Nada más perverso que esta falsa normalidad con la que se quiere hacer pasar un proceso de autodestrucción constitucional”, acaba de decir Aznar. Pero también ha dicho que “no será la primera vez que la fortaleza de la sociedad española se pone a prueba”.
Los españoles -que llevamos juntos en España desde 1469-, somos los dueños de la nación y nadie puede disponer de ella sin nuestro consentimiento. Los que quieren separarse, es decir, los que quieren expropiar parte de un país que es de todos, lo que pretenden es robarnos, y por eso, tenemos derecho a negarnos a esa injusta expropiación que, además, va en contra de la Constitución votada por todos los españoles.
Pero no nos engañemos, mientras nos tienen entretenidos con diversos temas (ahora toca Rubiales), el gobierno está negociando por detrás y no les importa lo que vayan a ceder con tal de seguir en la Moncloa, aunque ello suponga tener que aceptar lo que pudieran ser turbios intereses contra la nación. Entre otras cosas hablan de conceder la amnistía a aquellos que utilizaron todos los medios (instituciones catalanas incluidas) para dar un golpe contra la Constitución, que menospreciaron y humillaron a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado (los Piolines, según Sánchez), que robaron dinero de todos los españoles y que utilizaron la violencia.Sánchez es incapaz de reconocer que ha perdido las elecciones y que el Procès fue derrotado por el artículo 155. Pero como lo único que le importa es gobernar, lo quiere resucitar con el único fin de obtener un puñado de votos aunque sea de los enemigos de España. Y si para ello hay que conceder una amnistía, se concede y punto. Sólo hay un problema: todos los constitucionalistas con los que he hablado, me confirman que la amnistía y la autodeterminación no encajan en la Constitución.
Algunos me preguntan si no habrá algún diputado del PSOE dispuesto a no aceptar someterse a las exigencias de los independentistas. Ya les digo que no, porque todos forman parte del “equipo olímpico del oficialismo sincronizado”, en acertadas palabras de David Mejía. Sánchez, el perdedor de las elecciones, no tiene inconveniente en unirse a todos los que quieren acabar con España para sumar los votos necesarios y formar lo que llama un “gobierno progresista”. Aunque no deja de tener su gracia denominar “progresista” a un gobierno con socios racistas y xenófobos como los nacionalistas vascos y catalanes, una comunista de pasarela y el fugitivo del maletero.
Pero lo que realmente sucede es que esos 26 escaños de Junts, Bildu, PNV y ERC no tienen ningún problema en afirmar que quieren romper España y que para conseguir sus objetivos ningún presidente mejor que Sánchez. Sin embargo, Sánchez prefiere escuchar sus peticiones antes que hablar con la mayoría de los españoles. No quiere ni el menor acuerdo con partidos que representan a once millones de españoles dispuestos a defender la Constitución, por lo que debemos concienciarnos de la gravedad de la situación.
Como acaba de escribir Cebrián, persona nada dudosa en su orientación política: “Amenazan nuestras libertades democráticas, la igualdad de los españoles, la unidad de España y al Estado de Derecho”. Escrito en El País y por Cebrián, parece bastante significativo. Me gustaría saber la opinión de algunos votantes socialistas sobre estas declaraciones.
Sólo un presidente desleal podría aceptar las exigencias de los partidos separatistas porque, además de convertirnos en un país de ciudadanos de primera y de segunda, la aversión sustituiría al abrazo de la Transición, y al final sólo existiría un dique contra sus perversos deseos: el Rey; a quien por cierto ya hemos visto el trato que le dan.
Como dijo Aznar, “Hay que activar todas las energías en el marco de una contienda democrática para plantar cara con determinación a la amnistía”. ¡Y por esa declaración le ha llamado golpista la portavoz del Gobierno! Sin embargo, al fugitivo del maletero que estaba desaparecido en combate y nadie se acordaba de él, le dan una publicidad inusual y tiene la llave del Frankenstein. No me negarán que algo anda mal en nuestro querido país.
Para concluir, diré que acabo de leer un excelente artículo -que me permito recomendar-, de Javier Borrego, abogado del estado, juez del Tribunal europeo de derechos humanos y magistrado del Supremo, titulado ‘El derecho como arma de guerra’, y que concluye así: “Hay que ganar esta guerra jurídica. Si por no combatir o por resignación, perdemos esta batalla, no viviremos en un Estado de Derecho y adiós a nuestras libertades “.
