Al menos 97 civiles murieron ayer en Hama cuando el Ejército sirio atacó la ciudad del noroeste del país con carros de combate para aplastar las protestas contra el presidente Bashar al Assad. De los fallecidos, 59 personas fueron ya identificadas.
Así, un médico local declaró que la mayoría de los cadáveres fueron trasladados a los hospitales de Badr, Al Horani y Hikmeh, que se encuentran en este bastión rebelde. También aseguró que hay decenas de heridos y que no hay sangre suficiente para realizar todas las transfusiones necesarias. «Nos atacan desde las cuatro direcciones. Están disparando al azar y aplastando los bloques de piedra colocados por los ciudadanos en las calles», agregó.
Además, y según un residente de la villa, los francotiradores se colocaron en los tejados del edificio de la compañía eléctrica y de la prisión. Así, los habitantes relataron que los tanques estaban atacando a un ritmo de unos cuatro tiros por minuto. «La electricidad y el agua fueron cortadas en los barrios principales», una táctica muy habitual de los militares de ese país.
El Gobierno dio la orden de atacar, después de mantener Hama asediada durante casi un mes.
Por su parte, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos advirtió de que la cifra de muertos probablemente aumentará porque muchos de los heridos sé encuentran en estado grave.
Además, las autoridades sirias expulsaron de su territorio a la mayoría de los periodistas internacionales, por lo que fue difícil confirmar las informaciones que llegan desde el país árabe.
vuelta al pasado. Pero esta no es la primera vez que ocurren unos hechos similares en este bastión rebelde. Hama ya vivió en 1982 un masacre por parte del padre del actual mandatario, Hafez al Assad, cuando mandó a sus tropas para aplastar un levantamiento islamista encabezado por la organización Hermanos Musulmanes. En los enfrentamientos fallecieron más de 30.000 personas.
Por su parte, y ante las protestas de meses anteriores, el embajador de EEUU en Siria, Robert Ford, visitó la ciudad hace unas semansas en un gesto de apoyo internacional hacia lo que describió como «manifestaciones pacíficas en favor de la democracia».
Además, el primer ministro turco, Tayyip Erdogan, afirmó que no quería ver «otra masacre como la de Hama» y advirtió a Al Assad de que le seria difícil contener las consecuencias en caso de que se repitiera.
Por su parte, el presidente del país árabe está intentando acabar con las revueltas contra su régimen que comenzaron el pasado mes de marzo. Así, el Gobierno acusa a «grupos terroristas armados» de la mayoría de las muertes durante las protestas.
