El campus de la Universidad de Valladolid clausuró ayer las XIII Jornadas de Creatividad que han estado dedicadas a analizar el potencial que guarda el mundo de la creatividad en la comunicación y en la publicidad para impulsar cambios sociales. Las conferencias de la segunda jornada se centraron en el mundo de la cultura, revisando proyectos de este ámbito que han impulsado un desarrollo del concepto ciudadanía o en otros casos una vinculación solidaria entre distintos pueblos. También hubo ocasión para escuchar la voz de los disidentes que abren paso por los grandes canales a los que menos posibilidades de acceso a ello tienen, y para conocer a los que entienden la comunicación como activismo.
La concejala de Cultura del Ayuntamiento de Segovia, Clara Luquero, y el fundador de la Agencia Viernes, Nacho Padilla, abrieron la jornada recordando la movilización ciudadana que generó el proyecto Segovia 2016, y la labor de continuidad que se desarrolla a través de “Segovia, Cultura habitada”, un programa de encuentros que entiende la participación ciudadana como gran agente cultural de la ciudad.
En el salón de actos del Palacio de Mansilla ayer se habló de Contrapublicidad y de ‘publicidad de guerrillas’, gracias a la animada, intensa y extensa intervención de los representantes de Implícate, una agencia de comunicación que trabaja solo para organizaciones con fines sociales. En esta agencia, los creativos ponen su talento a disposición de causas que comparten y seleccionan en una lista negra en las que se niegan a trabajar.
Su misión es utilizar sus conocimientos de la publicidad y los nuevos medios para potenciar el mensaje de quienes colaboran para hacer un mundo un poco mejor.
La última etapa de la mañana estuvo dedicada al Festival de Cine por el Sahara, que en su novena edición ha llevado al desierto a famosos actores del cine español, como Juan Diego Botto, Aitana Sánchez Gijón, Malena Alterio, Jordi Aguilar o Eduard Fernández, entre otros. El festival consigue centrar la mirada de los medios de comunicación durante unos días sobre los campamentos de refugiados, donde se desarrollan las proyecciones de películas y la entrega de premios. Además permite que los saharauis disfruten con las últimas películas hechas en España, a las que no tienen acceso, y de esta forma amplíen su cultura y se fomente la creatividad entre los jóvenes.
