—Elena Martínez Piedra es la primera mujer al frente de la popularmente conocida como la Orden, alma de la Semana Santa granjeña. Como Hermana Ministro de la Venerable Orden Tercera, ¿nos podría hablar sobre la historia de esta capilla?
—Nuestra capilla era la del Hospital, situado donde se encuentra hoy en día el Ayuntamiento. En 1736 el rey Felipe V, mandó construir dicho hospital y en los extremos, una capilla y una plomería. La primera entidad religiosa que se establece es la Archicofradía y Sacramental de Ánimas, pero en 1766, tras la solicitud del padre Ángel Bránimo a Isabel de Farnesio, se establecen los franciscanos.
Su labor era cuidar a los enfermos ya que hay una sala que funcionaba como sanatorio para pobres. Además de darles comida, ropa y atención sanitaria, se enterraba a aquellas personas que no pudieran costeárselo. Como al lado se encontraba el primer cementerio, en la capilla se velaban los cuerpos hasta su entierro. Se les dejaba unos días a los pies de la iglesia, y después se les enterraba. En 1785, y tras unas terribles pestes con un elevado número de mortalidad, Carlos III decide construir el primer cementerio civil a extramuros de España. Además, se especificaba que todo aquel que muriera tenía que ser enterrado allí, prohibiéndose en iglesias o alrededores. Tras esta nueva ley, en la Orden se siguieron velando cadáveres y se llevaban al cementerio en una carroza escoltada por hermanos.
Más allá de estas funciones, se hacían obras de caridad como la repartición de vales de comida y bebida que la gente podía canjear en antiguos establecimientos como la cooperativa o la tienda de Antonio Arenas. Se daba ropa y asilo. Existía un pequeño convento donde vivían dos o tres hijas de la caridad de San Vicente de Paul. Entre los hermanos más ilustres tenemos a Fernando VIII y su tercera mujer María Josefa Amalia de Sajonia, Carlos III o Carlos IV. En su organización, hay que destacar que siempre ha sido mixta, habiendo hermanos ministros y ministras, viceministros y viceministras, etc. a la vez.

— La Orden tiene un papel importante en la Semana Santa de La Granja, ¿en qué participa?
— Desde nuestra capilla sale el Viacrucis de Miércoles Santo y los penitentes de la Procesión del Silencio de Viernes Santo. Durante el mes anterior a la Semana Santa, se colocan unos paneles en la puerta y los penitentes van a hacerse las cruces ayudados por el Hermano Penitenciario entre otros. Las cruces se hacen a medida del penitente. A cada penitente se le asigna un número, que se coloca en la cruz, y tendrá ese número para el resto de las veces que quiera seguir saliendo. Los penitentes más veteranos, renuevan su cruz cada vez que ellos lo consideran.
Una de las cosas más importantes es garantizar el anonimato de las personas que salen en la procesión. En muchas ocasiones, las cruces pasan de padres a hijos, lo que es algo muy simbólico. Antes de salir en la procesión, se cambian en la capilla, entra el Abad, desde hace unos años el alcalde y el Hermano Ministro. Se reza el rosario y se les dice unas palabras y ya se terminan de preparar para salir. Recordemos que lo hacen con un hábito que puede ser marrón o negro, dependiendo de si es de la Hermandad de san Francisco o de la Cofradía de la Virgen de la Soledad, el Cristo del Perdón o Los Dolores. Llevan un velo negro en la cara, una corona de mimbre, el escapulario, un cíngulo y van descalzos.
Me gustaría añadir que el hábito que llevan los franciscanos es el hábito mortuorio con el que se enterraba a los hermanos. Durante la procesión, se va acompañando al Cristo de los Alijares, el Santo Sepulcro y la Virgen de la Soledad. Al llegar a la colegiata, se canta la Salve a la Virgen y a su llegada a la plaza, antes de que pase la Virgen, el Hermano Mayor les manda ponerse de rodillas con la cruz a cuestas al tiempo que pasa la Imagen. Es uno de los momentos más emocionantes y bonitos de toda la procesión. Luego se ponen de pie y vuelven a la capilla.
La Semana Santa se prepara con mucho detalle y mucho mimo. La gente nos ayuda económicamente para el Monumento de Jueves Santo y somos la única iglesia de La Granja que permanece abierta toda la noche en vela.

— Aunque la Orden siempre ha tenido una representación femenina desde sus comienzos, usted en la primera mujer en participar de determinados momentos. ¿Qué aportación fundamental considera que hace la mujer?
— Para mí fue y es un honor que los hermanos quisieran que yo estuviera al frente de la Orden. Es cierto que siempre ha sido mixta. Mujeres y hombres han tenido siempre la misma voz y voto. En el siglo pasado, se quitó el doble nombramiento, y ha dado la casualidad de que ha habido más hombres como Hermanos Ministros, pero nunca porque a la mujer se le impidiera. Según me dicen yo he sido la primera mujer en entrar en el Rosario de los penitentes y en mandarles ponerse de rodillas al paso de la Virgen. Creo que ha sido uno de los momentos más emocionantes de mi vida porque es un momento muy solemne, digno y casi sacral. Yo iba con mucho recelo y respeto porque no deja de ser una tradición muy antigua, pero todo el mundo aceptó sin ningún problema el que yo estuviera ahí, lo cual es de agradecer.
El papel que aporta la mujer creo que es igual que el que se espera de un hombre: un celo máximo por esta capilla con tradiciones tan antiguas, solemnes y bonitas. Lo que yo estoy intentando es ampliar la Hermandad, restaurar el edificio y garantizar su continuidad. Tiene su parte de dificultad, pero con la ayuda de mis predecesores, los hermanos y amigos de la Orden se hace mucho más fácil.
— Acaban de celebrar un concierto para recaudar fondos para la restauración. ¿Nos puede indicar en qué van a consistir estos trabajos?
— Al ser un edificio tan antiguo, hay que arreglar muchas cosas. La obra que tenemos en marcha es la restauración del tejado, que es quizás la más importante. Las próximas obras serían pintar la capilla y restaurar el zócalo, arreglar la sala a la que antes me refería como sanatorio de pobres, para poder hacer un pequeño museo o lugar de reuniones, restaurar el techo de la sacristía y seguir con la limpieza de los cuadros.
Para ello contamos con las cuotas anuales y la ayuda de mucha gente que quiere a la Orden. Es justo dar las gracias a todos los vecinos de La Granja, que de una u otra manera, nos ayudan para poder llevar esto a cabo. También a todos los amigos y gente de fuera que aportan su granito de arena. Poco a poco vamos haciendo lo que podemos. Por eso, entre otras cosas se nos ocurrió la idea del concierto, primero, por disfrutar de sus maravillosas voces, segundo, por abrir la capilla y que nos conociera más gente, y si además podíamos recaudar donativos, mucho mejor.

— ¿Qué resultado ha tenido el concierto?
— Estamos muy contentos porque la calidad vocal y la manera tan excelsa en que se preparó nos hizo disfrutar de una música maravillosa. En cuanto a aforo tuvimos un lleno absoluto. Queremos dar las gracias a todos los asistentes y a todos los que nos ayudaron económicamente.
— ¿Cómo ve el futuro de la Orden en los próximos años?
— Estamos trabajando en dos vertientes. La primera y más importante, seguir con el espíritu de san Francisco de Asís y darle a conocer. La parte espiritual de la Hermandad debe primar con las misas del tercer domingo, las adoraciones que realizamos una vez al mes, los trece martes de san Antonio, la novena a san Francisco, etc. Cultivar este lado espiritual es algo primordial.
La segunda vertiente que estamos trabajando es en mantener las tradiciones culturales y todo aquello que la Orden aporta para el Real Sitio. Poder ayudar en la oferta cultural del municipio es uno de los aspectos que siempre tenemos en mente.
Conseguir esto no es fácil, hoy en día, pero contamos con la ayuda de todos los Hermanos, cada uno dentro de sus capacidades, y de muchos amigos y simpatizantes de la Orden. Queremos darle continuidad haciendo nuevos hermanos que entiendan este espíritu franciscano de fraternidad, amor, paz y bien.
— ¿Qué se necesita para ser hermano?
—En primer lugar, ser católico y esta bautizado. Una vez que se admite para que formar parte de la Hermandad, se hace un ritual dentro de la misa. A partir de ahí se inicia un noviciado. Durante un año se tiene una formación por parte de nuestro capellán que consiste en saber quién es san Francisco y su obra, la Orden Franciscana Seglar, la regla, etc. Pasado ese año, se vuelve a hacer un ritual en la misa, y ya se es franciscano profeso. Tenemos muchos tipos de hermanos: casados, solteros, pertenecientes a otros movimientos católicos… Sobre todo, quien quiera ser hermano, tiene que venir dispuesto a ayudar, dejarse llevar y dar lo que se tenga.

El pasado 14 de octubre, se celebró en la capilla de la Venerable Orden Tercera en el Real Sitio de San Ildefonso, un concierto de la Escolanía San Salvador. Con un amplio programa, desde la música sacra, con obras de Marco Frisina, Bartolucci, Alfredo de la Roza, el jesuita Nemesio Ontaño y Henryk Jan Boton; a música profana, el llamado Siglo de Oro en España, con varios ejemplos de obras compuestas en los siglos XV y XVI para deleite de reyes y nobles, con una gran influencia de la música popular y de la música sacra. Para finalizar, se cantó el Himno de la Virgen del Pilar y el Asturias patria querida, que consiguió aunar voces entre la escolanía y el público.
