Tras la derrota electoral cosechada por su partido en los comicios municipales italianos, celebrados los pasados domingo y lunes, donde perdió la Alcaldía de su feudo natal, Milán, que su grupo controlaba ininterrumpidamente desde hace 16 años, el primer ministro, Silvio Berlusconi, no ha tenido más remedio que aceptarla.
«Hemos perdido, es evidente», admitió desde Rumanía, donde asistió ayer a una cumbre bilateral. No obstante, a continuación, lanzó una advertencia cargada de rencor a los napolitanos y a los milaneses, los ciudadanos de las dos principales urbes en las que ha sido derrotado: «Os arrepentiréis». Y a continuación invitó a sus conciudadanos milaneses a «rezar al buen Dios para evitar que les suceda algo negativo» tras la victoria del Giuliano Pisapia, el candidato del centro izquierda que le ha sacado 10 puntos de ventaja a Letizia Moratti, la abanderada de Il Cavaliere a ser reelegida alcaldesa.
Asimismo, Berlusconi explicó que, tras conocer los resultados de los comicios, había hablado con su socio en el Gobierno, el líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, quien le aseguró que sigue contando con su apoyo.
El apoyo de Bossi esgrimido por el primer ministro fue confirmado, además, por el ministro del Interior y dirigente de la Liga Norte, Roberto Maroni, al asegurar que la continuidad del Gobierno italiano «no está en riesgo».
Y es que las relaciones entre Berlusconi y sus socios en el Ejecutivo atraviesan una situación delicada como evidenciaron las declaraciones de los últimos días de Bossi: «Antes el PDL ganaba votos con la Liga, ahora la Liga pierde votos con el PDL».
Test de fuego
Esa pérdida de confianza es la que llevará al Gobierno a someterse a finales de este mes de junio a un test parlamentario para comprobar los apoyos con los que cuenta.
Un día después de confirmarse la derrota electoral, la conferencia de portavoces de los grupos políticos en la Cámara Baja fijó para la semana entre el 20 y el 27 de junio la celebración de ese control parlamentario al Ejecutivo.
Este nueva prueba se produce por deseo expreso del presidente de la República, Giorgio Napolitano, quien a principios de mayo exigió que el Parlamento abordara los cambios en la composición de la mayoría gobernante.
Ante esa prueba de fuego, Dario Franceschini, jefe de grupo en la Cámara Baja del Partido Demócrata, la principal formación de la oposición de centroizquierda, exigió que el Gobierno se presente ya como dimisionario a esa cita.
Hace pocos días, Napolitano escribió a los presidentes de las cámaras con «la exigencia de un control parlamentario que renovase la relación entre Gobierno y Parlamento», afirmó Franceschini. «Es la certificación -añadió- de que la mayoría que gobierna hoy es distinta de la que ganó las elecciones de 2008. Pero ha sido derrotada. Por eso, el Gobierno tiene que presentarse como dimisionario».
El jefe de grupo del PD lanzó un mensaje directo a los principales socios de Gobierno de Berlusconi, la Liga Norte (LN) de Umberto Bossi, para quienes la pérdida de la Alcaldía de su feudo, Milán ha supuesto un varapalo.
Los resultados de las elecciones dejan un balance de 22 a nueve en las Alcaldías de capitales de provincia a favor del centroizquierda, con importantes derrotas como Nápoles.
La cuestión ahora es saber cómo afrontará el primer ministro, pero, sobre todo, la Liga Norte, la pérdida de confianza en sus feudos y si esto puede abrir una crisis entre Berlusconi y Bossi que provoque la caída del Ejecutivo.
