Una de las dificultades a las que se han enfrentado los viveristas este año se refiere a la moratoria de libre circulación de trabajadores rumanos que aplicó a finales de junio del Gobierno español. El objetivo de la normativa fue frenar la llegada de ciudadanos de este país. Ahora los trabajadores rumanos necesitan un permiso de trabajo o estar inscritos como demandantes de empleo.
Los rumanos y búlgaros estaban considerados ciudadanos europeos y les asistía el derecho a la libre circulación de personas por todo el territorio comunitario. Sin embargo en el caso de Rumanía se aplicó esta moratoria que conlleva algunas restricciones.
Por este motivo, los empresarios agrarios han tenido que estar más atentos que nunca para evitar problemas con las inspecciones de trabajo.
Según explica Aroa Manso, de UCCL-Segovia, muchos rumanos han tenido que acudir a cumplimentar impresos y solicitar autorizaciones específicas en las subdelegaciones del Gobierno, y esto ha complicado la contratación. Muchos de estos ciudadanos volvieron a su país tras quedar en paro el año pasado y causaron baja en las oficinas de empleo. Esta moratoria, que se revisará anualmente, no afecta a los temporeros que hayan permanecido en el país. Por estas dificultades ha aumentado el porcentaje de trabajadores de otros países, como Bulgaria.
De los jornaleros que trabajan estos días en la campaña, el 80 por ciento son extranjeros, y de estos, más del 90 por ciento sigue siendo rumano. Muchos de ellos regresan a sus países. Otros continuarán en la provincia de Huelva para recoger el fruto, una actividad que comienza en enero o febrero.
Algunos de los extranjeros se han convertido ya en temporeros continuos. Es el caso de la rumana María Mihalache, que llegó a España en el año 2003. Desde entonces trabaja en la cooperativa Vivero el Pinar, también de Chañe. “Al principio fue duro, hasta que me fui acostumbrando”, recuerda en una entrevista con Urcacyl. También tuvo dificultades con el idioma, pero habla perfectamente castellano. “Los compañeros eran comprensivos y nos explicaban las cosas varias veces y muy despacio”, añade.
En la misma empresa cooperativa trabaja el polaco Tadeusz Szostak, que lleva en España desde el año 2004 con el fin de mejorar los ingresos y el nivel de vida que tenía en su país de origen.
Tras comenzar con la fresa, la empresa le ofreció seguir con la campaña de verano con otros productos, como la zanahoria y la cebolla. También recuerda las dificultades iniciales con el idioma, que superó con la ayuda de compañeros de trabajo.
Las contrataciones de una gran parte de estos trabajadores se hacen a través de organizaciones agrarias, de los propios temporeros, o de la asociación de viveristas, que agrupa a una docena y media de empresas de la provincia. Otras empresas, como Viveros el Pinar han facilitado en su formulario de empleo en dos idiomas: el castellano y el rumano, para ayudar a los extranjeros antes de llegar a España.
