Este es el título de una película dirigida por Billy Wilder en 1966, con guion de I. A. L. Diamond, uno de sus más fieles colaborares a quien también se deben los guiones de películas como “Con faldas y a lo loco”, “El apartamento” o “Primera Plana”. La película cuenta que durante un partido de fútbol americano, un cámara, Harry (Jack Lemmon), es arrollado por un jugador que le causa pequeñas lesiones en el cuello. Aunque el diagnóstico es benigno, su cuñado (Walter Matthau), un abogado marrullero y sin escrúpulos, le convence para que simule una grave lesión y demande al jugador, asegurándole que pondrá en sus manos, “en bandeja de plata”, una fortuna en indemnizaciones. El jugador, un negro tan grande como bondadoso, acude al hospital con un ramo de flores dispuesto a ayudar al lesionado en lo que pueda. La situación le afecta tanto que su rendimiento en el campo pone en peligro su carrera. Lo que parecía un dinero fácil servido en bandeja de plata, se complica y le plantea a Harry el dilema de si puede continuar con la farsa a costa del pobre jugador.
Cuando hace años vi esta pequeña obra maestra, una divertida mirada a ese estilo de relaciones humanas en la que todo puede ser motivo de pleito, no podía imaginarme que esa forma de entender la vida en sociedad pudiera llegar hasta nosotros. Me parecía algo propio de ese mundo anglosajón en el que las relaciones humanas están siempre limitadas por estrictos códigos tanto morales como legales. Es muy posible que Billy Wilder, que era austriaco, y el guionista I. A. L. Diamond, que era rumano, estuvieran tan sorprendidos por los mecanismos legales sobre los que sustentaban las relaciones humanas en la sociedad que les habia acogido y la consiguietne obsesión por convertirlo todo en motivo de litigio que el guion surgiese de forma natural. En un momento determinado, la esposa de Harry le comenta, hablando de su propio hermano: “Ya sabes como es Willy, encontraría un cabo suelto en los 10 Mandamientos”.
Si me ha venido a la memoria esta película es porque, en una reunión de formación para el clero, se nos ha dado a conocer que la Diócesis ha puesto en marcha un “Sistema de cumplimiento normativo penal”, en acróstico y en inglés COMPLIANCE, que trata de delimitar las responsabilidades penales que tiene la Diócesis cuando sus trabajadores y personal relacionado con ella cometen un delito. Es decir, según he creído entender, una vez implantadas y dadas a conocer estas normas y establecido un organismo de seguimiento de la aplicación de las mismas, si alguien relacionado con la Diócesis comete un delito es responsabiliad suya y no de la persona jurídica con la que tiene una relación laboral, en este caso la Diócesis.
El lector puede pensar que seguramente todo este galimatías jurídico tiene que ver con las indemnizaciones que la Iglesia ha tenido que pagar a las víctimas de la pederastia. Es posible. Pero también está muy en relación con situaciones más cotidianas como los fraudes económicos, las obras sin licencia o las facturas sin IVA, por poner unos ejemplos.
Soy consciente de que estamos en un mundo complejo y que tales medidas puedan ser necesarias para delimitar las responsabilidades personales en una época en la estas parecen estar diluidas. Los culpables de todo siempre parecen ser la empresa, la institución o la sociedad. ¿Cuántas veces han abierto Padre Claret sin que nadie parezca responsable del desaguisado?
Las indemnizaciones parecen solucionar el problema y, al final, el dinero parece compensarlo todo. Pero no es así. En muchas ocasiones, el daño moral provocado deja una cicatriz en el alma que tarda en cerrarse.
El personaje encarnado por Jack Lemmon en la película citada, se termina cuestionando las cosas cuando la bondad del jugador que le lesionó la contrasta con las mezquinas ambiciones de su esposa y cuñado. Y Billy Wilder, que mira con ironía su sociedad, nos ofrece una parábola moral para que miremos al mundo no sólo desde el dinero, sino desde otra perspectiva más humana y profunda.
Espero que no haya que recurrir nunca a los protocolos establecidos por la COMPLIANCE y que cada palo aguante su vela.
