El Papa pidió ayer que reine la paz en el mundo —“sometido a los traficantes de armas, que ganan dinero con la sangre de hombres y mujeres”, según observó— y reclamó que “cese el fragor de las armas” en Irak y Siria, entre otros conflictos, al tiempo que exigió a la Comunidad Internacional que no permanezca “inerte” ante la tragedia humanitaria y el drama de los refugiados en estos países.
Durante el que era su tercer mensaje pascual como Pontífice, el Papa imploró que se “alivie el sufrimiento de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su nombre, así como de todos los que padecen injustamente las consecuencias de los conflictos armados y las violencias que se están produciendo en el mundo”.
Tras oficiar la misa solemne del Domingo de Resurección ante cientos de miles de personas congregadas en la Plaza de San Pedro, adornada con flores, Francisco deploró la situación que se vive en países como Ucrania, Libia, Yemen, Nigeria, Sudán del Sur o la República Democrática del Congo y pidió “que crezca entre israelíes y palestinos la cultura del encuentro” para finalizar el enfrentamiento que existe en esta región.
Además, condenó de nuevo el atentado del grupo terrorista somalí Al Shabab en Kenia. “Que todas las personas de buena voluntad eleven una oración incesante por aquellos que perdieron su vida y pienso muy especialmente en los jóvenes asesinados el pasado jueves en la Universidad de Garissa, en Kenia, los que han sido secuestrados, los que han tenido que abandonar sus hogares y sus seres queridos”, comentó.
Durante su alocución, el Papa hizo un repaso de la situación en el mundo y auspició que el acuerdo con Irán —alcanzado en estos días en Lausana con las potencias occidentales para evitar que pueda fabricar una bomba nuclear— “sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno”.
El Obispo de Roma pronunció su Mensaje Pascual desde el balcón central de la basílica de San Pedro del Vaticano ante la multitud que abarrotaba la plaza de San Pedro y sus aledaños en este Domingo de Resurrección.
Además, pidió también “paz y libertad para las víctimas de los traficantes de droga” al tiempo que denunció que muchas veces los narcotraficantes se alían “con los poderes que deberían defender la paz y la armonía”. Asimismo imploró paz y libertad para las personas “sometidos a nuevas y antiguas formas de esclavitud por parte de personas y organizaciones criminales”.
Sobre Libia, el Pontífice exigió el fin del “absurdo derramamiento de sangre” por el que está pasando el país y reclamó más esfuerzos para que se respete la dignidad de la persona. Además observó que en Yemen también debe prevalecer “una voluntad común de pacificación, por el bien de toda la población”.
En relación a Ucrania, el Papa imploró que “el país reencuentre la paz y la esperanza gracias al compromiso de todas las partes interesadas en ello”.
Francisco reflexionó sobre el mundo que propone “imponerse a toda costa, competir, hacerse valer”. Ante estas actitudes, el Pontífice demandó de los cristianos que vivan “al servicio de los demás” que de no sean “altivos, sino disponibles y respetuosos”.
“Esto no es debilidad, sino autentica fuerza. Quién lleva en sí el poder de Dios, de su amor y su justicia, no necesita usar violencia, sino que habla y actúa con la fuerza de la verdad, de la belleza y del amor”, explicó.
El Papa compartió en el Mensaje Pascual el entusiasmo con motivo de la resurrección de Jesús tras su crucifixión e impartió la bendición ‘Urbi et Orbi’, a la ciudad de Roma y al mundo.
Más tarde, mediante su cuenta de Twitter, Francisco escribió un mensaje en el que celebró que “Cristo ha resucitado” y que ahora “vive y camina” junto con todos nosotros gracias al milagro de la Resurrección que pone fin a las celebraciones de Semana Santa.
