El San Isidro de las confirmaciones cumplimentó la segunda de las cinco programadas en este ciclo venteño. Un número alto e importante para la regeneración del escalafón, pero que en realidad viene a evidenciar la falta de toreros de primer nivel. ¿Habrá un relevo que sostenga el tirón taquilleril de las figuras? De momento, la suerte parece quedar supeditada a toros de buena condición, un requisito que en el día del patrón no se dio con el envío de El Parralejo, que aunque fue noble en su conjunto no propició ese punto de alegría o chispa que traslada el toreo a otro nivel .
Confirmó, por tanto, Alejandro Fermín, que estuvo firme, pero acabó el trance sin coger fuerza de cara a la temporada. Destacó el dominio de Miguel Ángel Perera, que dejó una digna tarde sin oponentes. Completó el cartel Paco Ureña, solvente, sin lote.

DOMINIO DE PERERA
Alto, suelto de carnes y sin terminar de rematar fue el segundo toro de la tarde, al que Perera intentó no exigir en los primeros tercios para que llegara con brío a la muleta. Desarrolló movilidad, aunque le faltó raza y transmisión. Embestida insulsa, sin complicaciones, pero sin emoción ni entrega. El público se mantuvo en silencio y expectante a los movimientos del extremeño, que estuvo firme y fue al final de la faena cuando obró dos series de mérito. Fruto de su experiencia, exprimió las pocas cualidades que tenía el astado y terminó construyendo una honorable actuación. Cayó baja la estocada y recibió palmas de reconocimiento a su labor.
Castaño, con dos guadañas por cornamenta, fue el quinto, un manso en varas al que Perera vio opciones y lo citó desde la boca de riego de rodillas. Como si estuviera empezando en esto, el torero, con 20 años de alternativa a sus espaldas, impuso su dominio a un tren que se venía desde la otra acera. Resultó noble animal y de óptimo juego y Perera, asentado de plantas, lo toreó por abajo con sometimiento y poderío. Tan capaz se vio que volvió a escuchar un aviso antes de irse a por la espada, con la que pinchó.

UREÑA, SIN LOTE
El primero del lote de Ureña, de buenas hechuras, tuvo buena condición de salida y embistió con clase, pero sin fuelle ni fuerza. El murciano estuvo muy dispuesto y dejó unos ayudados por alto y un trincherazo de mucho gusto, aunque sus ganas se estrellaron por lo mermado que quedó el astado tras la segunda tanda de muleta y tuvo que abreviar. Un ocaso.
No completó el lote el quinto de la tarde, otro astado serio y noble, que aunque pudo expresarse no embistió lo suficiente para que la actuación tomara altas cotas. El primer trance de Ureña en San Isidro dejó más voluntad que resultado.

LA CONFIRMACIÓN DE FERMÍN
Confirmó alternativa de manos de Perera con el cinqueño de nombre ‘Escultor’, un toro bajo y serio de expresión, muy calculador de salida que prometió fijeza en sus inicios. Reservón, medía cada movimiento de la plaza a la par que se mostró manso en cierta medida. Sin terminar de definirse tras entrar al caballo, trajo consigo buenas embestidas y nobleza en la muleta de Fermín, que dejándole la tela en la cara ligó notables pases. Tras tres tandas, el animal -manejable- se agarró más al piso y fue a menos, una circunstancia que menguó el grado de la faena. Pasable confirmación con algún buen pase, que empañó con el uso de los aceros. Un trámite que quedará casi anodino.
No pudo redondear su ceremonia al encontrarse con un deslucido ejemplar, que cerró la quinta de San Isidro con sosería. Fermín intentó justificarse, pero poca historia pudo escribir. Confirmación 2/5.
Ficha
Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Quinto festejo de la Feria de San Isidro. Lleno en los tendidos: 22.351 espectadores. Toros de El Parralejo, cinqueños, desiguales de presentación, nobles y manejables.
Miguel Ángel Perera, palmas (aviso) y silencio (aviso).
Paco Ureña, silencio y silencio.
Alejandro Fermín, que confirmó alternativa, silencio (aviso) y silencio (aviso).
Saludaron en banderillas Jesús Díez ‘El Fini’ y Vicente Herrera tras parear al cuarto toro.
