Voy a intentar hilvanar un pequeño relato referido al Archivo Histórico Provincial, cuya sede actual es el lugar de Capuchinos, situado junto a la iglesia de San Quirce, calle de por medio –la de Capuchinos Alta-, que se completa con el edificio que ocupa la nuestra y extraordinaria Universidad de Historia y Arte de San Quirce, cuyo nombre de ‘bautismo’ fue el de Universidad Popular. Todo ello en el barrio de San Nicolás.
Permítanme. El edificio en el que ahora reside tiene origen en dos viviendas –grandes, grandes-, que en el siglo XVI –o cerca-, construyó Juan de Ortega Lara y Angulo. Por más señas Caballero de la Militar Orden de Alcántara, y que unos años después (1700), unió ambas y lo dejó en un caserón (casoplón ahora). Si bien, debido a su marcada inclinación política –‘la vida sigue igual…’-, hubo de marchar de Segovia -porque los de la otra ‘doctrina’ le perseguían-, dejando sin acabar la obra.
Su situación política no mejoró. Hubo de abandonar España tan deprisa como pudo, pues le habían condenado a muerte a garrote. Le confiscaron los bienes, perdió pleitos, su mayorazgo de la Hoz y el inmueble de Segovia. Esta, la casa, no había sido habitada. Juan regresó a España en 1721 y consiguió recuperarla. Sin embargo no volvió a residir en la Ciudad, y sí en Villacastín, donde murió en 1730. Fue su hijo, Juan de Ortega Lara y del Río, quien acabó la obra y ocupó la casa. Sería el último de la saga que lo hiciera.
Por datos recogidos del Catastro de Ensenada, fue un nieto de Juan, Bernardo de Alaiza, residente en Valladolid, el último de sus propietarios y quien arrendó ¿cedió? el uso del inmueble a la Artillería de Segovia, que en 1773 lo utilizó como cuartel.
Llegados al siglo XIX la propiedad pasa al Conde de los Villares (Pedro Pablo Rodríguez del Toro, sucesor de Alaiza y militar). Con posteriores transmisiones la adquiere el oficial del ejército de origen asturiano, ¿Alejandro? Tuya Valdés. Este, año 1905, la vende a la familia Castro, también con miembros en la milicia. En la era de los 50 fue cuando se instaló ‘la Caja’. Pasaron después por el lugar distintos propietarios y fue academia privada donde se impartía enseñanza a alumnos que se preparaban para entrar en la Academia.
Pasó una tarde, pasó una mañana… en 1982 se inicia expediente –no resuelto favorablemente-, para declaración de Inmueble de Interés Cultural (BIC), y ello permite al Ministerio de Cultura (siendo ministra Soledad Becerril), ejercer el derecho de tanteo (Ley de Patrimonio), por lo que adquiere la propiedad e instala en el lugar el Archivo Histórico Provincial. Las obras de adaptación comenzaron en 1995 concluyendo un año después. En abril se inauguraron las nuevas dependencias. Estas, en sus cuatro plantas, totalizaron 965 m2 y muy cerca de 10.000 metros de estanterías lineales. Su superficie útil es de 2,200 m2. Pero antes…
Vamos a dar un paseo por la historia. El Archivo tiene fecha de creación de 1947. Su primera sede, edificio de la Cárcel, en la calle Real, lo comparte con la Biblioteca Pública. El rápido crecimiento de las actividades de la ‘biblio’, conlleva la limitación de espacio necesario para los fondos del Archivo, que llegan de forma constante, y es cuando el Ministerio encuentra el camino y lugar ya referido para su ubicación.
Fondos con ‘fondo’
Fue así, ya con un mayor espacio, cuando consigue reunir en él todos los fondos de la sede, al igual que aquellos otros que se encontraban en distintos habitáculos de la ciudad. Eran espacios bajo arriendo o prestados. Hasta entonces no habían encontrado una sede propicia para la unificación de su amplísimo catálogo. De ahí su peregrinar.
Sepa quién leyere que si dirige sus pasos a la casa/sede del Archivo Histórico de Segovia, cuya visita le va a entusiasmar, se encontrará (entre otros) ‘temas’ como el archivo del Marquesado de Lozoya, adquisición de la Junta de Castilla y León en 2006, el del Conde de Velarde (1), algunas ‘cosillas’ de los Arias Dávila…
Y no son pocos, que no, los documentos que encontrará con datos de la Junta de Beneficencia y de la Delegación de Hacienda. De esta última son los de diferentes procesos de desamortización. Ahí sí hay ‘tela’ para el historiador que quiera husmear. Puede que el Archivo sea poco conocido, pero que es guardián de una parte importante de nuestra historia, que no lo ponga nadie en duda. Sepan que de 9 a 14 horas, de lunes a viernes, lo tienen abierto.
Cosas de la mili
Lo de arriba es una historia y lo que ahora otra ‘mini’. Pero con ligazón/ pegamento. Trascurrían aquellos años donde el servicio militar era obligatorio y los jóvenes -lenguaje no inclusivo-, veinteañeros cumplíamos con la obligación de pasar el trago del ‘sorteo’ anual, donde se determinaba a la unidad en la que cada individuo ‘pertenecería’ a lo largo –para algunos larguísimo-, período de permanencia en filas.
Cuando al que esto escribe le llegó el tiempo del sorteo acudió al edificio, sede de Capuchinos, que albergaba la ‘Caja de Reclutamiento y Zona de Movilización de Segovia’.
Allí, en un caserón con galerías de madera y un amplio patio, esperábamos un gran número de jóvenes de capital y provincia para conocer de primera mano dónde se quedarían unos y dónde viajarían los otros. Vamos, como el sorteo de Navidad pero sin que los verdaderos protagonistas, los futuros reclutas, hubieran comprado décimo alguno. Alegría entre los que ‘se quedaban en casa’ (Segovia y península), y seriedad –también lágrimas comúnmente familiares-, en los que se marchaban lejos. En este último ‘caso’, tampoco era lo mismo ‘viajar’ a Canarias que hacerlo al norte de África. La diferencia era notable ¡Díganmelo a mí!
Podría continuar y ampliar la historia, pero, me digo, ‘pa qué’. Lo pasao, pasao. Sí les digo que aquel caserón de sorteos, que pasó por muchas manos, es hoy sede del Archivo Histórico. ¡Voilá!
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(1) El título lo ostentaba en esa fecha Alfonso Velarde y de la Piñera. El referido fondo tuvo como sede hasta 1915 la Casa del Marqués del Arco en la ciudad. Reúne documentación de entre los años 1430 a 1889.
