Decía Albert Einstein que “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por por los que se sientan a ver lo que pasa”.
Conozco personas que no les gusta tomar decisiones y piensan que las cosas se arreglan solas dejando pasar el tiempo. Craso error. Los problemas hay que encararlos y siempre es bueno manifestar la propia opinión cuando no se está de acuerdo en algo.
La expresión francesa “laissez faire, laissez passer”, se refería a la completa libertad en economía; incluso Adam Smith sostenía que había una mano invisible que guiaba la economía de mercado y que las regulaciones estatales no eran convenientes. La frase completa era “Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même” (Dejen hacer y dejen pasar, el mundo va solo). Sin embargo, yo puedo estar de acuerdo con esto ni para la economía ni para la vida en general.
A veces cuesta tomar decisiones, pero se tengan responsabilidades o no, se desaconseja eludir tomarlas. Y cuando se trata de situaciones o leyes injustas, hay que dar la cara y defender la posición que uno entiende que es la justa. Seguro que los amables lectores serán conscientes de que la frase que encabeza este escrito señala situaciones o leyes negativas e inadecuadas que hemos permitido y dejado pasar por nuestra inactividad o por falta de la gallardía necesaria para enfrentarlas. O por lo menos para denunciarlas. Y todos reconocemos que se ha obrado mal, aunque no estoy seguro que haya voluntad de corregirlo.
Por eso, en acertadas palabras de Bertrand Russell, “cuando no se gana con sacrificio, la democracia corre el peligro de que se derroche con insensateces”. Y los que vivimos la impecable Transición y fuimos testigos de los sacrificios y el ejemplo de tolerancia de los políticos de entonces para conseguir esa magnífica Constitución Española, -que fue el resultado de las ansias de paz y concordia de todos los ciudadanos de bien-, nos cuesta entender a algunos insensatos que pretenden levantar muros, dividirnos de nuevo y provocar el odio de unos contra otros. Es sencillamente inaceptable. Pero también es algo difícil de soportar porque se necesita mucho sectarismo y maldad para continuar en esa línea.
Qué razón tenía Martin Luther King cuando manifestaba que hemos aprendido a volar como los pájaros y a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.
Parece que algunos que han recibido todo hecho ignorando lo que costó, ahora pretenden deshacerlo, y lo que es peor, instaurar un sistema que ya ha demostrado lo nefasto que ha sido para el conjunto de las sociedades donde lo han sufrido. Ciertamente, hoy nos sobran politiquillos y faltan políticos de una pieza. Faltan hombres de estado. Y un hombre de estado no es aquel que solo busca perpetuarse en el poder a toda costa sin importarle lo que le pase a su país, sino aquel que está dispuesto a jugarse su futuro político intentando mejorar el bienestar de sus conciudadanos, cumpliendo con su deber a base de valor y honestidad. Ya nos avisó Aristóteles que un Estado está mejor gobernado por un hombre bueno que por una buena ley.
