Los niños de la Residencia Juvenil Juan Pablo II, centro de dependiente de la Diputación de Segovia, están viviendo un verano muy especial gracias a su participación en un programa de inteligencia emocional asistida por perros, dirigido por Marta Sanz, especialista en este tipo de intervención.
El programa pretende modular emociones e impulsos en los niños. Una vez generadas esas emociones, analizar con los niños sentimientos positivos y generalizarlos en sus relaciones personales.
Tanto los profesionales del Centro como la especialista están disfrutando de esta experiencia ya que están observando cómo el primer estilo de relación en que los niños pretenden el dominio del animal se transforma en una relación de cooperación en los juegos y de manifestaciones afectivas entre ellos.
Conocer y entender las diferencias y similitudes entre el ser humano y los animales es otro de los objetivos de las sesiones y la mejor forma de promover las habilidades emocionales desde una edad temprana. Aprendiendo que los animales tienen sentimientos y necesidades parecidas a las nuestras se ofrece al niño una base neutral para comenzar a entender cómo influyen nuestras emociones en el día a día y la importancia de relacionarse de una forma adecuada.
Gracias a la conexión especial que se establece entre el ser humano y los animales, los niños pueden aprender a conocer e identificar sus emociones, a respetar a cualquier ser vivo, a ponerse en la perspectiva del otro, a trabajar en equipo, entre otras cosas. De todo esto es de lo que se están encargando durante este verano en la Residencia Juan Pablo II.