La anunciada ofensiva terrestre de Israel en Rafah, en el extremo sur de la Franja de Gaza, parece inminente, pero plantea muchas incógnitas: cuándo avanzará; cómo operará el Ejército en una zona donde hay 1,4 millones de gazatíes desplazados; dónde los evacuará; y cómo garantizará a Egipto que llegar a la frontera no pone en peligro su seguridad.
¿Cómo?
El Gabinete de Guerra de Israel recibió el lunes el plan diseñado por el Ejército para expandir su ofensiva terrestre dentro de la Franja de Gaza a Rafah, así como un plan de evacuación de civiles, aunque no han trascendido los detalles de a dónde tienen previsto trasladarlos, ya que todo el enclave está prácticamente devastado.
Más de un millón de gazatíes ya fueron evacuados de la mitad norte del enclave a finales de octubre, cuando la incursión terrestre en la Franja era inevitable desde el flanco septentrional. Muchos se fueron directamente a Rafah, el lugar más lejano entonces de los tanques israelíes, que ahora les acechan.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, lo dejó claro hace dos semanas cuando anunció su intención de expandir las operaciones a Rafah. “No podemos dejar cuatro batallones de Hamás”, mencionó sobre el último reducto del grupo islamista, aunque prometió evacuar antes a los civiles como le ha pedido la comunidad internacional, incluido EE. UU.
Ha sugerido el norte del enclave como opción.
“Todavía hay combates en el norte de Gaza, la zona no está limpia. Llevar a los civiles de Rafah a ese área sería un error. Podrán volver a sus casas en el norte, pero no en el futuro inmediato”, afirma Yossi Kuperwasser, exgeneral que fue jefe de la inteligencia militar.
El presidente de Egipto, Abdel Fatah el Sisi, ha insistido en que no aceptará en su territorio un éxodo de palestinos, y en las últimas semanas, según varios medios, el país ha comenzado la construcción de un alto muro de hormigón para delimitar lo que parece una “zona de contención” ante la posibilidad de desplazamiento de gazatíes.
Las autoridades egipcias aclararon luego que es un área logística para almacenar ayuda humanitaria y que tal zona de amortiguamiento es algo habitual de cualquier país para mantener “la seguridad de sus fronteras y su soberanía”.
¿Por qué?
Además de desmantelar a Hamás, la ofensiva en Rafah tiene objetivos estratégicos para Israel. Esa frontera de 14 kilómetros que separa la Franja de Egipto se denomina, en términos militares israelíes, el corredor Filadelfia, un foco de contrabando, sobretodo de armas, que Israel controló hasta 2005, cuando evacuó sus asentamientos del enclave, y pasó a manos de la Autoridad Palestina, aunque ésta fue expulsada por Hamás en 2007.
Kuperwasser considera que es necesario para Israel controlar esa frontera “en coordinación con Egipto” porque también está en su interés frenar el contrabando y el tráfico ilegal que ha permitido a Hamás armarse.
Los jefes de los servicios de inteligencia de Israel, el Mosad y el Shin Bet, estuvieron en Cairo la semana pasada para dar garantías de que la ofensiva en Rafah no afectará a Egipto ni implicará el desplazamiento de palestinos.
“El corredor Filadelfia es un reto significativo en la estrategia militar israelí, no solo por el control fronterizo, sino por los túneles subterráneos que conectan Gaza con Egipto”, indicó a EFE el experto en seguridad israelí Avi Melamed.
Aunque reconoce que la operación en Rafah presenta otro gran desafío, ya que allí están los 130 rehenes que quedan en manos de Hamás, cuyo liderazgo se esconde allí con ellos “como un seguro de vida ya que los pueden usar como escudos humanos”.
Israel no ha ocultado su interés en recuperar el control del corredor. De hecho, en el plan para la posguerra en la Franja, que el Gabinete de Guerra israelí presentó la semana pasada, establece que mantendrá el “control de la seguridad” del enclave, aunque cederá la gestión civil a los palestinos.
“Cuando esta guerra termine, no existirá más Hamás como potencia militar en Gaza. Mantendremos nuestra libertad de operación en Gaza para luchar contra el terrorismo e interceptar cualquier amenaza contra Israel”, explicó el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant.
¿Cuándo?
La ofensiva en Rafah es clara, pero la siguiente pregunta en cuándo. El propio Netanyahu sugirió que si se llega a un acuerdo de tregua, la incursión en la zona podría retrasarse, pero nunca cancelarse.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció ayer que “tiene esperanzas” de que se logre un acuerdo antes del 5 de marzo, antes del inicio de Ramadán.
Uzi Rabi: “Es un capítulo más de la estrategia expansionista de Irán”
El israelí Uzi Rabi, experto en temas de seguridad en Oriente Medio, aseguró este martes que, actualmente, “no hay una guerra entre Israel y Hamás”, sino un nuevo capítulo de la estrategia iraní por “exportar la revolución islámica” y fortalecer su posición geoestratégica frente a los países árabes aliados de Occidente.
En su visita a España, donde tuvo un encuentro con periodistas en el Centro Sefarad Israel de Madrid, Rabi definió Irán como “un pulpo, cuyos brazos se alargan hacia Siria, Irak, Líbano y Yemen”.
“Hamás está vinculado a Irán, forma parte de un mecanismo de naturaleza regional manejado desde la República Islámica de Irán”, sentenció.
En su opinión, Irán está “instrumentalizando el conflicto palestino-israelí” y la actual guerra es “su respuesta al acercamiento entre Israel, Arabia Saudí y otros países árabes aliados de Occidente”.
“En Oriente Medio hay muchos conflictos: kurdos y turcos, kurdos y persas, baluchíes…, pero el conflicto más notorio es el que enfrenta a árabes y persas”, afirmó.
El cambio de estrategia de Estados Unidos que, según Rabi, es más vacilante en la defensa de los intereses de sus aliados árabes desde el mandato de Obama, es la razón por la que, antes de que estallara el conflicto en Gaza, hubo un acercamiento entre Israel y algunos países árabes que “están preocupados por la creciente hegemonía de Irán y buscan crear un eje regional con el que asegurar su supervivencia”.
Según Rabi, Europa no es suficientemente consciente del peligro que supone Irán, “un país con una fuerte industria armamentística, con la que alimenta a grupos armados como Hamas, Hezbolá, los huties o las milicias de Irak y Siria”.
Respecto a la guerra de Gaza, Rabi está convencido de que, para caminar hacia la estabilidad, es necesario eliminar a Hamas. “Si no detenemos a Hamas en Oriente Medio, el próximo atentado masivo será en Occidente”, auguró.
El analista reconoció que, en este intento por eliminar a Hamas, están muriendo inocentes, “pero hay que tener en cuenta que Gaza es un estado terrorista -añadió- que utiliza las instituciones para sus propósitos y a los civiles como escudos humanos”.
“Esta guerra es el precio que hay pagar por tener una franja de Gaza sin Hamas y poder construir una alianza que prepare a la región para los nuevos retos de un planeta que se está desertizando y donde el petroleo se está agotando, dos problemas que afectan muy directamente a Oriente Medio”, concluyó.
Haití, 20 años después de Aristide
Veinte años después de que el 29 de febrero de 2004 el presidente haitiano Jean Bertrand Aristide, que había sido elegido democráticamente, fuera forzado a abandonar el poder por la comunidad internacional con un movimiento popular que se sumó a una rebelión armada, el país está sumido en una crisis sin precedentes.
“El país ha retrocedido mucho” en los últimos 20 años, afirma a EFE el historiador Georges Michel, quien considera: “Todavía tenemos democracia, aunque hayamos dado un paso atrás. La política es mezquindad, trucos sucios y golpes de Estado. Tenemos secuestros y distribución de armas. El próximo Gobierno debe poner las cosas en su sitio”.
Desde el punto de vista social, político, económico y de seguridad, en este período turbulento Haití se ha visto inmerso en una crisis que ha hecho de él un lugar inhabitable. Miles de familias han tenido que abandonar sus hogares para refugiarse en campamentos y miles de personas, entre profesionales y universitarios, han huido en masa del país.
Una inestabilidad política prácticamente endémica
Políticamente, en estos años se ha experimentado una inestabilidad recurrente, marcada por los repetidos retrasos en la celebración de elecciones, la sucesión de transiciones políticas y las incesantes batallas entre los gobernantes y la oposición.
Pero lo peor estaba por llegar con el asesinato, en julio de 2021, del presidente Jovenel Moise en su residencia, lo que agravó aún más una crisis que ya estaba entonces en un punto muy alto.
Durante 13 de los 20 años transcurridos tras el derrocamiento de Aristide, quien tomó el camino del exilio en Sudáfrica, Haití fue gobernado por el régimen de Tèt Kale, con el partido oficial PHTK expulsando del poder a la formación Lavalas, que había dirigido el país durante años bajo las presidencias de René Préval y Jean Bertrand Aristide.
En este tiempo, Haití ha tenido cinco jefes de Estado, tres gobiernos de transición y dos gobiernos provisionales, y solo se han celebrado tres elecciones presidenciales.
Prácticamente todos los presidentes que han salido de las urnas en este periodo han tenido que enfrentarse a intensas protestas antigubernamentales, muchas de las cuales se tornaron violentas y estuvieron marcadas por las muertes, los saqueos y los incendios.
El país también ha conocido una quincena de primeros ministros, algunos de los cuales han durado muy poco en el cargo y otros han sido expulsados mediante protestas.
Además, en el espacio de 20 años el país ha sido o va a ser testigo de dos intervenciones extranjeras, en 2004 y la misión multinacional de apoyo a la seguridad que ahora está en preparación.
Continuo baño de sangre
En cuanto a la seguridad, la situación ha degenerado en un baño de sangre, con masacres, ataques armados, violaciones colectivas e individuales, ajustes de cuentas, robos y unos secuestros que van en aumento y que se han convertido en algo cotidiano.
Si en la época de Jean Bertrand Aristide había grupos armados, eran menos de una docena y estaban confinados a zonas concretas como Delmas 2, La Saline, Cité-Soleil y Fortoroun.
Pero hoy hay entre 200 y 300 bandas que tienen como rehén al 80 % de la capital y a innumerables regiones del país.
En las dos últimas décadas, las bandas se han vuelto más organizadas y son más arrogantes y poderosas que nunca, incluso están equipadas con tecnología y armas de última generación, en medio del aumento de la corrupción, la impunidad o la falta de independencia de la justicia.
La vida nocturna ha desaparecido por completo en muchas partes del país y poder moverse libremente por Haití es ahora un lujo, dado que las bandas armadas controlan un sinfín de territorios. La gansterización se ha extendido por todos lados.
Las carreteras nacionales están totalmente controladas por esas pandillas, que siembran el terror día y noche, triplicando o incluso cuadruplicando el precio del transporte desde la capital a ciudades de provincia, lo que aumenta aún más una inseguridad alimentaria que, en su fase aguda, ya afecta al 44 % de los haitianos.
En términos económicos, la situación está marcada por una economía en crisis, sin crecimiento y basada únicamente en las transferencias internacionales que mantienen con vida a muchos haitianos.
La moneda local, el gourde, ha sufrido en estos veinte años una importante devaluación (ha perdido más del triple de su valor), lo que ha repercutido en el incremento de la inflación y del coste de la vida en el ya de por sí el país más pobre de América.
El ingreso de Suecia en la OTAN y su repercusión geopolítica
El ingreso de Suecia en la OTAN después de la luz verde recibida el lunes por parte de Hungría clausura dos siglos de política de no alineación tras un proceso agitado y completa la entrada de toda la región nórdica en la Alianza, reforzando el control de ésta sobre el mar Báltico.
“Ha sido un gran día para Suecia y la seguridad sueca. Es un día histórico”, resumió el primer ministro sueco, el conservador Ulf Kristersson, lo que supone un vuelco a la política de defensa y exterior que parecía poco probable hace dos años.
El inicio de la intervención militar rusa en Ucrania en febrero de 2022 llevó a replantearse su no alineación a Suecia y a Finlandia, que tres meses después enviaron una solicitud de ingreso, aprobada en junio de ese año en la cumbre de la OTAN en Madrid.
En el caso sueco, fue necesario que dos de las tres principales fuerzas parlamentarias – los socialdemócratas, entonces en el poder; y el ultraderechista Demócratas de Suecia- cambiasen su postura frente a la Alianza y, con ello, alterasen de forma determinante el balance en la Cámara sobre la cuestión.
Aunque en términos históricos el ingreso de Suecia -pendiente sólo de algunas formalidades que se resolverán en pocas semanas- ha sido relativamente rápido, lo que parecía un proceso exprés se ha prolongado 21 meses, un año más que con Finlandia, debido a las reticencias de Turquía y Hungría, que han buscado también obtener algún rédito político.
La OTAN refuerza su control sobre el Báltico
Con el ingreso sueco, y el anterior de Finlandia, toda la región báltica estará controlada por la OTAN, lo que afectará a la capacidad de movimiento de la flota rusa en San Petersburgo y Kaliningrado.
Ese mayor control incluye el estrecho del Sund, que une Copenhague con la ciudad sueca de Malmö; la isla sueca de Gotland, la mayor del Báltico y de gran valor estratégico por su localización central; y el golfo de Botnia.
Con un ejército de alrededor de 25.000 soldados, Suecia dispone además de la mayor fuerza aérea de los países nórdicos, con un centenar de cazas, lo que aumentará el dominio del aire de la OTAN en la zona y en la región ártica.
Suecia cuenta también con una de las industrias nacionales de defensa más destacadas en Europa Occidental, con Saab como estandarte: en el período 2018-2022 fue el décimo tercer exportador mundial, según datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI).
Un acercamiento a la OTAN iniciado hace tres décadas
La entrada en la OTAN supone un cambio sustancial a la política de seguridad sueca de los últimos siglos, pero culmina a la vez un proceso de aproximación iniciado hace tres décadas, coincidiendo con el fin de la Guerra Fría.
Suecia, al igual que Finlandia, suscribió en 1994, la iniciativa Asociación Por la Paz de la Alianza, lo que permitió la participación de soldados suecos en misiones como las de Kosovo y Afganistán.
El giro en la línea sueca se aceleró notablemente ya a raíz de la adhesión de Crimea por Rusia en 2014, provocando la restauración del servicio militar obligatorio, el envío de un destacamento permanente a Gotland y aumentos progresivos en la inversión en defensa.
Suecia acogió por ejemplo en septiembre de 2017 las mayores maniobras militares en 24 años, lo que incluyó por primera vez la presencia en su territorio de tropas de la Alianza, incluido Estados Unidos, con quien Estocolmo firmó hace dos meses un nuevo acuerdo militar que permite el despliegue de soldados.
Aunque el ingreso en la OTAN cuenta con el respaldo de una gran mayoría parlamentaria y de más del 60 % de la población, según los sondeos, fuerzas políticas como el Partido de Izquierda Socialista -la cuarta mayor en la Cámara- y organizaciones pacifistas han criticado la celeridad del proceso y que no se convocase un referendo.
Las críticas aluden también al posible emplazamiento de armas nucleares en territorio sueco, cuestión que no ha sido desechada de forma concluyente.
