Este domingo la Iglesia católica celebra en España el día de la Iglesia diocesana. Dentro de la diócesis de Segovia se podría pensar en “Nuestra Iglesia. La parroquia cuenta”. Desde hace años la Iglesia está buscando cómo potenciar la corresponsabilidad de los cristianos a quienes llama “seguidores agradecidos de Jesús”.
Aquí, en la Segovia rural, nos preguntamos ¿Que es una parroquia? En un documento de la Santa Sede se dice que la parroquia posee una larga historia y ha tenido desde los inicios un rol fundamental en la vida de los cristianos y en el desarrollo y en la acción pastoral de la Iglesia; ya en los escritos de San Pablo se puede entrever la primera intuición de ella. Algunos textos paulinos, en efecto, muestran la constitución de pequeñas comunidades como Iglesias domésticas, identificadas por el Apóstol simplemente con el término “casa”.
La parroquia por tanto surge en torno a comunidades de vida y no en torno a los ayuntamientos, ni a procesiones o festejos ni para hacer turismo, sino que nace con una finalidad evangelizadora y pastoral: acercar el Evangelio al pueblo a través del anuncio de la fe y de la celebración de los sacramentos. La parroquia es una casa en medio de las casas y responde a la lógica de la Encarnación de Jesucristo, vivo en la comunidad humana.
La parroquia está formada por los bautizados (no por habitantes de una población) que participan en la vida parroquial recibiendo los sacramentos, practicando la caridad, viviendo las obras de misericordia y dando testimonio del evangelio a través de la catequesis, evangelización y la vida. Cada vez hay más gente en los pueblos que no forman parte de la parroquia bien porque pertenecen a otras religiones (ortodoxos, musulmanes, etc) o porque no creen o han perdido la fe. Por tanto, el pueblo no es lo mismo que la parroquia. En este caso, los ayuntamientos deben coordinar las actividades de los habitantes del pueblo (sean cristianos o no) respetando su autonomía cultural o religiosa. Son parroquianos si están bautizados y tienen conciencia de pertenencia a la parroquia.
La configuración se realiza según su participación en actividades o servicios: está formada por sacerdotes, religiosos, laicos, orantes, catequistas, miembros de los consejos (pastoral y económico), visitadores de enfermos, distribuidores de la caridad y de ayuda al necesitado, y todos aquellos que acuden a la formación catequética o a recibir los sacramentos participando en la eucaristía siempre que estén bautizados.
La configuración territorial de la parroquia surge en el siglo XVI con el concilio de Trento pero antes no estaban formadas como ahora. Sin embargo, hoy la creciente movilidad ha dilatado los confines de la existencia. Para ser más claros: hoy hay familias y personas que viven en la ciudad pero pasan tiempo en sus pueblos de origen. Esto quiere decir que se necesita configurar una estructura en el que la parroquia no sea solo territorial.
Por ello, se propone que una persona pertenece a una parroquia si es corresponsable con otros en la marcha de la misma. Un cristiano es corresponsable con su parroquia cuando recibe los sacramentos o dones de Dios con gratitud, los aprecia y los cuida de modo responsable y con sobriedad, los comparte con justicia con los demás de su parroquia y los devuelve al Señor con creces y con sus obras. Un parroquiano es aquel que se cree corresponsable con su parroquia en la recepción de los sacramentos en el práctica de la caridad y en la evangelización y testimonio catequéticos.
En cada parroquia los feligreses o parroquianos tienen diversas formas de pertenencia: algunos acuden a la Iglesia a rezar, otros a acompañar a los niños en su educación cristiana, otros forman parte del coro, otros se preparan para vivir en matrimonio y en familia, hay quienes se encargan de la administración. En todo caso aspiramos a que el modelo de vida parroquial sea Jesucristo y que haya muchos que, ayudados por su gracia, le hagan presente en medio de los hombres y mujeres de nuestro tiempo; intentan que su fe les afecte en su vida corriente. Este estilo de vida parroquial tiene unos beneficios: los sacramentos. Pero también hay unas exigencias materiales: mantener los bienes que se poseen.
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* Profesor emérito.
