No recuerdo cuándo conocí en persona a Carlos Baeza Fraile, pero sí que fue en el ámbito de una gala anual de la Asociación Segoviana de la Prensa Deportiva. Le puse cara después de mantener largas charlas telefónicas con él en mi etapa radiofónica. Carlos era de esos que estrecha la mano fuerte, con determinación, mostrando una indisimulada alegría por saludarte. Aprecié en él una mirada limpia, un gesto amable y un gran interés por transmitirme su pasión por la pelota, un deporte que para él era mucho más que un pasatiempo.
El paso de los años y mi deriva a otras facetas profesionales me hizo perder el trato con él, pero he sentido igualmente su fallecimiento. A Carlos le quedaba mucho por hacer en su cruzada porque su deporte tuviera la repercusión que merece. Sí que pudo disfrutar, al menos, de los éxitos de su hijo Carlos, campeón de España y del Mundo de pala corta. Aprovecho esta oportunidad para transmitirle tanto a él como a toda su familia mis más sentidas condolencias.
Me cuentan – no pude asistir– que en el homenaje que tributaron a Carlos en su despedida, comparecieron representantes del mundo de la pelota de todo el país, incluso Francia, y que sus paisanos se volcaron en rendir tributo al que era presidente del CP Vallelado en el momento de su fallecimiento. Me alegro.
Estoy convencido de que en Vallelado sabrán perpetuar el recuerdo de un deportista mayúsculo pero que era, sobre todo, una buena persona. Un pelotari de raza que logró pasearse por toda España y parte del extranjero con la bandera de su pueblo y al que vamos a echar mucho de menos. Sin duda, un grande del deporte provincial.
