Decía Jacinto Benavente que “La felicidad no existe en este mundo. Sólo existen momentos felices”. Efectivamente, en 2023 sin duda cada uno de nosotros hemos podido tener momentos de dicha; pero también es justo reconocer que ha habido momentos de hastío y vergüenza por la decadencia política y su paupérrima calidad democrática que han hecho que el ciudadano les pierda el respeto. El año pasado vimos muchas cosas, pero algunas han provocado la perplejidad y la preocupación en la sociedad española. Solo recordaré por encima algunas de ellas.
Por ejemplo, hemos visto cómo entraba en vigor la eliminación del delito de sedición y el de malversación, que supone la total impunidad del delito político en España… siempre, claro está, que lo cometan los nacionalistas o la izquierda.
Hemos visto a un prófugo de la justicia y a un presidente presuntamente perjuro intentar destruir el Estado de Derecho en España. Y también vimos cómo todos los que critican sin piedad el pacto del PP con Vox, aceptan alegremente el pacto secreto del PSOE con Bildu, y todas las tropelías de los separatistas. Por cierto, Vox es un partido constitucionalista que defiende la unidad de España, no ha cometido ninguna de las barbaridades de los socios de Sánchez, y no pretende la liquidación de la democracia ni del orden constitucional. Sin embargo, hemos tenido que soportar ver jurar en falso la Constitución (eso se llama perjurio) a diputados que pretenden la separación de España y que, por tanto, quieren destruirla.
Hemos visto a un mentiroso compulsivo, que para ocultar su desfachatez, ha pretendido disfrazar la mentira como un simple cambio de opinión ante la estupefacción de todos los españoles. Y peor, se jacta de haber armado una mayoría de 179 votos que le permite construir un muro contra la mitad de España.
Frente al lenguaje limpio, eficaz y práctico de la lengua española, hemos tenido que soportar miles de memeces y grandes ridiculeces de un lenguaje inclusivo que se nos quiere imponer. Pero somos muchos los que defendemos la economía del lenguaje, la gramática, la sintaxis y lo que aprendimos en el colegio, los que nos hemos convertido en anti-inclusivos radicales.
Hemos sufrido el intento de cargarse la separación de poderes atacando a la independencia del Poder Judicial y a los propios jueces. Algo que no solo es inconstitucional, sino francamente antidemocrático.
Hemos tenido que tragar con un parlamento cerrado durante meses y sin la posibilidad de poder ejercer el control al Gobierno, una de las bases del sistema parlamentario español donde el Gobierno está sometido al control de las Cortes Generales.
Hemos sobrellevado con gran perplejidad e indignación que un gobierno necesite relatores para pactar en secreto en el extranjero asuntos que importan a todos los españoles. También hemos sido testigos del trato que se daba a un prófugo de la justicia como si fuera el presidente de otro estado, cuando les guste o no, son una parte de España. Y todo ante la impotencia de los españoles y la pasividad de la comunidad internacional.
Hemos presenciado cómo aquel que ocultaba una urna tras las cortinas, el perdedor de las elecciones, preside un gobierno de coalición con comunistas, apoyado por partidos racistas y xenófobos de extrema derecha, malversadores de caudales públicos, y abertzales separatistas de extrema izquierda. Y pretenden convencernos de que eso es un gobierno progresista, cuando en realidad se trata de un gobierno demagogo y de retroceso que no se ocupa de los españoles porque solo le interesa la continuidad en el poder.
Hemos soportado cómo se hablaba hasta la saciedad sobre una amnistía inconstitucional, prometida exclusivamente con el fin de conseguir los votos necesarios para poder gobernar. Amnistía que liquida la igualdad de los españoles ante la ley y otorga a la extrema izquierda y a la ultraderecha separatista la impunidad política, jurídica y moral. Decisión que constata que el PSOE ha dejado de ser un partido constitucionalista para seguir la deriva de Sánchez con sus muros y divisiones de la sociedad española. Todo ello con la exclusiva finalidad de conseguir poner en marcha un nuevo pacto del Tinell para que la derecha no pueda gobernar nunca más. El PP no puede gobernar con Vox, pero el PSOE tiene barra libre y puede actuar a su antojo.
Hemos escuchado perplejos cómo una ministra sostenía que decir que Lenin es un genocida expresa ser de extrema derecha y que se ha leído poco de la historia universal (???). Me pregunto cuál sería su respuesta ante una pregunta sobre el Muro de Berlín.
Hemos comprobado cómo se pretende romper el principio de solidaridad privilegiando con 15.000 millones de euros de todos los españoles a unos despilfarradores condenados por la justicia, frente a los que cumplen con sus obligaciones y fomentan la austeridad y el control presupuestario.
Hemos tenido que aceptar estupefactos ver salir de las cárceles o disminuir la pena a violadores y acosadores gracias a una ley del autoproclamado “gobierno progresista y feminista”, que ha causado estupor, sorpresa, perplejidad, desconcierto y vergüenza a todos los españoles excepto a las feministas de izquierda que no han dicho una sola palabra de condena.
Hemos advertido muestras de comportamiento antidemocrático, desconocido hasta la fecha, como el cambio de postura respecto al Sahara sin pasar por el Parlamento como sería obligado. Y también cómo se trata de convertir a simples adversarios políticos en enemigos acérrimos, potenciando el insulto y demonizando el acuerdo y el debate con la oposición. Se pasan la vida hablando de diálogo, pero no saben dialogar.
Por suerte, terminó el año con un discurso del Rey, impecable desde el punto de vista institucional, con 14 menciones directas a la Constitución ante el ataque frontal contra el Estado y la Nación. La prueba evidente de que fue brillante desde el punto de vista democrático, es la reacción en contra de los socios de Sánchez. A alguno se le atragantaron las uvas. Lo más cómico fue leer en la prensa de la mamandurria titulares que decían que “sólo” recibió el apoyo de PP, PSOE, VOX, ( olvidando a Coalición Canaria y UPN), es decir, partidos que representan el 84% de los escaños del Congreso.
Pero pese a todo, empieza el año 2024 con una espléndida noticia: el 13 de enero podremos asistir al Acto de la Conmemoración del 200 Aniversario de la Creación de la Policía Nacional. Por ello, quiero enviar mi más cordial enhorabuena a esta Policía nuestra que vela por el cumplimiento de las leyes, y que además, auxilia y protege a las personas.
