Los dos últimos años han sido muy duros para los cofrades de la Hermandad de la Soledad Dolorosa. La lluvia, el viento y el frío parecían empeñados en impedir la salida del Cristo de la Esperanza en la Procesión de los Cinco Misterios con la que la cofradía titular de la parroquia de Santa Eulalia evoca cada Martes Santo los misterios dolorosos del Santo Rosario. Durante las últimas semanas, cofrades, músicos y costaleros seguían con atención cualquier información meteorológica que pudiera avanzar detalles sobre la previsión para el día señalado. La incertidumbre se alimentó desde primera hora de ayer, donde una fina capa de lluvia hacía albergar las dudas de todos; pero afortunadamente fueron despejándose a medida que el sol ganaba terreno a las nubes y dejaba una tarde idónea para disfrutar del Cristo en la Calle.
Minutos antes de comenzar la procesión, en el interior de la iglesia de Santa Eulalia los nervios y la emoción eran el denominador común del estado emocional de cofrades y costaleros. Los capataces repartían órdenes con la misma fluidez que se abrazaban emocionados a sus costaleros para insuflarles ánimo y suerte, y las primeras maniobras para llevar el trono desde su capilla hasta la puerta de la iglesia probaron la eficacia y la pericia de los costaleros, fruto de largas horas de práctica y ensayo desde hace meses.
A las ocho de la tarde, las puertas del templo se abrían para que el trono del Cristo de la Esperanza saliera a la calle en medio de una cerrada ovación de las centenares de personas que esperaban su salida alrededor de la iglesia. Con un pequeño sobresalto sin consecuencias a la hora de alzar el Cristo tras salir del templo, el trono -adornado con más de 2.000 claveles rojos costeados por la cuadrilla de costaleros- finalmente salió a la calle y los costaleros dedicaron su primera «levantá» a los feligreses del barrio fallecidos, en uno de los momentos más emotivos del inicio de la procesión. Posteriormente, bajo la dirección del párroco de Santa Eulalia, Lucas Aragón, comenzó el rezo de los misterios con el que arrancó la procesión, que fue seguida por centenares de personas. Tras el trono del Cristo de la Esperanza, se situaron la alcaldesa Clara Luquero, acompañada por varios ediles del equipo de Gobierno y por el portavoz municipal del PP, Jesús Postigo, así como por el presidente de la cofradía de Santa Eulalia, Félix Santiuste.
Al filo de la medianoche, la procesión llegaba a las puertas de la Catedral, dando fin a un periplo de casi cuatro horas por las calles del centro histórico. En las espaldas de los costaleros se acumulaban minutos de esfuerzo y de cansancio, pero en sus caras se leía la satisfacción de ver cumplido un sueño que, en esta ocasión, el tiempo si hizo posible.
