Las aguas parecen haber vuelto a su cauce en Italia. O, al menos, por el momento. La sombra de un regreso a la inestabilidad política se alejó ayer después de que el primer ministro, Enrico Letta, superase una cuestión de confianza por un amplio margen de apoyos, cuando su socio de Gobierno, Silvio Berlusconi, promotor de la moción, anunció sorpresivamente que su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL), votaría a favor del Ejecutivo.
La sesión en el Senado era la más controvertida. En ella, Letta necesitaba el respaldo de los legisladores del bloque conservador, que durante los últimos días se había dividido en su opinión sobre cómo actuar. De hecho, un día antes, el secretario general del PDL, Angelino Alfano, desoía las órdenes de Berlusconi y llamaba a sus compañeros en la Cámara a respaldar al Ejecutivo, la postura contraria avalada por Il Cavaliere, lo que sacó a relucir los desacuerdos en el seno de la formación.
Precisamente, con el fin de evitar una posible escisión en el partido, el multimillonario optó a primera hora de la mañana por secundar al Gabinete central y así se lo hizo saber a los integrantes de su grupo político.
Eso sí, todo parece indicar que esta actuación ha sido en vano, ya que a última hora de la tarde, el diputado Fabrizio Cicchitto inició los trámites en la Cámara de Diputados para crear una nueva formación, que contaría con más de una veintena de miembros y que se desprendería del PDL. Además, también es probable que esta misma situación se repita en el Senado, donde el legislador Roberto Formigoni encabeza una propuesta para desvincularse del Pueblo de la Libertad y emprender un nuevo camino lejos de la influencia de Berlusconi. «Nos reuniremos pronto y veremos qué se decide», indicó, al tiempo que agregó que el número de disidentes en la Cámara Alta supera ya los 25.
Conocidos como los alfanianos, en referencia a Angelino Alfano, de quien todos dan por hecho que romperá con el que él mismo considera su padre político, aunque no ha confirmado nada, los rupturistas podrían reunirse bajo el nombre de Partido Popular.
Para contrarrestar esta situación, también se estarían recogiendo firmas entre los miembros de la formación conservadora para dar vida a un nuevo grupo FI-PDL, integrado por el Pueblo de la Libertad y Forza Italia, el histórico partido de Berlusconi que él mismo ha resucitado recientemente.
Ajeno a estas discusiones internas de su socio de Gobierno, Letta volvió a sonreír en el Parlamento tras escuchar a Il Cavaliere cambiar de opinión. «Hemos decidido, no sin tormentos, manifestar un voto de confianza», indicó, para reivindicar que Italia requiere «un Ejecutivo que pueda adoptar las reformas estructurales e institucionales que necesita para modernizarse».
Previamente, el primer ministro había asegurado en la Cámara que una crisis de gobierno sería «fatal» para el país, al tiempo que subrayó que quiere quedarse hasta finales de 2014.
Se espera que un comité del Senado apruebe la expulsión de Berlusconi mañana y, aprovechando esta coyuntura, Letta rechazó la petición del magnate para que se le brinde inmunidad judicial a cambio de un apoyo político a largo plazo. «Bajo el imperio de la ley, los fallos deben ser cumplidos y son respetados», declaró entre los abucheos desde las filas del PDL.
«No debe haber más chantajes porque se ha demostrado que el Gobierno no se rompe», remachó Letta, que abandonó el estrado haciendo la señal de victoria con las manos y en medio de los aplausos de los parlamentarios del Partido Democrático y Opción Cívica.