En un pequeño pueblo de Segovia, de cuyo nombre no quiero acordarme, hace ya casi cuatro años que agentes de la Guardia Civil, alertados por el olor característico de las plantas de Cannabis sativa, de la que puede obtenerse marihuana, detuvieron a un vecino de esa localidad, después de encontrar cuatro ejemplares verdes de la citada planta en su corral y dos secos en el garaje.
En el Juzgado de lo Penal de Segovia quedó visto para sentencia ayer el juicio contra este joven para el que la fiscal solicita una pena de tres años y medio de prisión como presunto autor de un delito contra la salud pública, mientras que su abogada pidió la libre absolución, alegando, entre otros motivos, que la marihuana era para consumo propio y no para la venta.
La detención y la incautación de las seis plantas se produjo en octubre de 2006 y fue realizada por guardias civiles que ayer comparecieron para explicar que actuaron motivados por el fuerte olor —”apestoso”, lo calificó la fiscal— que desprendían el cannabis más allá de los límites del corral del acusado. Sin embargo, los testigos coincidieron al señalar que no encontraron ni instrumentos, ni bolsas con marihuana, ni dinero, que indicaran que estaba obteniendo dinero con su venta fraudulenta.
La fiscal basó su calificación en la jurisprudencia del Tribunal Supremo y sostuvo que las plantas incautadas, una vez secadas y listas para su consumo podría alcanzar un peso entre 2,880 y 3,450 kilos (cantidad cercana a la considerada como de “notoria importancia” por el Alto Tribunal, según mantuvo) y con una alta toxicidad, según la estimación de los peritos.
Por el contrario, la letrada de la defensa, argumentó que para que fuera de “notoria importancia” el peso tendría que alcanzar al menos los diez kilos, basándose también en jurisprudencia del Supremo y explicó que el acusado lleva una vida completamente normal, está casado, tiene un hijo de corta edad, acumula más de diez años cotizados a la Seguridad Social y cumple con sus obligaciones, como el pago de impuestos. Eso sí, admitió que “era y es consumidor de marihuana, como consumo terapéutico, algo que puede o no ser reprobable moralmente pero no desde un punto de vista penal”.
Para la abogada “en ningún momento se ha acreditado” que la droga que cultivaba estuviera destinada a la venta a terceros, al tiempo que pidió que se tenga en cuenta como atenuante su dependencia. Además, puso de manifiesto la excesiva dilatación en el tiempo del procedimiento judicial.
