Ochenta y ocho años de Carrera del Pavo dan para muchas anécdotas. Que si al principio la carrera comenzaba en La Lastrilla para acabar en Vía Roma, que si después se pasó al Camino Nuevo para poner fin en el Arco de San Andrés, que si antes se disputaba en un bici a la que se le quitaba la cadena, que si el pavo del premio estaba vivo…
La jornada del 25 de diciembre de 2023 pasará a la historia de la prueba como la de los resbalones. Porque después de unos cuantos años en los que los ganadores debían dilucidarse en una carrera de desempate, toda vez que varios de los participantes lograban terminar el recorrido de cerca de 800 metros que había entre la plaza de Día Sanz y la del Seminario (ahora de Adolfo Suárez), en esta edición tan sólo un ciclista, el veterano Rafael Sanz, logró llegar hasta lo más alto.
Y, desde luego, no fue por falta de competencia, porque en la línea de salida situada en la calle Teodosio El Grande, se colocaron uno por uno más de medio centenar de ciclistas o amantes de la bicicleta entre los que se encontraban un buen número de deportistas que en ediciones anteriores habían logrado terminar el recorrido prácticamente sin mayores problemas. Pero en la mañana de Navidad de 2023 hubo dos invitados inesperados que vinieron a trastocar los planes de buena parte de los avezados ciclistas.
UN ÁRBOL CON DIVISIÓN DE OPINIONES
Del primero de ellos, el árbol de Navidad situado en el Azoguejo, ya se ha hablado lo suficiente. Porque a pesar de que algunos aficionados se empeñaban en minimizar el ‘daño’ que la colocación del adorno navideño podía realizar sobre el descenso de los corredores, precisamente para aminorar los riesgos la organización decidió suprimir alrededor de quince metros de descenso por Teodosio El Grande, un hecho que afectó en buena medida a los participantes, como bien señaló Pedro Delgado al finalizar su participación, cuando señaló que “el árbol de Navidad ha hecho que la gente saliéramos mucho más cerca de la zona de Cándido, Y yo, que trato de coger la máxima inercia, no he podido coger tanta y al final me ha perjudicado”. Perico acabó su participación bastantes metros antes de lo que lo hizo en ediciones precedentes.
Las miles de personas que se dieron cita en el recorrido se quedaron con las ganas de ver subir a más ciclistas
Pero si el primer ‘invitado’ vino a poner la fiesta de la bicicleta sin cadena un poco más difícil, el segundo terminó de rematarla, porque la niebla engelante que cayó sobre la ciudad en la Nochebuena vino a helar las calles del centro de la ciudad (y las otras también). Y si bien es cierto que la temperatura subió lo justo durante la mañana como para que los favoritos a la victoria realizaran un satisfactorio último entrenamiento, a la hora de la carrera las losetas de la calle Cervantes todavía retenían restos de humedad que vinieron a hacer casi imposible el ascenso por la calle solamente haciendo girar el manillar.
Todos lo intentaron, pero sólo uno lo logró. Después de ver cómo su hijo Hugo tenía que echar pie a tierra antes de la Librería Cervantes con una más que evidente cara mezcla de enfado y sorpresa, Rafa Sanz apostó por la prudencia. “Había hielo al principio de la calle Real, y había que subir con mucho tiento”, señalaba el veterano ciclista que ya sabía lo que era ganar en la Carrera del Pavo, pero sin duda con mejores condiciones. Él tuvo la suerte de que el pasillo de personas que se arremolinaron en torno a su ascensión se abrieron por la zona derecha, donde estaba algo más seco, y pudo seguir subiendo hasta llegar a la zona de la Canaleja, donde el sol ya había hecho su trabajo y el suelo ya no resbalaba.
El ganador tuvo la fortuna de encontrar un pasillo seco en la calle Cervantes que le ayudó a llegar a la zona sin hielo
Pero tras Rafa Sanz ya no llegó nadie, y los que más cerca se quedaron fueron Millán Garrido y Marcos García, que ni de lejos pudieron alcanzar la plaza de la Subdelegación. Por detrás, decenas de corredores que apenas lograban ascender una veintena de metros de la calle Cervantes antes de tener que echar pie a tierra si no querían dar con sus huesos en el suelo, porque la rueda resbalaba continuamente sin apenas conseguir avanzar. Tanto fue así que los espectadores, mezclados con los despistados turistas que no entendían cómo de vez en cuando sonaba un silbato y la gente se ponía a chillar, se fueron bajando desde la Canaleja hasta casi la altura del bar La Tropical para conseguir ver a alguno de los participantes antes de que tuviera que bajarse de la bicicleta.
Así que la 88 edición de la Carrera del Pavo será recordada por ser la del ‘arbolito’ que obligó a adelantar la línea de salida, y por el hielo que hizo resbalar las bicicletas de todos los participantes… menos de uno, Rafa Sanz, que se acabó llevando el pavo. Para Millán Garrido fue el pato y para Marcoa García la pularda. Sin olvidar a Emma Alonso, que de nuevo fue la fémina que llegó más lejos y que también subió al podio.
