El lunes 16 de octubre este periódico dio la gran noticia sobre los primeros pasos, que están dando las autoridades del pueblo, para crear un Museo de la Imprenta en AGUILAFUENTE. Genial complemento, que consolidará todo lo que conlleva el Sinodal de Aguilafuente. Si tal museo llega a su término, una vez más, las autoridades y pueblo de la Villa de Aguilafuente se adelantarán a las autoridades culturales de la Gran Ciudad Patrimonio de la Humanidad, Segovia. Un extraño mutismo de dichas autoridades olvidan que fue la ciudad de Segovia donde se instaló la primera imprenta de España. Y que en ella se editó el dichoso Sinodal: Primer libro impreso de la Imprenta Española. Más aún: Es en la Catedral de Segovia donde se custodia, como oro en paño, el auténtico Incunable.
A propósito de esta noticia del futuro Museo de la Imprenta en torno al Sinodal de Aguilafuente, tal vez algún día, este centro cultural, recoja en sus archivos todo lo escrito, todo lo televisivo, todo lo vivido folklóricamente del dichoso Sinodal, en Aguilafuente y fuera de ella. Por si algún día tenemos esa suerte de figurar en dicho archivo, incorporo hoy el siguiente artículo utilizando amablemente el simbolismo del Incienso. Sea como homenaje a muchas personas, que pudieran quedar en el olvido. Sin embargo, han sido y son tan protagonistas del éxito popular del Sinodal como los más destacados.
¿”Qué TENDRÁ EL INCIENSO QUE INCLUSO A DIOS LE GUSTA”?. Vamos a sacar este aserto del contexto litúrgico habitual y aplicarlo, para homenajear o incensar a personas que se han hecho merecedoras de tal honor en el devenir del Sinodal de Aguilafuente.
Corrían los primeros años del nuevo milenio 2003, concretamente, cuando vino a Segovia la famosa Exposición de las Edades del Hombre. Se creó una expectativa cultural de primera línea en la Diócesis segoviana. Se emitieron mensajes de participación simultánea en lo cultural histórico-artístico de nuestras parroquias.
Tiempo atrás, 33 años, 1972, se había celebrado oficialmente, por las autoridades culturales de la provincia segoviana, el Quinto Centenario del Sínodo de Aguilafuente. Habían dejado una placa conmemorativa en la iglesia Santa María de esta villa de Aguilafuente. Y, que yo sepa, nadie más de este pueblo movió un dedo por expandir más el significado social del “ Sinodal de Aguilafuente”.
Fue muy fácil, para mi inquietud, asociar la llamada diocesana a la participación cultural, simultánea, con la movida cultural que podía producir el despertar de la “cuna” al incunable “Sinodal de Aguilafuente.” Lógicamente lo más práctico que se me ocurrió fue editar el facsímil del mismo para que todo vecino conociera su contenido y pudiera celebrarlo conscientemente.
Tuve la suerte de formar un “tanden” con la persona más adecuada. Esta fue Ricardo Casado González, primer alcalde de Aguilafuente en la Democracia . Y primer alcalde de la iniciación de la fiesta del Sinodal de dicha villa ¡Que extraordinaria persona!. Reciba, en primer lugar, desde estas páginas del periódico, el más cariñoso incienso póstumo, ya que su muerte ocurrió el 4 de octubre de 2020.
Dije que Ricardo Casado fue el primer alcalde de la iniciación del festival del Sinodal de Aguilafuente. Y digo bien, porque gracias a él y su meritoria empatía, los principales despachos de la Diputación segoviana se nos abrieron, para conseguir la edición del citado facsímil. Esta entidad provincial se puso en contacto con el reciente Instituto Castellano Leonés de la Lengua. Y todo fue sobre ruedas. Se produjo por fin, a cargo de este Instituto, la ansiada edición facsimilar. Estaba entonces de presidente del citado Instituto Gonzalo Santonja. Este señor tuvo la deferencia de venir a la presentación popular de la primera edición completa del facsímil, en su cuna, en la iglesia Santa María de Aguilafuente. Hoy Gonzalo Santonja es El Consejero de Cultura de la Junta de Castilla y Leon.
En aquel precioso y masivo acto en la iglesia sinodal de Aguilafuente intervinieron como ponentes: don Juan Jesús Díez Sanz, gran cronista oficial de Aguilafuente. Y, lógicamente, gran divulgador de la causa del Sinodal. Tomó la palabra a continuación el que más sabía, y sabe, sobre el Sinodal que nos ocupa: Fermín de los Reyes Gómez. Su tesis doctoral sobre “EL SINODAL DE AGUILAFUENTE,” le capacitó para exponer su contenido ampliamente en la prensa, en la radio y en las pantallas. Y ya se sabe aquello que se decía: “lo que no sale en estos medios , no existe. ”Por ello, bien merece también que desde estas páginas reciba, junto a su convecino, el incienso homenaje, por su apoyo literario. Este apoyo divulgativo, y bien documentado, fue y sigue siendo clave del éxito festivo y popular, que perdura en el pueblo.
Siguiendo la presentación del susodicho facsímile, intervino Gonzalo Santonja. Dejó un titular::” Quien no ha leído el Sinodal de Aguilafuente , no conoce la cultura renacentista”. Por su aportación cultural a nuestra causa reciba también hoy este incienso homenaje.
Finalmente, cerró el acto el Obispo diocesano, entonces don Luis Gutiérrez . Este nos dio su bendición para seguir en la Iglesia, cuna del Sinodal, celebrando sus efemérides.
La solemne presentación del facsímil citado sirvió de campanada para empezar la gran tramoya celebrativa de la fiesta del Sinodal en Aguilafuente , año 2003.
El “boom” festivo ocurrió en el año 2005: El nuevo Ayuntamiento se implicó económicamente a tope. Contrató músicos medievales. Lo mismo hizo con la empresa “Recua”, teatralizadora de las historias. Fue impresionante el impacto que causó la entrada en escena de la obra de teatro “EL SINODAL DE AGUILAFUENTE”. Su escenario incomparable fue el presbiterio románico de la Iglesia Santa María. Miguel Gómez Andrea, autor y director de la obra, elevó sorprendentemente a la categoría de “artistas” teatrales a unos vecinos de Aguilafuente, escogidos al azar. No cobraron un duro, sino que trabajaron “gratis et amore” por su pueblo. Quedaron en nuestras retinas sus figuras elocuentes, revestidas de fantasía teatral. Destacaban todos en sus papeles. Las imágenes de arcedianos, arciprestes, abades, priores de monasterios fueron asumidas por estos “actores” del pueblo llano. Era una gozada contemplar su entereza teatral en el escenario. Sin ánimo de desmejorar a nadie, el papel de la figura del Obispo, Juan Arias Dávila, fue interpretado por el industrial avícola, Juan Montarelo. Sus gestos majestuosos, sorprendieron a propios y extraños. Démosles incienso a todos y a cada uno de estos primeros artistas del teatro El Sinodal.
Estos improvisados artesanos del pueblo llano, suplían con su presencia, en la procesión de entrada y en el escenario deslumbrante de la Iglesia Santa María, miles de palabras para explicar el contenido del Sinodal. El adagio “una imagen vale más que mil palabras” se hizo realidad con ellos. En el fondo, de toda la tramoya de la fiesta del Sinodal, lo que resalta y queda es la imagen del pueblo.
La palabra “SÍNODO” no es una palabra trasnochada. La iglesia está inmersa ahora en un sínodo universal. De él se espera mucho. SÍNODO SIGNIFICA “CAMINAR JUNTOS”. Tal vez aquí esté la clave de la satisfacción que sienten los vecinos al participar con “amor patrio” , “caminando juntos,” en la celebración de su legado cultural que les ha dejado la historia.
Finalmente, a la hora de incensar a alguien, u homenajearle, se lo merece Juan Arias Dávila , obispo de Segovia. ÉL tuvo la autoridad y predilección por Aguilafuente para la celebración del Sínodo. Éste duró 10 días. Participaron 85 sinodales, venidos de toda la Diócecesis. Con éste gran humanista de la época, Aguilafuente sigue estando en deuda honorífica. Se merece mucho más que este incienso.
Juan Arias Dávila, obispo de Segovia, pudo escoger otro pueblo de gran renombre, de los que circundaban a Aguilafuente. Pero eligió el mejor para el completo desarrollo de las sesiones en su iglesia Santa María. Y para el hospedaje de sus ilustres inquilinos.
Torpe homenaje le hace un cómic, dedicado a él, exhibido en las fiestas, atribuyéndole su participación en una supuesta hoguera inquisitorial en Sepúlveda. Precisamente fue víctima de la Inquisición, tanto su familia como él mismo. Esto le hizo huir a Italia y morir allí en 1497. Fuera de su amada Diócesis segoviana.
Y ahora, finalmente, incensemos con mayor cariño, si cabe, a los vecinos de 1472, grandes anfitriones, que se hicieron acreedores ante el Obispo y los 85 Sinodales de lo que ya se sabía: Aguilafuente era un buen pueblo y una buena gente.
Concluyendo esta especial reflexión en este tiempo, caigo en la cuenta de cómo la historia se repite: Aquellos vecinos del siglo XV, intuimos, que ayudaron con su generosidad anfitriona a sacar adelante las controversias de las sesiones del Sínodo. Ahora, de nuevo, los vecinos de Aguilafuente, con su generosa participación en la rememoración del evento cultural mayor de su historia, el Sinodal, lo están sacando adelante también: Se han echado a la calle, revistiéndose de época, teatralizando sus historias diversas, danzando al estilo medieval, creando ambiente ferial de mercadillo, etc.. Sin estos vecinos actuales no se hubieran movilizado como lo siguen haciendo, cada efeméride, el Sinodal hubiera pasado sin pena ni gloria. Hubiera vuelto a dormir en su cuna: La Catedral de Segovia. Como volvió a dormir después de su 5º Centenario en 1972.