad de futuro”, explica el presidente de la Fundación Santa María La Real, Ignacio Fernández Sobrino.
En el casco histórico de Segovia, en la Plaza de Santa Eulalia, se mantiene a duras penas sostenida por unas vigas de hierro la fachada de la Casa de los Buitrago, declarado Bien de Interés Cultural. Los segovianos y visitantes que pasan por allí la han visto siempre oculta entre andamios y casi nadie repara en ella y menos conocen su historia.
Los hermanos Antonio y Pedro Buitrago, regidores de la ciudad, fueron “capitanes de la gente de Segovia” a las órdenes de Juan Bravo y se jugaron la vida y sus haciendas en la revolución de los comuneros. La casa del siglo XV es uno de los pocos ejemplos que quedan de casas señoriales contruidas en el que era entonces el arrabal de la capital. Un poco más abajo aún se conservan también entre andamios algunas casas porticadas del siglo XV y XVI.
Nuevo paradigma
Alfonso Muñoz Cosme es socio de Hispania Nostra, ha sido subdirector general de Información e Investigación en el Ministerio de Cultura, y ha dirigido el Instituto del Patrimonio Cultural de España durante siete años: “para que el patrimonio amenazado cobre valor y tenga más posibilidades de ser recuperado tenemos que cambiar el paradigma e introducir nuevos instrumentos que dejen espacio a la participación social, como es el voluntariado, el asociacionismo, la colaboración de iniciativas privadas con las instituciones, o los micromecenazgos”, explica Muñoz Cosme, que pone como ejemplo a la Fundación Santa María, de Albarracín.
A finales del siglo XX Albarracín era un pueblo aislado que languidecía acosado por la despoblación. Los vecinos y comerciantes del pueblo crean la Fundación Privada Santa María de Albarracín que dasarrolla todo un programa de actividad cultural, talleres de restauración, visitas guiadas, viviendas y alojamientos inegrados en la arquitectura, todo basado en el patrimonio de la ciudad. Hoy Albarracín ha frenado el descenso de su población que ha crecido en los últimos años y ha conseguido que la ciudad sea un importante polo de atracción turística para la zona. “Ahora, quien va a Albarracín se sumerge en una ciudad de la edad media. Es un ejemplo de cómo el patrimonio puede ser una solución a los problemas de despoblación, atraer turismo y actividad y mantener a población estable en los territorios”, sostiene el experto.
Disciplina social
En el castillo y las muralas que presiden la Plaza Mayor de Sepúlveda se amontonan edificios de épocas muy distintas: tres torreones pertenecientes a la muralla árabe del siglo X con balconadas pertenecientes a la casa de los González de Sepúlveda del siglo XVI, (donde, por cierto, nació Francisco de Cossío), y una fachada barroca acompañada de una espadaña del siglo XVIII. Alojó las oficinas del ayuntamiento pero hace tiempo que no se utiliza y el edificio, tan emblemático como curioso, está en riesgo de desaparecer.
Muñoz Cosme apunta una solución: “Antes trabajábamos con objetos inanimados para parar el tiempo y detener el deterioro de esos bienes. Hoy trabajamos con las personas, porque el patrimonio es importante en cuanto afecta a las personas, es una disciplina social y nuestro papel no es parar el tiempo, sino conectar a las personas a través del tiempo y el espacio, y esa es la función esencial que debemos otorgar al patrimonio”, concluye.
