Por fin se abrió la Puerta Grande de Las Ventas en el escalafón superior. Fue Borja Jiménez con una y una oreja físicas, pero con una faena redonda de dos trofeos para el recuerdo que quedó reducida a solo uno por la única decisión del presidente José Luis González. Al final, el equilibrio fue el de la salida en hombros, pero la rotundidad del sevillano llegó al cuajar al segundo toro de la tarde de Victoriano del Río, de nombre ‘Dulce’, bravo y con clase, en la faena -por ahora- de la feria. La suma fue justa a la entrega y capacidad de Jiménez. Completaron la terna Emilio de Justo, con opciones a premio, y Andrés Roca Rey, muy mirado, sin opciones.
Jiménez se jugaba el crédito ganado en la pasada Feria de Otoño. Julián Guerra, detrás. El sevillano no falló desde el comienzo, donde se fue a portagayola, ante un toro con clase, ritmo, repetición y bravura. Jiménez estuvo a la altura del animal y dejó dos series con la mano derecho de mando y poder. Embraguetado, se enroscó la embestida del ejemplar que fue un templo de calidad, en una faena de mucha conjunción. Una actuación redonda, que cuajó con un estoconazo. Muerte de toro bravo, de vuelta al ruedo menos para el presidente, que tampoco atendió la petición mayoritaria del público y recortó el premio a una sola oreja. Un César sin criterio. La bronca se la llevó el palco.
Hasta en tres ocasiones se fue Jiménez a chiqueros tras ser devuelto el segundo de su lote y salir después un sobrero de Torrealta. En ambas veces meció el capote con estilo y de forma variada. Continuó con un soberbio e intenso inicio de muleta donde el toro embestía con celo y clase. Entregado el sevillano dejó momentos de nota, que terminó con un pinchazo y otra espadazo y que al final acabó compensado con otro trofeo. Puerta Grande para un torero que se entregó a Madrid y Madrid terminó sacándolo en volandas.
SIN ROMPER
Abrió la tarde un astado fino, serio, corniveleto y con morrillo. Sin ser el toro de la feria, sí fue uno de los que mejor juego ofreció en lo que va de San Isidro. Tuvo humillación, exigencia, casta y codicia, en ocasiones descomponiendo la muleta propuesta el extremeño. Fue a menos, en una actuación de De Justo que volvió a ser ese diestro que tan bien torea y que tan poco transmite. De poder ser una faena para romper, la molestias que ocasionó el viento y los tiempos por los que transcurrió el trasteo, dejaron la obra como el que se mira al ombligo: lo que pudo ser y nadie entendió que al final casi no pasara nada.
Alto, muy fino, sin trapío fue el cuarto, que resultó protestado de salida, aunque después tuvo buena condición. De Justo dejó pases de mucha elegancia y disposición, en una faena en la que al toro le faltó fuerza y un punto más de entrega. Un trance más en la feria.
ROCA REY, SIN OPCIONES
La tarde quedó desangelada tras la claudicación del presidente y el inicio de Roca Rey fue tibio con el hondo tercero. Sin embargo, en la muleta se volvió a recuperar la intensidad del festejo con un comienzo de rodillas de mucha exposición. El peruano ligó dos tandas de mérito, con momentos álgidos, pero el toro fue a menos. Cierto sector del público se dedicó a reventar la actuación del torero y la actuación terminó por diluirse sin eco.
Cerró la tarde un astado de impreciso comportamiento, que regaló dos tandas a un Roca Rey poderoso y con sometimiento, pero que terminó rajado. Se apagó por completo y terminó una larga tarde con la salida en hombros de Jiménez.
FICHA
Plaza de Toros de Las Ventas (Madrid). 25º festejo de la Feria de San Isidro. Corrida de la Cultura. Lleno de ‘no hay billetes’. Toros de Victoriano del Río, desiguales, destacaron el primero y el segundo, ‘Dulce’; y Torrealta (quinto bis).
Emilio de Justo, palmas (aviso) y silencio (aviso).
Borja Jiménez, oreja con petición de la segunda y oreja.
Roca Rey, silencio (aviso) y silencio.
