David Pinillos nombrado Matahombres de Oro en Zamarramala charla con el Adelantado sobre su niñez y su visión del cine actual.
—¿Recuerdas cuál fue la primera película que viste en el cine?
—No puedo asegurar cuál es. Tengo un vago recuerdo de una película que no fui a ver pero como iba con mi padre al cine Cervantes a ver a un amigo suyo que era el proteccionista creo que vi un trozo de Tiburón. Recuerdo la primera vez que fui con mis amigos al cine que vimos una peli de reposición de Stanley Kramer que se llamaba El mundo está loco, loco, loco, loco y una película de Bud Spencer y Terence Hill que se llamaba Bananas, ¡fíjate que dispar!. Y Tiburón me acuerdo mucho, me llamó mucho la atención, pero creo que no es que fuésemos al cine, sino que mi padre, como estaba en la calle Cervantes, pasábamos muchas veces a ver a su amigo y yo me quedaba afuera de la cabina por encima del gallinera y debí de ver un minuto y mi padre me dijo que era demasiado. Y luego volver a casa y ver esa cosa en la imagen, pero no el tiburón si no sensaciones.
—Es un poco como la historia del niño de Cinema Paradiso.
—Pero es que creo que tuve mucha suerte porque cuando lo cuento todo me dice vale, pero es que es de verdad. Digamos que el mejor amigo de mi padre, por así decirlo, era uno de los proteccionistas del cine Cervantes y yo de pequeño he visto muchas pelis. Me acuerdo, por ejemplo con ET que había una cola que llegaba hasta el acueducto, larguísima, y yo iba pasando. Veía gente, les saludaba, subía por las escaleras y me vi la peli dos veces. Entonces la gente aquí, una cola inmensa y yo iba y vi la película, que era una suerte.
—¿Y tú sientes que fue ahí cuando te estabas colando para ver pelis es cuando te llegó eso de ser director de cine?
—Pues yo la verdad es que no soy muy consciente. De pequeño quería ser periodista, me lo imaginaba como “ojalá”. Era como una cosa que tenía en la cabeza siempre. Luego probé a actuar y empecé a hacer teatro cuando estaba en el instituto y la verdad que no fue muy… Pero siempre me gustó el cine como una cosa muy de pequeño y muy personal. Tuvimos la mala suerte de que hubo una crisis de cine muy grande a mediados de los 80 y cerraron muchos cines entre ellos todos los que había en Segovia. Entonces los Claré tenían una especie de cine, sala de actos, donde todos los niños íbamos a ver películas de estreno como Tron o películas de reposición como las clásicas, de esas de Los diez Mandamientos o Los tres mosqueteros. Yo siempre digo una frase que es que a base de ver películas yo sentí las ganas o el deseo de realizarlas, que es una frase que dijo Truffaut y que yo creo que me identifico mucho con ese pensamiento que siempre estuvo ahí, no estoy muy seguro del porqué. Lo que sí que tengo claro es que mi padre fue una parte fundamental, ya que le encantaba el cine y desde muy pequeño tuvo un vínculo muy fuerte. Por ejemplo en El País Semanal todas las semanas salía un fotograma de una película que era el “se busca”. Y entonces ahí apostaba por cinco duros con mi padre a ver si era capaz de saber quién es el actor o la actriz. Entonces yo a base de cinco duro, de es chantaje económico, aprendí muchísimo de quién era Lara Turner o Humphrey Bogart. Yo creo que esas son cosas que a lo mejor un niño de diez años no sabe y sin embargo yo sabía.
—¿Y tú le estás haciendo lo mismo a tu niña?
—Es que yo creo que mi padre no era consciente de que estaba haciendo eso, si no que era una cosa que yo demandaba y poco a poco cada vez más. A mi hija le gusta el cine y dice que quiere ser directora de cine, pero creo que es más por alagarme que por otra cosa. Tiene 9 años y todavía es muy pequeña pero intentamos ponerle cine, ahora está con la Guerra de las Galaxias y hacemos por que la afición le vaya naciendo poco a poco. También vamos mucho al cine juntos.
—¿Tú hacías pequeños pinitos de cine en tu habitación de poner actuar a los muñecos o ya fue un poco más mayor?
—Evidentemente yo me montaba unas películas con los soldaditos clic que yo creo que he podido hacer cientos de películas (ríe). Además me gustaban muchísimo el cine de aventuras y siempre me ha gustado jugar a que pasasen cosas. Yo me acuerdo que de pequeño, mi padre tenía un huerto y teníamos al lado un coche de un amigo suyo que estaba medio desmontado y recuerdo perfectamente las aventuras que corríamos en ese coche con los clic, ¡la cantidad de kilómetros que hemos recorrido como en una road movie! El contar historia, el vivir aventuras, el hacer personajes siempre ha estado ahí para mi. Descubrir que escribiendo una historia alguien puede conectar con ella… eso es bonito. Es una cosa que yo tuve la suerte que de que había gente que me lo fomentó, profesores que tuve en el cole, por ejemplo, y luego hice mis cortos en vídeo, cuando apareció por allí una cámara empezamos a hacer cosas amateur.
—¿Qué película te hubiera gustado dirigir?
—Es una pregunta difícil la verdad. En qué época me hubiera gustado vivir eso sí que lo tengo claro, en ese Hollywood clásico me hubiera encantado estar, son momentos bastantes fascinantes de la industria del cine, el momento de los años 30, también, ese tipo de directores y películas que se hacían, había cosas de la aparición del sonido que hubiera sido muy muy chulo ver ese momento, incluso en la película The Artist que es muy divertida y muy bonita como homenaje al cine, el Hollywood de esa época es buen momento para vivir.
—Bueno, me puedes decir que te hubiera gustado dirigir Harry Potter, por ejemplo, que es una macro producción o una peli un poco más intimista…
—Yo me acuerdo que cuando vi Blue Valentine o True Lovers y había hecho ya mi película Bon Apetit pensé ojalá hubiera hecho yo estas pelis, pero son películas como muy de nicho. Sin embargo cuando hice la peli me acuerdo de eso, Me hubiera encantado trabajar en la época del cine clásico.
—¿Hay algún libro que te gustaría adaptar?
—Mira, hay un libro que se llama La isla de los ciegos al color de un tipo que se llama Oliver Sacks que me encanta. Es un libro de viajes que siempre he pensado que ahí había una peli. Es el viaje de un neurólogo que va a una isla en la Polinesia en la que la gente no ve los colores por una variación genética que hay. Es un libro de viajes que es maravilloso. Y bueno, eso, me parece que sería un peliculón.
—Además, creo que una película así da mucho juego también al montador.
—Bueno es un escritor muy cinematográfico y en cuanto al montaje, cualquier montador puede encontrarse una película maravillosa que tenga que montar tres planos y el resto sea plano secuencias y puede disfrutar muchísimo de la película. No sé, depende un poco del proyecto. Yo como montador que también lo he sido, a mi me gusta trabajar en películas que pueda aportar cosas y yo disfrutarlas como un buen proyecto por lo que se está contando.
—Tú has sido editor con Sorogoyen o Sánchez Arevalo ¿En qué consiste este trabajo? ¿Son muy exigentes?
—Bueno, pues la verdad es que para mí el trabajo de montador siempre es un trabajo que consiste en hacer propuestas, en intentar proponer cosas sobre el material para intentar volver a trabajar con lo que dice el guion, lo que cuentan los personajes o lo que habla la historia. Entonces sí, evidentemente son gente que ha conseguido llegar alto y son muy exigentes en su propuesta. Y la verdad es que yo, por ejemplo, en el caso de Dani, estaba acostumbrado a trabajar siempre desde cero, es decir, desde arrancar el material y arrancar el montaje. Y, sin embargo, yo tengo la sensación de solucionar y trabajar siempre al principios solo. Entonces hago una primera propuesta que trabajó durante el rodaje cuando el director no puede estar en la sala. Y luego, a partir de ahí, trabajo con el director. Entonces, fue un poco el sistema, ¿no?. Fue la primera vez que él trabajó así y, vamos, le encantó, porque es una manera de que tú le hagas una propuesta al director, de plantear una cosa sobre los personajes, sobre la historia, sobre la estructura propia en sí, si necesita algún tipo de cambio y, a partir de ahí, trabaja con el director. Evidentemente, siempre se puede volver a a lo que quiere el director, pero me parece una segunda mirada sobre el material. Es como si fuese un tercer guionista.
—Como director has estado en Gran Hotel, Velvet, Las chicas del cable… ¿Qué tienes con las series de época?
—La productora es la que lo tiene (ríe) yo no. Creo que es más una cuestión de que en este caso, a Ramón Campos y a Sandra Valdés que eran los productores de Bambú con los que trabajaba, les gustaban mucho la series de época, Gran Hotel fue como una especie de madre de otras series y yo creo que la audiencia estaba muy interesada en ese tipo de de producciones, entonces trabajamos un poco a raíz de Gran Hotel, siguiendo esa estela. Velvet fue una una serie que al principio era muy drama y que fuimos convirtiéndola. Yo intentaba hacer como si fuese una comedia del tipo Gregory La Cava de alto standing, de cine clásico y yo siempre les decía a los actores “mira tienes que ver esta o aquella película”y entonces les hacía ver a muchos actores y actrices de la serie cine clásico. Había que intentar trasladar a un universo casi hollywoodiense donde existan esas galerías porque la conexión con la realidad en esa serie apenas existía Les hacía ver un grupo de cine clásico, pero intentando hacer una traslación de lo que era el lenguaje en esa ficción.
—Bueno, yo creo que lo conseguiste porque además había un gran papel cómico que era el del actor Asier Etxeandia.
—Bueno, yo lo vi en un espectáculo en el teatro y que costó mucho convencer de traerle. Y entonces, bueno, fue una propuesta que era para unos episodios y al final gustó mucho y se quedó toda la serie.
—Tienes el premio Goya a Mejor Director Nobel con Bon Apetit. ¿Buscas otra estatuilla?
—Para mí, los premios siempre son maravillosos, sobre todo por la ilusión que le hacen a toda la gente, evidentemente a uno, pero sobre todo a todas las personas que te rodean, a la familia, a los amigos… Y también es una recompensa que para mí es para toda la gente que ha hecho la peli. A lo mejor te lo otorgan a ti, pero es un premio que se le ha dado a toda la gente que la ha hecho contigo. Evidentemente, yo estaría encantado de hacer una segunda peli, eso sería mi verdadero premio Luego los premios son circunstanciales. Yo siempre digo que uno tiene que intentar hacer méritos para que te los den, pero que te lo den para mí nunca fue un objetivo y uno tiene que hacer dar argumentos para que puedan ser premiados, pero no creo que se busque un premio. Entonces, en mi caso, busco hacer cosas, no ser premiado. Creo que casi nadie hace eso.
—Claro, claro. ¿Qué estás haciendo ahora, David?
—Pues ahora mismo estoy terminando el proceso de montaje de la última serie que estoy rodando, que se llama Respira, una serie para Netflix, creada por Carlos Montero. Y estamos ahora justo en el proceso de montaje. Ya terminamos el rodaje, que se rodó entre Valencia y dos platós, en Madrid y estamos en el momento de montaje. Hemos enseñado los dos primeros capítulos y estamos muy contentos. Yo con la productora, con Netflix, con la gente que hemos hecho la serie, estamos muy contentos. Y bueno, la verdad es que es un reto muy interesante con actores como Najwa Nimri, Manu Ríos, Blanca Suárez, Aitana Sánchez Gijón y un elenco larguísimo y con unos nombres maravillosos, gente más conocida y gente luego también menos conocida, pero que son unos pedazos de actrices y actores increíbles. O sea, la verdad es que estoy muy contentos+ con el proyecto. Yo creo que a lo largo del 2024, este año, se estrenará. No sé exactamente cuáles son sus calendarios internos de Netflix, pero a lo largo del 2024 estará ahí disponible en la plataforma.
—¿Qué es lo más complicado del proceso de guión?
—Bueno podría ser la hoja en blanco un momento complicado ¿No? ese estadio es pasar una cosa difícil pero para mi lo realmente complicado es cruzar una cosa que yo llamo el enamoramiento. Es el momento en el que has estado recopilando información o documentándote que es un proceso muy chulo pero luego hay que cruzar, que es la fase de materialización. Cuando pasas de escribir como una pequeña línea argumental o unas pequeñas notas en forma de lo que cada uno se estructure. Cuando se pasa de eso a desarrollar, y sabes que es el camino en el que las a estar varias semanas o incluso meses… Ese es un proceso como cruzar ese rubicón ese momento en el que uno dice, “vale, esta es la idea con la que me quedo, con la que me voy a estar trabajando los próximos meses”, la que quiero rodar en un proyecto que probablemente dure dos años. Es en ese momento en el que hay que plantearse si estamos, seguros que es esta o es esta otra. Yo suelo contarle la idea a un pequeño grupo de gente de confianza en el que muchas veces hablamos de cosas escribimos. Y tirar para delante desde ahí creo que es el momento más complicado y tener fe en que vaya a funcionar.
—Y tienes que hacer que los demás la tengan también para que te compren la idea.
—Mi amigo Fernando Franco, siempre me dice, David, no hay que pensar en lo que van a hacer o decir los otros, lo que va a suponer, si se va a poder hacer o no, si vas a poder conseguir financiación o no… Hay que hacer lo que uno quiera, porque si no, al final es imposible. Porque hay muchas variables externas a ti que no las puedes controlar. Entonces lo único que puedes contar es lo que yo quiero hacer. Que si empiezas ya pensando en lo que quiere la gente ver, lo que quiere la gente aprender, lo que quiere la gente financiar… Para mí no tiene mucho sentido.
—¿No tendrías ganas de rodar en tu ciudad?
—Pues la verdad es que sí. Bueno, ahora cuando veo que hay mucha gente que rueda en Segovia, que está Alex de la Iglesia rodando en Segovia… un montón de gente que viene y hay un montón de rodajes que se están haciendo, tanto de ficción como de bueno, en la cárcel también, yo creo que hay rodajes cada mes. Se han dado cuenta, por fin de una cosa que desde los 50, se ha ido haciendo aquí que es rodar. Ahora se ha vuelto a un revival de todo aquello. Segovia ha sido un plato de cine desde que Samuel Bronston apareció por aquí y yo encantadísimo. De hecho, tuve un pequeño rodaje de un día y medio en la Choricera, y luego he rodado también algunas cosas en la provincia. Siempre estoy deseando volver a Segovia. De hecho, en el caso de la Choricera teníamos una localización que estaba pegada a Madrid, que por la cuestión logística se nos cayó, y yo lo vi y dije, “hay un sitio en Segovia, que siempre tiro para acá” (ríe).
De hecho hay muchas localizaciones o gente que rueda en Segovia, que algunos de ellos las han rodado, porque yo les he dicho, oye, ¿has visto o conoces este sitio en Segovia? Yo intento ayudar todo lo que puedo a que vengan rodajes aquí en Segovia, y yo estaría encantado de rodar aquí en Segovia.
—Pero, David, se honesto, ¿Tienes ganas de rodar en Segovia porque es tu ciudad y quieres que se vea a nivel macro, o por comer en casa?
—Yo ¡Encantado de comer en casa (ríe), es evidente! Si puedo estar viendo a la familia, pues me encanta. O sea, que creo que esas dos razones son buenas. Y mientras quiero presumir de ciudad, que es una cosa que hacemos mucha la gente de Segovia. La gente que se dedica a esto, a cualquier tipo de audiovisual hacemos mucha gala. Es una ciudad que, aparte, tiene muchas ventajas. Está pegada a Madrid, es una maravilla para poder rodar. Y aparte, andar diez minutos, irme a ver a mi madre y comer con ella, pues me parece un plan estupendo.
—David, estamos hablando mucho de cine y de series… ¿Qué género te gustaría explorar?
—Yo siempre he sido desde muy pequeñito muy fan del cine negro, de las películas que como las llamaba mi padre ‘de detectives’. De Philip Marlowe, de Raymond Chandler, de las pelis de Howard Hawks. Incluso aquellos que trabajan con la mafia, de hecho, una de mis favoritas, es El Padrino, una de mis series favoritas también es Los Soprano. Siempre me encantó eso y ojalá pudiera hacerlo, porque es una cosa que siempre le tengo mucho cariño y mucho respeto. De hecho, cuando estaba en escuela de cine, mis trabajos de historia del cine, los dos hablan de ese género. No es que yo lo haya tocado, pero sí que es una cosa que siempre me ha gustado cuando hay series o pelis que tienen ese punto, siempre me lo me lo veo, no tanto el desarrollo thriller más desde los 90 que se hace, sino esta cosa de los 70 me gustaba mucho, con pelis como Un largo adiós de Robert Altman. Tuve una época en la que me encantaba Humphrey Bogart con El Halcón Maltés me encantaba, El último refugio, incluso que son dos cosas distintas, uno es más de mafia y de crimen y otros más de detective.
Pero por ejemplo, hay una serie que no gustó mucho que es el remake de Perry Mason que no ha tenido mucho éxito, al parecer, y yo cuando la vi me encantaron las dos temporadas que hay. Y decíamos en casa “vamos a ver una serie” y mi pareja me decía “no por favor la de Perry Mason no”. Y me la vi yo solo y me encantaba porque me encanta la época, o cuando apareció la confidencia en Chinatown se me hace un poco de revival de esa época. Me encanta. Es una época que me gusta mucho.
—Bueno, ojalá verte en algo un poco así desde el Adelantado. David ¿Cómo te has tomado el reconocimiento de Matahombres de Oro? Enhorabuena
—Encantado. El Matahombres es un reconocimiento con una larga trayectoria con gente que lo ha recibido, personas o instituciones que lo tienen, que son admirables, ¿no? Yo ponía un par de ejemplos de gente que me encanta como Delibes o Forges. Estar en la misma lista ya solo con esas dos personas me parece una recompensa. Y es un reconocimiento encima en mi ciudad y en un premio que es especialmente interesante en el momento que vivimos, un premio digamos en el que por un día se genera esa representación de que la mujer toma el poder y que de alguna manera en ella reside el poder es un reconocimiento, una visibilidad, todo una cosa que está ahora mismo muy poniéndose en primera línea de nuestra sociedad. Que es el lugar necesario y primordial que tiene que tener la la mujer y el liderazgo que tiene que tener la mujer en la sociedad. Una visión muy importante a la mujer llamándole feminismo o como lo queramos llamar pero me parece una cosa muy importante y muy de este momento ¿no?
Entonces yo creo que aparte que me lo hayan dado el concejo de aguederas y las alcaldesas me han propuesto para este reconocimiento me parece como todo un orgullo, doblemente incluso, y porque es mi ciudad y seguir dando peso a esta tradición que siga existiendo, que sea una tradición popular, no institucionalizada, sino más popular. Pues me parece muy muy muy bonito, ¿no? Seguir dando visibilidad, que esto se celebre, que continúe y que tenga una larga vida. Yo creo que está muy aceptada en Zamarramala y para mi es una suerte este reconocimiento y estoy muy muy orgulloso. Me parece muy emocionante a mi y a toda la gente de mi entorno, de Segovia, mi familia, mis amigos. Ha sido muy bonito para todos.
—Enhorabuena, enhorabuena por ese reconocimiento. Ya para terminar, Un sueño por cumplir en este 2024.
—Yo quiero que toda la gente a la que quiero esté bien, esto es mi verdadero sueño, ¿no? Que la gente a la que quiero esté bien, que la vayan bien las cosas, que tenga ratos buenos, que disfrute. Eso es el sueño por cumplir. No soy muy de sueños materiales, soy de sueños más bien conceptuales. Nunca he tenido un objetivo definido, soy más como esa cosa a lo Schopenhauer, ¿no? Cuanto más conceptual, mejor. Más que un hecho material, decir quiero tal, quiero hacer una peli, quiero hacer una serie, quiero producir un guión, quiero… no, es más bien que la gente que me rodea y que a mí me hace feliz, esté feliz, esté bien y tenga buenos ratos en este próximo año.
