Las últimas poblaciones de lince ibérico (Lynx pardinus) documentadas en Castilla y León nos trasladan a finales de la década de los 80 o principios de los 90 del siglo pasado a zonas de Ávila, Salamanca y Zamora. La extinción en la región de esta especie endémica de la península ibérica coincide con la aparición de la enfermedad hemorrágica del conejo (EHC), una enfermedad viral, muy contagiosa y a menudo mortal. Atacó básicamente a las poblaciones de conejo europeo (Oryctolagus cuniculus) y llevó a la práctica desaparición de la que supone la principal presa del lince en muchas zonas donde era tradicionalmente abundante. Ahora, más de 30 años después, la Junta de Castilla y León ya tiene todo listo para reintroducir este felino de moteado pelaje en una zona de los Cañones del Duero en Zamora y en la comarca del Cerrato de Palencia.
Todavía habría un lince que se paseó por la región en 2015, aunque llegó de lejos. Se llamaba Kentaro y fue el último de su especie avistado en Castilla y León. Creció en el Centro de Cría en Cautividad de Silves (Portugal) y fue liberado en 2014 en los Montes de Toledo. Visitó varias provincias de la comunidad, pasó por La Rioja y Galicia y, finalmente, se dirigió a Portugal. Este felino, que se ganó el apelativo de “el lince viajero” por haber llegado a recorrer más de 3.000 kilómetros entre España y Portugal, aportó valiosa información sobre aspectos de conducta, uso del territorio y otros parámetros biológicos, gracias a los datos de posicionamiento obtenidos de su collar GPS y al trabajo de seguimiento de instituciones y agentes medioambientales.

Kentaro tenía una enorme capacidad de supervivencia al haber alternado en sus desplazamientos zonas con distintas densidades de conejo de monte y otras en las que no había conejo, en las que fue capaz de sustituir su principal alimento por presas alternativas. Murió atropellado en 2016 al norte de Oporto, en Portugal.
El lince ibérico está catalogado en España como en peligro de extinción desde el 30 de marzo de 1990. A principios de este siglo apenas quedaban 90 ejemplares, divididos en dos núcleos aislados (Sierra de Andújar y Doñana). La Ley 4/1989, de 27 de marzo, de Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestre, exige a las comunidades autónomas la elaboración y aprobación de un Plan de Recuperación en el que se definan las medidas necesarias para eliminar la “etiqueta” de peligro de extinción de cualquier especie presente en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. En el caso del lince, el objetivo es asegurar la conservación del felino a largo plazo, incluyendo la viabilidad genética de las poblaciones.

Para recuperar una especie es vital gestionar con éxito no sólo las exiguas poblaciones que quedan, sino que es necesario restaurar y adecuar áreas y desarrollar en ellas proyectos
de reintroducción que conduzcan al establecimiento de nuevas poblaciones. La Comisión Nacional de Protección de la Naturaleza (actualmente denominada Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad) aprobó entre 2001 y 2003 varios documentos de acciones recomendadas. Así nace el Programa de Conservación Ex-situ del Lince Ibérico, que representa un “seguro de vida” frente a su posible extinción. Aparte de ayudar a propagar la especie, gracias a los trabajos para preservar la diversidad genética y a criar ejemplares en cautividad para crear nuevos núcleos poblacionales a través de proyectos de reintroducción, el Programa Ex-situ supone una importante fuente de información, al poder recoger valiosos datos difíciles de obtener directamente en la naturaleza. Administraciones nacionales, regionales e internacionales colaboran en este programa puesto en marcha por una Comisión Multilateral formada por los gobiernos de España y Portugal, junto con los gobiernos autonómicos de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha.
Las comunidades autónomas que se adhieren al Programa Ex-situ han de comprometerse a proteger, restaurar y gestionar una superficie de hábitat natural adecuada para poner en marcha proyectos de reintroducción de la especie. Entre los diversos requisitos para estudiar la viabilidad de una zona se determina que la superficie continua mínima para mantener una población de linces estable a largo plazo es de 10.000 hectáreas. La zona seleccionada debe contar además con una presencia abundante de poblaciones de conejo silvestre y garantizar que las razones que causaron la extinción local de la especie ya no estén ejerciendo su efecto.

Castilla y León se sumó hace aproximadamente una década a las regiones interesadas en acoger a este amenazado felino, aunque no ha sido hasta 2021 cuando concretó sus planes mediante la redacción de un proyecto en el que está previsto invertir unos 2 millones de euros, financiados por la Unión Europea a través del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia de los fondos NextGeneration-EU.
Durante una primera fase de los trabajos técnicos, la Junta de Castilla y León ha estudiado los posibles territorios susceptibles de albergar una población segura y estable de lince ibérico, y hace apenas unos días proponía un área de 30.000 hectáreas en los Cañones del Duero en Zamora y otra de 20.000 hectáreas en la comarca del Cerrato de Palencia como zonas que cumplen con los parámetros mínimos establecidos en el protocolo. Esta fase de análisis ya ha sido validada por el Grupo de Trabajo del Lince Ibérico, perteneciente al Comité de Flora y Fauna Silvestres. Dicho Comité es un órgano de la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad, integrado básicamente por representantes de las comunidades autónomas y del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Un equipo de técnicos de la Junta de Castilla y León, acompañados por expertos en el lince de la Junta de Andalucía, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la Fundación CBD-Hábitat (socios todos ellos del proyecto LIFE Lynxconnect), han podido valorar sobre el terreno las características de ambas zonas, asesorando sobre posibles actuaciones a acometer para la reintroducción del felino.
Durante las próximas semanas comenzará la segunda fase del proyecto, donde además de completar la evaluación técnica de esta iniciativa, se realizarán los trabajos correspondientes de comunicación, divulgación y participación pública para informar a los agentes locales sobre esta propuesta. El diálogo con la población local es fundamental. David Cubero, jefe de Servicio de Espacios Naturales, Flora y Fauna, se muestra tajante al afirmar que no se puede iniciar ningún proyecto sin la sensibilización previa de todos los colectivos.
La reintroducción del lince ibérico tiene sus ventajas. Es un eficaz controlador de otros depredadores, como el zorro o el meloncillo, y contribuye a mejorar las poblaciones de especies cinegéticas de caza menor, como la perdiz. Al basar su alimentación en el conejo se convierte en un aliado para los agricultores, ayudando a controlar de forma natural los daños que este pequeño mamífero causa a los cultivos. Además, supone un importante motor económico derivado de las inversiones asociadas en mejoras del hábitat y del auge del turismo de naturaleza. Pero no será hasta finales de 2024, según Cubero, cuando la Junta tome una decisión sobre la suelta de linces en Castilla y León.
Un poco más cercade alcanzar el objetivo
El Lynx pardinus estaba al borde de su extinción global a principios de este siglo. Hoy, apenas dos décadas después, la población del lince ibérico supera la barrera de los 1.500 ejemplares, la mitad de la cifra necesaria para asegurar su salvación y tener una población viable, que pueda ser catalogada como fuera de peligro. El último censo realizado en 2022 detalla 1.668 ejemplares repartidos entre España (1.407 linces) y Portugal (261). Andalucía (627), Castilla-La Mancha (585) y Extremadura (195) son las regiones con presencia estable de la especie.

La presión del ser humano sobre el territorio y la escasez de conejos fueron las principales causas de llevar al felino a los umbrales mismos de la desaparición. Actualmente, los programas de conservación y reintroducción de la especie están logrando recuperar poco a poco la población de lince ibérico en la península ibérica y son un ejemplo para conservacionistas de todo el mundo. El trabajo se desarrolla de forma coordinada por instituciones públicas y privadas, con la colaboración de todos los implicados: administraciones públicas, propietarios de fincas, cazadores, ganaderos, organizaciones medioambientales, agricultores, comunidad científica y población local en general. Pero la especie no está, ni mucho menos, fuera de peligro. Quedan amenazas que vencer.
El conejo es la base de la dieta del lince. Sin embargo, existen más de 40 especies que comparten hábitat con el felino que se alimentan del mismo animal. Además, sucesivas enfermedades han devastado las poblaciones de conejos en las últimas décadas. Es necesario establecer políticas de recuperación para que el sustento del lince no desaparezca.
Por otra parte, los atropellos se han multiplicado. Son muchos los puntos negros en carreteras que provocan accidentes mortales. Otra amenaza evitable es la caza furtiva. Las trampas, los venenos y los disparos suponen una pérdida irreparable de linces cada año. Las administraciones deberían ser más estrictas a la hora de perseguir los delitos contra la vida salvaje.
La endogamia es también un problema. Para que la especie sea viable genéticamente a largo plazo las poblaciones del felino deben mezclarse. Esto supone mayor número de áreas habitables y, sobre todo, corredores ecológicos entre ellas que favorezcan el intercambio genético.
Sensibilizar y educar son asignaturas primordiales en cualquier programa de conservación. Concienciar a la sociedad sobre la importancia de proteger el hábitat es una de las principales herramientas para la preservación y recuperación de la biodiversidad, y aseguraría el futuro de muchas especies.
Cabe destacar el papel del Proyecto IBERLINCE en este intento de recuperación del felino, que se desarrolla desde mediados de los años 90 y en el que participan Portugal y varias administraciones españolas. Este proyecto, que ha recibido ya unos 100 millones de euros de financiación europea, ha logrado un notable éxito en la conservación y cría del lince ibérico, tanto en el aumento de su población como en consolidación de nuevas localidades y corredores ecológicos entre ellas. La población y área de presencia de lince ibérico no ha dejado de crecer desde entonces. Ojalá que la etiqueta “el felino más amenazado del planeta” quede pronto en el recuerdo y se puedan contar finales felices para los nuevos Kentaro.
