Hace medio siglo, cuando comencé a escribir en El Adelantado, tenía una sección en deportes que titulaba ‘chupinazos del domingo’. Ahí recogía, no solo lo más destacado, también pequeñas cosas del deporte y deportistas segovianos a lo largo de un fin de semana o de semana entera. No es que vaya a regresar a aquello, que no; mas, y como mi propuesta en esta etapa es la de recoger y dar a conocer pequeñas cosas que en Segovia acaecieron, hoy recuerdo, con Serrat ‘Aquellas pequeñas cosas’, año 1971, que encontrarán en su álbum ‘Mediterráneo’, donde se expresa lo que hoy escribo:
‘Son aquellas pequeñas cosas
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón, en un papel
o en un cajón’
La venta de la espada de Día Sanz
La historia la recogí de lo descrito por Ruiz Hernando en los comentarios que escribió sobre la 1ª y 2ª repoblación de Segovia, recogidos, a su vez, de los textos del abogado segoviano Garci Ruiz de Castro. Al parecer -permítanme que sobre datos tan antiguos no afirme nada-, tiempo después de haber sido enterrado Día Sanz en la iglesia de San Juan, ‘un cura segoviano sacó del sepulcro espada con empuñadura de plata, Después de haberla manipulado vendió por separado la hoja, por la que percibió 12 ducados.’ La siguiente venta fue la empuñadura que adornaba la espada. Esta fue adquirida ‘por mucho precio’. Pasados los años pudo haber sido propietario de la referida arma Bernardino de Velasco, III Conde de Castilnovo. Siglo XVII.
Metidos ya en harina extiendo el tema. Cuando Día Sanz de Quesada y Ferrán García de la Torre fallecen, son enterrados en la iglesia de San Juan. Posteriormente se añadió a esta el ‘apellido ‘de Los Caballeros’ por ser sede de la Junta de Nobles Linajes, fundada en tiempos de Alfonso VI. Sobre una lápida que se encuentra en el suelo frente a las referidas sepulturas, hace poco más de veinticinco años se grabó la siguiente inscripción: ‘En memoria de los Caballeros de los Nobles Linajes de esta ciudad, cuyos restos fueron dispersados por la profanación de sus tumbas’.
También José María Avrial y Flores, director que fue de la Escuela de Bellas Artes de la Ciudad, (1837-1840), dejó constancia de ambas sepulturas en una lámina de su álbum ‘Segovia Pintoresca’ publicado en 1843.
Septempublica
Nos vamos a Sepúlveda. Afirmo que llegaremos a una grandísima villa con un pasado impresionante. Dicho queda. En referencia a finales del XIX, 1889, la Villa contaba con 560 pecheros, con un total de 2.400 vecinos. Puestos de trabajo tenían en dos fábricas de harina, cuatro molinos, una fábrica de jabón, otra de sombreros, tres de cordelería, cuatro de curtidos, un tinte… La importante localidad industrial mantenía servicio diario de coche a Segovia, Riaza, Aranda, Madrid y Burgos. Ya sé, eran otros tiempos. Pero también, y sobre todo, hay que destacar lo que de bueno tuvieron. Y los sepulvedanos, buenas gentes, unieron su esfuerzo, pusieron a trabajar sus ideas y desde antaño conforman una importantísima parte de la historia. La Septempublica –latina en su definición-, Villa de Siete Puertas, acoge a miles de visitantes que la recorren con asombro. No se equivocaron en dirigir allí sus pasos.
Nueva Orden
Para ir al ‘lío’. Año 1390 y día de la festividad del Señor Santiago. En fecha tan destacada se funda en la Catedral, ubicada en la Plaza del Alcázar, de la ‘mano’ y presencia del rey Juan I de Castilla -nacido en Aragón-, la Orden del Espíritu Santo. Las ‘divisas’ por las que se reconocía la Orden- Collar de rayos de sol, pendiente de él una paloma de esmalte blanco-, fue realizada, según describe el Marqués de Lozoya, por el orfebre judío Mosé de Madrigal. Este tenía su taller en la calle Real, parroquia de San Martín.
La referida Orden tuvo su inicio en Francia, donde fue fundada por el beato Guido de Montpellier.
San Andrés
En ese camino de cuestiones novedosas de antaño, una nota sobre cuándo y cómo se construyó el órgano de la iglesia de San Andrés, en la capital. En el calendario gregoriano figuraba el mes de febrero de 1664. Al efecto se reunió el maestro navarro –nacido en Sanguesa-, de hacer órganos, Jaime Sola, residente en Segovia, con el parroquiano de San Andrés, Diego Martínez. Este ostenta la representación del cura-racionero Brocarte, organista a su vez de la Catedral. Entre ambos llegaron al acuerdo de que Sola se comprometía a hacer el trabajo percibiendo 3.000 reales, siendo para él todo el material del órgano viejo. Para el trabajo se le concedieron cuatro meses de plazo. Lo cumplió.
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(1) Era obispo de la diócesis Gonzalo González de Bustamante, nombrado por el Papa Clemente VII en 1389. Su nacimiento –presumiblemente-, en Cartagena. Fue un destacado jurista. Su obra, La Peregrina, contiene un destacado repertorio del derecho canónico y civil. Falleció en Turégano. A su entierro acudió el Rey, del que fue consejero.
