Los acusados como autores materiales del secuestro y torturas a una pareja para obtener el dinero y joyas que guardaban en su casa, reconocieron ayer su participación en los hechos.
En la primera sesión del juicio oral, que arrancó en la Audiencia Provincial de Segovia, y que se prolongará toda esta semana, y algunos días de febrero, varios de los acusados mostraron además su arrepentimiento. Lo hicieron verbalmente y a través de una carta dirigida a las víctimas, un matrimonio que al pasar por la provincia de Segovia, de regreso a su domicilio de Madrid, fueron asaltados por varios encapuchados que además iban uniformados con chalecos de la Guardia Civil.
“Avergonzado y superarrepentido”, dijo que estaba uno de los acusados, que se encuentra en la cárcel.
Los cuatro supuestos autores materiales confirmaron ante el tribunal que habían cometido los hechos de los que se les acusa, recordaron que habían amenazado a la pareja para que no denunciara, que participaron de algún modo en los golpes que recibieron las víctimas. Y también aseguraron que habían estado en tratamiento por consumo de drogas. Incluso afirmaron que portaron armas en el momento del secuestro y de las torturas, y que carecían de licencia para tener y usar las armas con las que amenazaron al matrimonio, o la que uno de ellos empleó para disparar a un guardia civil el cual resultó herido en el registro domiciliario practicado después, y que permitió la detención de la banda. El agente, que también declaró ayer, desmontó el argumento de algunas de las defensas sobre si el registro policial se había realizado correctamente.
Sólo el acusado como autor intelectual de la trama, que según las acusaciones particular y pública, habría facilitado la información personal sobre las víctimas a secuestrar, negó toda la responsabilidad que se le imputa.
Lo más duro del juicio fue la declaración de las víctimas, que entre sollozos tuvieron que recordar los duros momentos vividos, y donde llegaron a temer por sus vidas.
Los miembros de la banda, que fue desarticulada después por la Guardia Civil en una operación que denominaron ‘Río Lobos’, fueron detenidos un año después de los hechos, en enero de 2021. La pandemia del 2020 dificultó los trabajos a las fuerzas de seguridad.
El grupo criminal, definido por los agentes como “peligroso” estaba formado por seis personas, según el atestado policial. Estaba asentado en las provincias de Madrid y Toledo, pero siguió a la pareja víctima hasta Soria y Segovia antes de secuestrarla.
Por el lugar donde ocurrió el el secuestro, la instrucción recayó en el Juzgado de Sepúlveda, que decretó el ingreso en prisión de todos los implicados.
Un año y medio después se decidió poner en libertad a dos de ellos, el que supuestamente era el autor intelectual de la trama facilitando información a los autores materiales, o habrían cooperado en las actuaciones.
Los otros cuatro encausados siguen en prisión provisional y saldrán de la cárcel el día 26 de enero al cumplirse el tiempo máximo de prisión preventiva establecida en la normativa penitenciaria.
El abogado de la acusación particular lamentaba ayer el retraso y la prolongación del juicio, pero espera que haya una sentencia condenatorias “ejemplar, porque los hechos son gravísimos”, señaló ayer durante la vista oral.
El tribunal tendrá que dictaminar sobre el grado de implicación de todos los acusados, que durante todo el juicio contaron con una estrecha vigilancia policial.
La actividad delictiva de este grupo delincuencial se centraba en la sustracción de efectos, prioritariamente joyas y dinero, mediante el empleo de una violencia extrema sobre sus víctimas, las cuales eran previamente detenidas ilegalmente, siendo torturadas con el fin de conseguir la información necesaria si no conseguían sus objetivos inicialmente.
Según el relato de las víctimas, fueron introducidos por separado en sendos vehículos y trasladados por diversos tipos de carretera por espacio de casi dos horas, introduciéndoles finalmente en un contenedor de obra. En ese lugar comenzó la parte más dura de su cautiverio, al ser brutalmente agredidos para que revelaran donde tenían escondidas las joyas y el dinero en su domicilio, así como las claves de los sistemas de alarma y posibles cajas de seguridad.
Inmediatamente comenzó por parte del equipo investigador la reconstrucción de los hechos. Tuvieron que analizar multitud de datos de toda índole recogidos en la reconstrucción de los hechos a lo largo de más de 200 kilómetros de diversas vías de comunicación.
Este análisis, unido a los datos obtenidos en otras labores de investigación complementarias, permitió la obtención de indicios para la investigación que, tras más de seis meses, permitieron a los agentes corroborar la existencia de un grupo perfectamente organizado y cohesionado, formado siempre por más de cuatro personas coordinadas para la perpetración de delitos graves, y teniendo cada uno de sus miembros funciones perfectamente asignadas, como son la selección de lugares y víctimas, medios de transporte a emplear, vigilancias sobre posibles objetivos y valoración del posible beneficio económico a obtener.
Con todos los componentes del grupo delictivo identificados, los investigadores pudieron conocer con total certeza que los mismos tenían previsto, en un breve espacio de tiempo, llevar a cabo un robo de gran envergadura en una empresa del sector de las tecnologías, en el que se harían con un botín estimado de más de catorce millones de euros, siempre según la previsión de sus integrantes. Esta actuación, en la tenían perfectamente planificado y organizado el secuestro del vigilante de seguridad de la citada empresa, fue abortada por los propios autores por las restricciones de movilidad derivadas de la alerta sanitaria del Covid, circunstancia que ha condicionado de forma muy importante la investigación, ya que si bien las personas investigadas pasaban largos periodos de tiempo de inactividad, los agentes mantuvieron en todo momento el control operativo sobre todas ellas, estando permanentemente preparados para proceder a las detenciones in fraganti de los posibles responsables en el momento que se hubiera detectado que fueran a actuar.
Finalmente, teniendo en cuenta la evolución de la pandemia generada por el Covid y las situaciones generalizadas de confinamiento, cuando se cumplía el año desde que se produjeron los graves delitos por los que se inició la investigación y se detuvo a la detención de seis personas, “todos implicados”, según el relato de la Fiscalía.
42.350 euros en metálico que nadie encontró
El relato de lo ocurrido aquel 19 de enero de 2020 en una glorieta de la antigua carretera N-110, podría constituir el argumento de una película de acción.
Los propios acusados aseguraron que su objetivo era repartirse, entre seis, un botín de unos dos o tres millones de euros que esperaban encontrar en el domicilio de la pareja secuestrada. Él se dedica a negocios inmobiliarios y pasó ese fin de semana en un SPA de El Burgo de Osma, en Soria.
La cantidad que lograron los delincuentes fue más baja de lo esperado. Se llevaron 17.000 y numerosos objetos de valor, como joyas y un reloj Rólex “pieza única”. En la búsqueda del botín destrozaron parte de la vivienda en busca de más dinero.
Pero no vieron los 42.350 euros que el matrimonio llevaba en una maleta para pagar la señal de compra de una casa de campo que pretendían. El dinero lo recuperó la Guardia Civil del vehículo de las víctimas.
