Lo ocurrido el pasado sábado en la Liga fue un accidente. Una de esas extrañas ‘pájaras’ que sufren los deportistas de vez en cuando. Cosas del fútbol, un juego en ocasiones demasiado azaroso. Pero un equipo de la calidad del Barcelona tiene pocos días malos.
Ayer, el conjunto azulgrana recuperó la esencia de su fútbol de velocidad y toque en el estreno en la Champions. La víctima, el Panathinaikos, que intentó copiar lo que hizo el Hércules, pero sin mostrar su agresividad, y acabó llevándose una ‘manita’ (5-1).
De todos modos, no cabe echar la culpa al conjunto heleno. El responsable de lo acontecido en el Camp Nou fue el bloque ‘culé’, que cuando está inspirado resulta casi imparable. Tampoco los alicantinos habrían sellado su hazaña si los pupilos de Pep Guardiola hubieran rendido como lo hicieron anoche.
El técnico de Santpedor sacó esta vez su once de gala y el Barça, con Puyol recuperado como jefe de la defensa, mejoró. Alves y Pedro entraron como un puñales por la banda, Xavi se puso al mando de las operaciones y un pletórico Busquets también brilló. La escuadra fabricó tres oportunidades claras de gol en apenas un cuarto de hora, aunque no acertó.
Se trató de una rotunda declaración de intenciones. Atento, intenso, veloz, concentrado, con la zaga muy adelantada y el incesante deseo de recuperar la pelota, el combinado anfitrión pretendía resolver por la vía rápida.
Sin embargo, se topó con un problema inesperado. Un saque de puerta de Tzorvas bajado de tacón por Cissé le cayó a Govou, que le ganó la partida a Abidal y cruzó sobre la salida de Valdés. Hasta ese momento, los griegos ni siquiera habían pisado el área adversaria. Los ‘fantasmas’ levantinos ya asustaban a algunos asistentes.
No obstante, no hubo demasiado tiempo para que la sombra del partido del Hércules afectara a los locales. Xavi y Messi no tardaron en asociarse para que el argentino colocara las tablas.
Por supuesto, el conjunto de la Ciudad Condal no se conformó con eso, y el oportunismo de Villa confirmó la remontada. Al filo del descanso, llegó el 3-1: fue una obra de arte de Messi, capaz de conducir la bola, tirar una pared con Xavi, luego otra con Pedro y después anotar con un toque sutil.
tranquilidad. Nada cambió tras la reanudación. El Panathinaikos seguía viendo a Valdés muy lejos, y el Barcelona dominaba el esférico a placer.
El equipo de Nikos Nioplias sufría cada vez más para mantenerse en el choque con dignidad. Sobre todo porque no parecía dispuesto a emplearse con excesiva dureza -solo Karagounis vio una tarjeta amarilla en la recta final del compromiso-.
A pesar de ello, la escuadra catalana perdonó, pues Messi se permitió el lujo de tirar mal un penalti y fallarlo.
Pedro imitó a la ‘Pulga’ poco después desaprovechando otras dos ocasiones más. Eso sí, ambos se redimieron unos minutos más tarde: el segundo, fabricando la jugada y el primero, rematando el cuarto gol a placer.
Messi adornó su portentosa actuación asistiendo de vaselina en el quinto de la noche a Alves, que cerró la cuenta en el tiempo añadido. El Barça recuperó la confianza con un festival.
