El Balonmano Nava siempre se ha movido con soltura en el mercado para hacerse con las piezas que más se acomodan a su presupuesto, que no es ni mucho menos el más poderoso de la élite en la que se desenvuelve. Las ofertas que plantean desde La Nava a los jugadores son ajustadas en lo económico, pero gigantescas en lo emocional, y cada vez hay más que tienen esos intangibles en cuenta.
Y en ese caldo de cultivo, el club segoviano empieza en febrero a anunciar renovaciones con casi toda la segunda vuelta de la competición por disputarse. Los fichajes a buen seguro están más que avanzados a estas alturas, pero su oficialización depende de la categoría en la que juegue el equipo el próximo curso. Lógico.
A la hora de confirmar continuidades, el club ha querido iniciar el proceso con uno de sus grandes referentes y ahora capitán, Patotski. El bielorruso es un pilar fundamental del equipo, con actuaciones meritorias cada fin de semana y una sobriedad, tanto dentro de la cancha como en la vida, que roza lo antinatural. A buen seguro habrá tenido ofertas para cambiar de aires y por eso la opción de amarrarlo ha sido prioritaria para el club. Todo un acierto.
En la Nava saben de buenos porteros, porque sin remontarnos mucho en el tiempo aparece en el horizonte el navero David de Diego – tremendo guardameta – o más recientemente, el no menos efectivo a la hora de guardar la jaula, Yeray Lamariano.
El rendimiento deportivo en la élite es fundamental, pero hay otros factores que importan mucho a la hora de ofrecer una renovación, y Dzmitry los reúne. Hace tiempo que es un navero más.
