Cuando surge el flow, esa sensación que conozco pero no sé definir, lo imposible sale fácil. Y así me explico los tres mejores goles (no confundir con los más importantes) esta temporada de la Gimnástica Segoviana y, posiblemente, de toda la categoría: el maradoniano de Dani Plomer contra el Numancia, el de Fer Llorente desde el medio del campo contra no me acuerdo quién y el de Pedro Astray contra el Cacereño, con talento, despacito y con intención. Estaba en posición inmejorable (yo), para verlo así.
A la Gimnástica le surge el flow con asiduidad. Y eso no se consigue porque sí. Cuando llegas a ese estado de confianza, de seguridad, de concentración y disfrute con lo que estás haciendo, es por algo. O por mucho: es por la dinámica de resultados, sí, pero también por el trabajo diario, en equipo; por tratar de ser cada día un poco mejor (no el mejor, que para eso está Griezmann, sino un poco mejor); por la confianza en el cuerpo técnico y hasta por la sensación de estar donde debes estar. No se pierdan la entrevista al propio Astray en el canal Offsider 7 de Youtube: el único club sano de verdad.
Por eso, no sé si estoy muy de acuerdo con Ramsés Gil cuando afirma que el Numancia y el Sanse “son superiores a nuestro equipo en muchos factores”. Quizás. Pero no en todo. Tal vez, no en lo más importante…
El equipo ha cumplido, o casi, los objetivos resultadistas: la permanencia para Ramsés, la clasificación para la fase de ascenso para la afición. Pero, sobre todo, tengo la sensación de que ha cumplido ya el objetivo principal de la temporada: hacérnoslo pasar muy bien a los que vamos al campo.
No tiene pinta de que el Badajoz, rival de hoy, sienta con frecuencia el flow, pero esto no te garantiza que vayas a ganar, porque ni la Gimnástica es el Atleti de Radomir, ni el Badajoz, favorito al ascenso en posiciones de descenso, el equipo de mi barrio. A por ello.
