El cine, el teatro, la música, la pintura, la escultura, la arquitectura y la literatura han fijado su interés en el Acueducto en múltiples ocasiones a lo largo de los más de dos milenios de historia del monumento romano. A la división clásica de las bellas artes, algunos se atreven ya añadir el mundo de la moda, por su faceta de creatividad y de amalgama de algunas de las artes anteriormente referidas, y el Acueducto también se acerca al diseño y a la moda; en esta ocasión como marco de la nueva colección otoño-invierno 2015 de la firma de moda Loewe, que fue presentada oficialmente en París el pasado 23 de enero. Los creativos publicitarios de la marca escogieron para la presentación de los nuevos diseños los arcos y las piedras milenarias del símbolo de Segovia para realizar el reportaje fotográfico que ilustra el catálogo oficial de la colección; que fue realizado a finales del pasado año en Segovia. Los modelos posaron en las dos vertientes del monumento, tanto en la plaza del Azoguejo como en la de la Artillería, exibiendo las creaciones del diseñador Jonathan Anderson, en la segunda colección que diseña para la firma desde que fue nombrado director creativo.
Las fotos tienen también como protagonistas voluntarios e involuntarios a algunos ciudadanos segovianos, ya que la sesión fotográfica fue realizada de forma abierta sin interrumpir la actividad cotidiana de la calle; dotando a la sesión fotográfica de un cierto carácter costumbrista que aporta valor añadido al catálogo.
La colección muestra la evolución del trabajo de Anderson, que apuesta por una meticulosa revisión de las prendas básicas -abrigos, chaquetones o complementos- donde el autor apuesta por reinterpretar el lujo en una colección caracterizada por «la ligereza, la innovación y la materialidad», tal y como define la firma en la nota de prensa de presentación.
Así, el atractivo y en ocasiones osado diseño de las prendas de la colección contrasta con la sobriedad y hieratismo de las piedras milenarias del Acueducto, que ponen de relieve los diseños de Anderson, donde colores como el azul marino, el azafrán y el amarillo combinan con tonos naturales como el mostaza y el brandy, pasando por el verde bosque. Todo un reto para un monumento acostumbrado a ser marco, escenario y a veces protagonista.
