El portugués Rui Alberto Costa puso ayer la sonrisa al equipo español Movistar conquistando en solitario la primera etapa en el Macizo Central disputada a través de 189 kilómetros entre Aigurande y Super Besse, en la que los favoritos mantuvieron las posiciones y el noruego Thor Hushovd el liderato.
Hacia falta una victoria en la escuadra de Eusebio Unzué, atizada en los últimos meses por el infortunio. El fallecimiento de Xavi Tondo, el grave accidente de Mauricio Soler y en menor medida la retirada de Beñat Intxausti por fractura de radio, instalaron el gesto serio en la escuadra navarra.
Pero no todo iban a ser penas. En esto llegó Rui Costa en una etapa lluviosa, de media montaña, con un perfil rompepiernas, para meterse en la escapada del día, sacrificarse durante 200 kilómetros y ser el único superviviente capaz de conquistar la cima de Super- Besse, donde celebró su mayor éxito profesional señalando al cielo y enviándole un mensaje.
Su primera victoria en el Tour, «un sueño hecho realidad», dedicado a Tondo, y también a un equipo que le dio «la oportunidad de seguir en el ciclismo en momentos difíciles». El luso cumplió una sanción de cinco meses por dopaje y volvió a competir en febrero pasado. Es su tercer Tour, pero hasta el momento solo había pasado a la historia de la carrera francesa por la pelea que protagonizó con el español Carlos Barredo el año pasado, al final de la séptima etapa.
En la estación de esquí de Super-Besse, la historia le abrió a Rui Costa una página más amable. Al concretar su éxito, con un tiempo de 4h.36.46, se convirtió en el cuarto portugués ganador de etapa en la ronda, después de Agostinho, Paulo Ferreira y Acacio Da Silva.
Rui Costa pasó la pancarta con 12 segundos sobre Philippe Gilbert (Omega), que explotó tarde, pero a tiempo para arrebatarle al español José Joaquín Rojas el maillot verde. El belga dio tiempo al grupo de favoritos, tres segundos más tarde, con el australiano Cadel Evans y el español Samuel Sánchez al frente. Ahí estaban todos menos el holandés Robert Gesink, dolorido aún por las caídas, que se dejó un minuto y ocho segundos.
Un día más el noruego Thor Hushovd volvió a superarse y aguantó el maillot amarillo. El campeón del mundo de momento no se rinde y continua manteniendo la exigua ventaja de un segundo sobre Evans y cuatro a Frank Schleck. El español Alberto Contador, que volvió a probarse en la subida final, suspira por la llegada a los Pirineos, pero ahora se encuentra vigésimo a 1:42.
Esta vez la escapada de turno fue la buena. Se formó en el kilómetro nueve con otros tantos hombres: Rui Costa (Movistar), Christophe Riblon, Xabier Zandio (Sky), Addy Engels (Quick Step), Julien el Fares (Cofidis), Romain Zingle(Cofidis), Tejay Van Garderen (HTC), Cyril Gautier (Europcar) y Alexandre Kolobnev (Katusha).
Poco a poco fueron desapareciendo corredores de cabeza de carrera. Los primeros 65 kilómetros eran llanos, pero hasta el final fue un sube y baja constante. La etapa se rompió en el ascenso al Col de la Croix Saint Robert. Atacó Van Garderen y resistieron Rui Costa, Riblon y Gautier.
En el pelotón rompió las hostilidades el kazako Vinokurov con una de sus típicas arrancadas, e inició la caza de los fugados. Alcanzó a los intercalados: Flecha, Zandio y Tiralongo, entre otros, y se fue en busca de los demás.
Momento para el ataque de Rui Costa a 5,5 kilómetros de meta. El portugués abandonó la compañía del joven estadounidense de 22 años Tejay Van Garderen, ex maillot blanco, y de los franceses Riblon y Gautier. Comenzaba una lucha en solitario hacia la gloria. Rui Costa, buen contrarrelojista, aguantó la embestida de Vinokurov, que claudicó ante el grupo de favoritos en los últimos suspiros.
Mientras el luso, vencedor este año de la Vuelta a Madrid, despertaba del sueño, los ‘gallos’ salieron del corral en la última subida de 1500 metros al 7,6 por ciento. Poco más que un repecho. Contador tensó dos veces y sus adversarios se le pegaron a la rueda.
Luego lo intentó Evans con el mismo resultado. Todos conformes con llegar juntos. Menos Gilbert, que no es de los que luchan por la clasificación general y se adelantó unos metros para enfundarse de nuevo el maillot verde.
En Super-Besse, enclavado en la región volcánica de la Auvernia, no hubo erupción de los favoritos. Si acaso algunas bengalas de aviso. Los fuegos artificiales fueron en honor de Rui Costa, los que adornaron el cielo, hacia donde apuntó nada más rebasar la meta. Alguien los vería desde allí.
