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La dura lucha de Abel Crespo para empadronarse en Montes de la Ermita, el lugar donde nació

por Benito Carrero/Agencias /El Adelantado
2 de junio de 2024
en Segovia
Abel pasea por su pueblo

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Hoy vamos a contar una bonita historia, una historia semejante a la de David contra Goliat en versión moderna (exageremos un poco, pero el asunto lo merece), una historia similar a la del Sastrecillo Valiente que vence al gigante Mala Cabeza, o a la de Pulgarcito que desarma al Ogro de las Botas de Siete Leguas si buscamos paralelismos en los cuentos infantiles. Una historia que termina con el triunfo del débil contra el fuerte y en la que los Tribunales ejercen de ángeles protectores de un ciudadano que lucha por sus derechos frente a una administración rígida que se los deniega.

El marco de esta batalla es una pequeña pedanía de la provincia de León, el luchador un jubilado de la minería que reclama simplemente que el Ayuntamiento del que depende se digne empadronarlo en un enclave que figura abandonado administrativamente desde el año 1981, y la historia es reveladora de que la España vaciada no está totalmente derrotada.

Abel Crespo, que evitaba convertirse en pasto de la prensa y conservó el anonimato todo el tiempo que pudo, nació hace 65 años en Los Montes de la Ermita, una pedanía perteneciente al municipio de Igüeña, situada en la comarca de El Bierzo, a los pies de la Sierra de Gistredo y a una altitud de 1.300 m. Se trata de un lugar paradisíaco, con casas de mampostería tradicional, en cuyos prados pastan rebaños de vacas limusinas y de vez en cuando recibe la visita de algún oso pardo despistado.

En el ánimo de Abel predomina una idea que se impone sobre cualquier otra y que ha constituido la razón de su lucha contra el Ayuntamiento de Igueña: “yo no quiero dejar caer la casa de mis padres, que levantaron con tanto esfuerzo”.

Pero la casa familiar en Los Montes de la Ermita necesitaba arreglos que Abel no se atrevía a afrontar sin licencia municipal, como el urgente arreglo del tejado. Ante la imposibilidad de obtenerla de un Ayuntamiento que llevaba años denegando cualquier licencia de obras por considerar que la pequeña población estaba abandonada, Abel se decidió a apelar a los tribunales y a poner su caso en manos de un abogado. Tomó esta decisión en el año 2020.

No tan abandonado
Se llega hasta Los Montes de la Ermita por una pista sin asfaltar interrumpida por una verja que evita que se escape el ganado y que hay que abrir para continuar hasta el poblado. De las cerca de cincuenta casas que lo integran muchas están semiderruidas pero aproximadamente una veintena presentan arreglos que las mantiene habitables, propiedad de gente en su mayoría descendientes de sus antiguos habitantes y que pagan religiosamente su IBI al Ayuntamiento de Igüeña, como es el caso de Abel que, en su último recibo abonó 68,24 euros por este concepto.

Se trata de unos propietarios que no residen en el lugar y que pasan simplemente fines de semana o vacaciones en el rural. Todos se unieron para formar una Asociación Cultural de Antiguos Propietarios y Herederos de Los Montes de la Ermita, que consiguió rehabilitar la casa de las antiguas escuelas, que hoy constituye la Casa del Pueblo, la antigua iglesia de la Virgen de Las Llamas y la carretera de acceso, consiguiendo incluso subvenciones del Ayuntamiento de Igüeña y de la Diputación en tiempos más benignos.

También los propietarios de terrenos, que los arriendan a ganaderos de la zona, aportan dinero a la Asociación que ya consiguió reunir unos pequeños ahorros para afrontar algunas actuaciones cuando consigan las licencias municipales.

La aldea no dispone de electricidad ni de agua potable ni de red de saneamiento.

El pasado
Los Montes de la Ermita era una población con unas condiciones climatológicas extremas. Los crudos inviernos, con la abundante caída de nieve, la dejaban aislada del resto de poblaciones circundantes. Médico y maestro debían subir desde Igüeña, a pie o a caballo, para atender a enfermos y escolares y solamente el cartero, que vivía en el pueblo, hacía el camino inverso para recoger la correspondencia y repartirla después en Los Montes y algún otro pueblo cercano.

Su economía era de subsistencia, con algo de ganado y unos pocos cultivos. La minería atrajo a gran parte de sus habitantes y motivó el éxodo hacia poblaciones más grandes y con mejores comunicaciones. Los últimos en abandonar el pueblo en 1981 fueron dos hermanos solteros, Manuel y Pepe, ya mayores, que hasta entonces habían sido sus únicos vecinos dedicados a la cría de ganado.

Celebraba sus fiestas en Septiembre con una procesión, un campeonato de bolos, la tradición de la “ronda de las bodegas” en que la gente sacaba a la calle golosinas y vino para ofrecerlo a los vecinos y finalmente un baile amenizado con un acordeonista.

Hoy los habitantes esporádicos de Los Montes continúan con la celebración de sus fiestas respetando las antiguas tradiciones.

La casa de Abel
Abel abandonó Los Montes de la Ermita a los 19 años para ir a trabajar a la mina. Nunca dejó, sin embargo, de acudir a su pueblo cuando su trabajo y sus obligaciones se lo permitían.

Compró la casa heredada de sus padres a sus dos hermanos a finales de los años 80 y a partir de entonces fue arreglándola poco a poco. La casa figura en el Registro de la Propiedad a su nombre.

La vivienda tiene 80 metros cuadrados de trastero y otros ochenta donde se reparten una sala de estar con estufa, una cocina bien equipada, tres habitaciones y un cuarto de baño. Dispone de luz, de agua corriente, de televisión por satélite y puede conectarse a internet y utilizar un teléfono móvil sin problemas. Disfruta de todas las ventajas de la vida moderna.
Sus padres, según sus palabras, no lo tuvieron tan fácil. Primero fue el esfuerzo económico para construir la casa y después mantener una familia con tres hijos en la época del hambre.

Las razones del Consistorio
El municipio de Igüeña integra, además del núcleo principal de 1.200 habitantes donde reside el consistorio, a otras nueve pedanías: Almagarinos (77 habitantes), Colinas del Campo de Martín Moro Toledano (73), Espina de Tremor (44), Pobladura de las Regueras (201), Quintana de Fuseros (234), Rodrigatos de las Regueras (7), Tremor de Arriba (346), Urdiales de Colinas (0) y Los Montes de la Ermita (0 hasta ahora y 1 actualmente).
Su alcalde es el socialista Alider Presa, quien comentaba que con un presupuesto de un millón de euros anuales el ayuntamiento tiene serios problemas para prestar servicios a todas las poblaciones que dependen de él en una comarca que sufre las consecuencias del fin de la minería y la despoblación.

Alegaba el alcalde que “el planeamiento urbanístico del municipio establece que en Los Montes de la Ermita no se puede efectuar ningún tipo de obra y el Ayuntamiento no puede dar licencias para ello” porque no está reconocido como espacio urbano. Los vecinos se fueron de manera voluntaria y se disolvió la Entidad Local Menor. Allí no hay procesos electorales y el lugar no tiene servicios mínimos. “Dotar de los servicios mínimos necesarios a una localidad como Los Montes de la Ermita valdría entre 13 y 16 millones de euros”, comentaba el alcalde. “Esto conllevaría la ruina del Ayuntamiento”.

En resumen, se resistió a lo largo de años a admitir el empadronamiento en la extinguida pedanía de cualquier persona que lo solicitara.

Lucha por el padrón
Abel intentó en el año 2000 empadronarse porque su mujer tenía una explotación ganadera en Los Montes y para poder beneficiarse de los pastos comunales tenía que censarse en el lugar. Ya entonces el Ayuntamiento se negó y su mujer tuvo que empadronarse en casa de su abuela en Igüeña, trasladando nominalmente su lugar de residencia de Bembibre donde vivía y habían nacido sus hijos, para que su ganado pudiera pastar en los terrenos que rodean a la pequeña población.

Entonces no insistió en su demanda porque el matrimonio no quería problemas con el Ayuntamiento.

Cuando la explotación ganadera se extinguió en 2017 y Abel se quedó viudo, con la jubilación anticipada de la minería y todavía con ganas de enfrentarse a la administración, decidió volver a sus orígenes y establecer su domicilio en la casa heredada de sus padres en Los Montes de la Ermita. Volvió entonces a la carga solicitando el empadronamiento. En diciembre de 2020 presentó una demanda en el Juzgado de lo Contencioso- Administrativo contra el Ayuntamiento de Igüeña.

“Yo no estoy en contra del alcalde, no tengo nada contra él. El problema que tengo es que me está negando mis derechos y con esa postura me ha obligado a recurrir a un juzgado”, decía Abel.

Abel gana
En marzo de 2022 el juez sentenció a favor de Abel obligando al ayuntamiento a empadronarlo, sentencia que fue recurrida por la alcaldía de Igüeña ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.

El 14 de diciembre de 2022 el TSJCyL volvió a fallar a su favor. Confirmaba íntegramente el pronunciamiento de primera instancia, rechazando todas las alegaciones del Ayuntamiento de Igüeña relativas a que “la localidad no reunía condiciones para ser habitada, a que la calificación urbanística de los terrenos no era urbana o en cuanto a que el pueblo se encontrara abandonado, al considerar probado tanto que la vivienda en la que se instaba el empadronamiento contaba con todas las condiciones para ser empleada como domicilio habitual, como que la localidad de Los Montes de la Ermita cuenta igualmente con otras casas en similares circunstancias, sin que el Ayuntamiento realizara la menor comprobación sobre la efectiva residencia de este vecino en el pueblo, considerando en cualquier caso que a los efectos de la inicial inscripción, basta con que quien lo solicite manifieste su voluntad de residir allí, ya que posteriormente el Ayuntamiento dispone de herramientas para comprobar si la residencia es o no efectiva, algo que no hizo en este caso”.

Además, incide en que “resulta irrelevante a los efectos del derecho de este vecino a ser empadronado, que la Junta Vecinal de la localidad hubiera sido o no disuelta. Se da la circunstancia de que la Orden autonómica por la que se formalizaba la disolución de esta y de otras Entidades Locales Menores, se publicó en junio de 2021, seis meses después de la solicitud de empadronamiento, concluyéndose tanto por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo n.º 2 de León, como por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que la vecindad y el derecho a empadronarse en una población no puede condicionarse a la existencia de la Junta Vecinal”. Durante el procedimiento judicial se adujo que el hecho de que desde hace años no constara ningún vecino empadronado en Los Montes de la Ermita no se debía a que la localidad estuviera efectivamente abandonada, habiendo tenido vecinos residiendo en ella de forma más o menos continua en el tiempo, existiendo numerosas viviendas rehabilitadas y en buen estado de conservación, mantenidas y habitadas por propietarios y descendientes del pueblo. La inexistencia de vecinos en el padrón municipal oficial se ha debido a la “reiterada negativa del Ayuntamiento de Igüeña a dar de alta en el padrón de habitantes a vecinos que lo habían solicitado durante años”, siendo la primera vez que uno de ellos acude a los Tribunales para obtener este reconocimiento ante la negativa municipal.

Se condenaba al Ayuntamiento de Igüeña a pagar las costas del juicio.

La resolución judicial aclara, por otro lado, que “no por hallarse empadronado en ese domicilio se posee un derecho automático a que la administración dote al mismo de todos los servicios. Y no por estar empadronado se obtiene el derecho al disfrute y gestión de los aprovechamientos comunales”.

El Ayuntamiento no se rinde
Por fin, en marzo de 2024, el Ayuntamiento convocó un pleno extraordinario para proceder a aprobar el empadronamiento de Abel en Los Montes de la Ermita y cumplir con la sentencia judicial, al parecer porque su no cumplimiento acarreaba una multa por cada día de demora.
Anteriormente, al no existir callejero de la población donde situar el domicilio del nuevo vecino, el alcalde recurrió al Instituto Nacional de Estadística con el fin de consultar el procedimiento para darle de alta al darse dicha circunstancia. El INE le emplazó a cumplir la sentencia accediendo a que figurara el domicilio en la dirección solicitada por el recurrente, la calle Fuente del Rato. Se creó, pues, administrativamente una nueva calle en la que reside Abel.

La cuestión, sin embargo, no estuvo exenta de polémica. Días después de aprobarse el empadronamiento la alcaldía hizo público un manifiesto firmado por el alcalde de Igüeña, el concejal de obras y 8 representantes de las Juntas Vecinales de las pedanías, en el que se manifestaban “en contra de que Los Montes de la Ermita volviera a ser una entidad local menor” e “hipotecar los recursos económicos con los que cuenta el Ayuntamiento” ante la hipotética necesidad de tener que dotarlo de servicios.

Según la información del Ayuntamiento de Igüeña, la Asociación Cultural de Antiguos Propietarios y Herederos de Los Montes de la Ermita “están solicitando teléfono, cobertura a internet, carretera y suelo con la categoría de urbano”. Y eso -según el manifiesto- puede “poner en peligro la supervivencia” del resto de pueblos ante la limitación de recursos, “en particular la subvención directa que percibe del Plan Provincial de Cooperación Municipal de los próximos 15 años”. Por ponerlo en claro, muchos a repartir y escasos los recursos.
El texto fue debatido en un pleno ordinario y rechazado por los dos partidos de la oposición, PP y Coalición por El Bierzo.

El Ayuntamiento no da todavía la batalla por perdida y ha anunciado su intención de recurrir la sentencia ante el Tribunal Supremo.

Mientras tanto, Abel disfruta de su nueva condición de único vecino residente en el pueblo en el que nació, Los Montes de la Ermita.

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